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ENTREVISTA EN EXCLUSIVA A
ROSA TORRES PARDO.
Entrevista realizada a resulta de un concierto ofrecido por la OCM y Rosa
Torres Pardo en la ciudad de Málaga.
¿Qué
es para usted la música?
...
¡Ay qué pregunta! (se ríe)...
Es
una pregunta que me han hecho varias veces y la última creo que contesté
que en un diccionario de la música, decía Arnold Doliverman que según
Stainer, la música no se puede definir, es algo indefinible y sólo se
define siendo música por sí misma. Sólo la puedo definir haciéndola,
viviéndola e interpretándola. Ponerle palabras me resulta imposible.
¿Cómo
era su época de estudiante de música en el Real Conservatorio de Madrid?
Pues como cualquier época de chica adolescente que tiene la vida por
delante, que se lo pasa bien con los compañeros, escuchándoles tocar. Fuí
quizás un poco loca e inconsciente, y con el tiempo muchas veces me he
autocriticado de cómo no habré trabajado un poco más, porque luego hay
que hacer mucho repertorio. El tiempo te va premiando, pero reconozco que
lo pasé muy bien con los compañeros, escuchando a otros artistas. Fue
una época bastante buena y muy alegre en mi vida y con el catedrático
Joaquín Soriano, un fantástico profesor.
¿Guarda
algún recuerdo con cierto cariño de aquella época?
Pues
sí, las relaciones con mis compañeros, con mi maestro, los conciertos de
fin de curso, cuando nos presentábamos a premio... Nos lo pasábamos muy
bien.
¿Y
no había mucha competencia? Porque hoy en día parece que la gente va más
a competir que a disfrutar de la música.
Hombre,
la verdad es que es inevitable cuando hay gente de tanto nivel. Yo creo
que tuve la suerte de tener compañeros de bastante nivel, es una
competición, pero sana. Te fijas que bien lo hace Fulanito
y piensas “voy a intentar yo también dar la talla y estar a ese
nivel”. Eso es bueno también, porque te impulsa más.
¿A
qué edad empezó a tocar?
Pues
muy tarde. No soy como esos niños que dicen que a los 4 años dio su
primer concierto. Yo empecé con 10 años y acabé a los 20 el
conservatorio.
¿Y
cuando tuvo claro que lo tuyo era el piano?
Pues yo creo que enseguida. Mi madre me decía “tu hasta 4º curso y
luego para enfermera u otra cosa”. Y yo ya me dí cuenta que esto era
imparable, que te iba absorbiendo más y más y que siempre ibas pensando
a ver lo que ibas a tocar el año que viene, después que si me voy a ir a
Viena, a Londres o Nueva York. Y cada vez siempre miraba más allá.
¿Su
vocación hacia la música viene de familia de artistas?
Tengo una hermana que es laudista y cantante y ha grabado algún disco. Y
siempre hemos hecho música juntas. Mi madre hizo danza. Creo que es una
mujer con talento, y lo he reconocido, es algo que se ve cuando tienes
arte a tu alrededor. Creo que sí he recibido el arte a través de ella.
Aunque mi padre presumía que era por su lado, que era por un primo que
tenía en la orquesta nacional. (se ríe)
¿Cuál
es su compositor favorito?
Pues
tengo varios, no podría quedarme con uno solo. Tan pronto me gusta estar
tocando a Bartok o a Prokofiev, como de repente decir que Beethoven es el
mejor, y que no hay fuerza mayor en la naturaleza como la de Beethoven.
Pero de pronto, tocas una Partita de Bach y dices “¡qué maravilla!, es
que donde hay perfección y arte...”
No
me puedo quedar con uno y dejar a otro. Me gustan mucho los románticos a
partir de Beethoven, la música alemana, Brahms, Schumann. O determinados
compositores o determinadas obras.
¿Y
compositor español?
Como español, ya no se si se toca por placer o por obligación. Desde que
empezamos el conservatorio estamos estudiando Albéniz, Granados... ya no
sabe uno si le gusta o no. Yo creo que nos acaba gustando por deformación
profesional... (bromeando)
Yo
acabo de hacer las “Goyescas” de Granados y las acabo de grabar. Uno
como artista tiene la obligación de enamorarse de lo que hace, sino no lo
puede transmitir, o sea, te tiene que parecer lo mejor del mundo en ese
momento. Y realmente, yo he descubierto las “Goyescas” ahora cuando
las he tocado aunque ya las conocía, pero las he redescubierto y me
parecen geniales. No todo el mundo piensa lo mismo, porque es una obra que
se toca poco, porque a lo mejor resulta un poco árida, pero si uno la
escucha unas cuantas veces se puede dar cuenta del alcance que tienen.
Depende de la importancia que uno le quiera dar y de la que le da el intérprete.
Ahora
también tengo que hacer la “Suite Iberia” de Albéniz completa, ya no
me queda más remedio!! (se ríe) ... Primero la interpretaré en el Ciclo
de Grandes Intérpretes en Madrid. Me decía Alicia de Larrocha que para
ella le resultaba mucho más difícil tocar las “Goyescas” que la
“Suite Iberia”. A mi me cuesta creer, porque la “Suite Iberia” es
tal cantidad de notas, de acordes, de saltos... me cuesta creer que sea
menos árido. Pero quizás en cuanto a concepto musical si sean más
complicadas las “Goyescas” que la “Suite Iberia”, que es una música
más clara. A lo mejor es complicada de notas y de una dificultad un poco
inútil porque no da el resultado esperado a veces, o sea, que tanta
dificultad no se corresponde con el resultado. Bueno, son los dos grandes
pilares de nuestra música junto a Falla y hay que reconocer que están
muy bien.
¿Está
especializada en algún compositor en concreto?
No,
pero bueno, música española hago casi todo. Me gustaría profundizar un
poco más en la música del Padre Soler que me resulta muy interesante y
de mucha calidad. También hago estrenos de compositores actuales y por
supuesto, no puedo dejar a los clásicos de lado.
¿A
qué pianista admiras más y ha seguido más de cerca?
Pues he admirado a muchos pianista como Alicia de Larrocha, Maria Joao
Pires, Emil Gilels, Kempff, Barenboim, Radu Lupu... me gustan todos
aquellos que muestran el lado menos perfecto, que tienen una perfección
imperfecta. Aquellos que dan todas las teclas siempre y que nunca se van a
equivocar me ponen un poquito nerviosa. Me gusta el que apuesta porque
pone toda la carne en el asador,
le pueden pasar cosas, pero de repente puede salir la magia. Aquel
pianista donde sabes que siempre puede ser perfecto, dudo mucho que surja
la magia.
¿Cuál
es la cualidad que más admira en un pianista?
Me
gusta mucho que al pianista se le reconozca, por ejemplo Vladimir Horowitz.
Uno oye una grabación de Horowitz y sabe que es él. Me gustan aquellos
pianistas que se les reconoce por su personalidad. Como las sonatas de
Mozart tocadas por Pires, uno sabe que es Pires porque tiene un toque
especial.
Después
de haber tocado por tantos sitios y haber participado en concursos, ¿qué
recomendaría a los jóvenes que quieren abrirse paso en el mundo del
piano?
Hay
varias opciones. Una es la de los concursos. Yo no he hecho ese recorrido
de todos los concursos importantes. No sé ni siquiera si es bueno para la
formación del pianista, pero es una salida. Puedes hacerlo si tienes el
coraje, el aguante y la técnica, porque es que tienes que ser un pianista
muy duro y muy perfecto; hay que tocar los estudios perfectamente. Es una
opción. La otra es llegar a crear un repertorio amplio. Aunque es difícil
tener la oportunidad de que te den un concierto y que te escuchen, no es
imposible. Yo creo que todo el mundo tiene alguna vez una oportunidad, y
si no se deja vencer por la impotencia y tiene el aguante de seguir, creo
que se acaba consiguiendo hacerse oír de una manera u otra. Eso es muy
duro porque claro, trabajar solito en casa sin saber cual va a ser tu
futuro eso es
horroroso, y entonces se te van las energías. Pero creo que es
fundamental no tirar nunca la toalla. Habiendo talento y trabajo se
consigue.
¿Se
dedica exclusivamente a dar conciertos o también imparte clases?
Me gusta la enseñanza pero no tengo tiempo porque requiere mucha energía
y entrega. No descarto dar alguna clase de vez en cuando, o si alguien
necesita algún consejo pues me gusta dárselo. Pero no tengo tiempo para
la enseñanza.
¿Y
piensa en un futuro retirarse como concertista y dedicarse exclusivamente
a la enseñanza?
No,
porque mi máxima obsesión es hacer un repertorio que todavía no he
terminado y hacerlo lo mejor posible. Es mi único pensamiento, pero no
descarto la idea.
¿Qué
busca en una obra a la hora de interpretarla?
Una
vez aprendidas las notas y todas esas cosas, le busco la vida, o sea la
forma, tener una idea. Primero vas dándole forma con un concepto: aquí
voy a hacer esto, allí voy a interpretar de tal forma. Ponerle una
escenografía y hacerla viva. Que no resulte una copia de una grabación,
sino que resulte algo nuevo para ti mismo, que tu puedas crear y que sea
diferente a todo lo demás, a todo lo que has oído antes. Y eso lo hace
mucho más divertido, e incluso te ayuda a superar todos tus problemas técnicos.
Si estás con una idea musical, te va a resolver todos los problemas que
tengas, por ejemplo el paso del pulgar u otra cosa; sale el problema, se
resuelve solo. Es un trabajo conjunto el de la técnica y la música. La
interpretación es una parte básica. Por eso, hacer arte dramático e
interpretación no estaría mal. Hace poco en Zurich fui a un ensayo con
una soprano y vi la representación de un “Barbero de Sevilla” que
llevan haciéndolo ya muchos años; se lo pasaban tan bien los cantantes
en el escenario, era tan buenos actores, que se veía como si lo
estuviesen haciendo por primera vez de esa forma. Estaban reviviendo en la
escena.
Y
yo me decía, que esto tiene que ser así. Algo vivo y siempre nuevo, en
constante cambio.
¿Alguna
anécdota curiosa?
En
fin, lo de los móviles no es ninguna anécdota graciosa (se ríe)... O
que se desmaye alguien en medio del concierto, lipotimias... eso no son anécdotas
divertidas.
En
un concierto que hice en Pekín, nunca había oído mayor escándalo entre
el público. A lo mejor, el concepto de concierto allí es diferente. La
gente entraba, salía, comía palomitas, bocadillos, como si fuera el
circo. Y yo cada vez que les miraba, parecía que allí no pasaba nada, y
yo seguía tocando. ¡Cosas raras! (se ríe)
¿Con
qué director se ha sentido más a gusto trabajando?
Pues ha habido varios, pero es tan difícil encontrar un buen director.
Normalmente, si cuidan mucho la música nunca te avisan de cuando tienes
que entrar, se olvidan de ti. Pero prefiero los directores que buscan más
la música que ir al mismo tiempo todos juntos. Los que buscan algo más
que el que vayamos juntos todos. Me sorprendió mucho López Cobos con un
concierto de Ravel que hicimos en Los Ángeles hace un par de años con la
filarmónica de Los Ángeles. No se si era la orquesta, si era él, pero
aquello fue increíble. Son de esas cosas que parece un sueño a la luz de
la luna. En esa montaña donde pone Hollywood, debajo se celebra todos un
festival todos los veranos que se llama “Hollywood Bowl” y son
conciertos al aire libre con cabida para 18 mil personas; la gente se
lleva la cestita con la merienda... es un ambiente muy bonito. Ese es un
recuerdo especial que tengo.
¿Qué
director de orquesta admira más?
Me acuerdo muchísimo de Cebidache. Lo admiro por la gran personalidad que
tenía y por las versiones tan diferentes que hacía. Pero hay muchos
grandes como Temirkanov. Por lo general me gusta mucho la gente muy mayor.
Me gustan los pianistas mayores que están de vuelta de todo y que les
parece todo un recuerdo, que ya no se están jugando nada. Tienen una
forma de hacer música tan diferente... No tienen prisa, tienen calma,
respiran. Recuerdo los últimos conciertos de Claudio Arrau como algo
maravilloso.
¿Cree
que algunas veces, algunos de los pianistas actuales más famosos no
estuvieron a la altura de los antiguos como Cortot, Rachmaninov o
Rubinstein? ¿Crees que antes había más nivel y calidad interpretativa
que ahora?
Antes había un tipo de pianista virtuoso que ahora no hay, porque se
llevaba más, era una moda; el romanticismo y el virtuosismo por hacer
escalas, arpegios, florituras y música que impacte al público. Conseguir
el efecto de impactar a base de cosas brillantes. Para mi eso es un
divertimento, eso no es la música. Está muy bien si el pianista, además
de colocarte espiritualmente en otro plano, es un virtuoso y te impresiona
con esas cosas, me parece genial. Pero yo no es lo que busco, no estoy
buscando esa forma de impresionar. Siempre busco más la propia emoción
que pueda haber entre una nota y otra. Van cambiando las modas si, pero
ahora los repertorios son mucho más grandes. Cada día tenemos más
composiciones para piano, y ya la música del siglo XX es muchísima. Pero
sigue habiendo pianistas virtuosos.
¿Cómo
se siente antes y después de un concierto antes un gran auditorio?
Si
he tocado bien, feliz. Los nervios de antes no te los quita nadie. Hay días
que estás más excitada que otros. Otros días tienes una calma que no
tiene por qué y tampoco es bueno, porque siempre es buena una pequeña
dosis de nervios para mantenerte alerta por cualquier cosa que pueda
ocurrir conviene. Me gustan los auditorios llenos; me concentro mejor
cuando hay mucha gente. Si hay poca gente me despisto, no presto tanta
atención. Si hay mucha gente noto más las vibraciones del público,
entonces me entra más fuerza y no pierdo un instante de concentración.
Después de un concierto, si has conseguido lo que buscabas sientes una
gran satisfacción personal. Cuando has conseguido olvidarte que te tienes
que relajar, te has metido completamente en la música y logras ese
silencio que no se oye ni una mosca, eso es para mi maravilloso. Pero
cuando estas tocando y oyes murmullos o toses, entonces me digo “aún no
he logrado el clímax” y pongo todas mis fuerzas, y claro, lo consigues
o no lo consigues.
Sus
próximas grabaciones.
Acabo
de grabar, pero todavía no ha salido, las “Goyescas” de Granados.
Tengo en vistas la “Suite Iberia” de Albéniz, y otras cosas más.
¿Qué
planes tiene para un futuro próximo?
Voy a ver si consigo ordenar mis repertorios y mi vida porque ahora mismo
estoy a programa por mes. Después del Concierto No.3 de Beethoven, que
estamos tocando ahora, en febrero estreno en Berlín una obra de Leonardo
Balada, un catalán afincado en Pittsburgh, con la Orquesta de la Radio de
Berlín y Frühbeck. Para marzo, hago un programa dedicado a las rapsodias
de Albéniz y Halffter y la “Rapsodia in Blue”. En abril, tengo otro
programa de música contemporanea dedicado obras de Ligeti, Kurtág,
Cristóbal Halffter y José Luis de Delás. En mayo, una gira con un músico
de la Orquesta Filarmónica de Viena haciendo “La Trucha” de Schubert
y después, en Málaga tengo un programa para el mestizaje de todas las
artes. Luego tengo los festivales en verano con diversos programas, y a
ver cuando me da tiempo a hacer la “Suite Iberia”.
Desde
aquí, nuestros más sinceros agradecimientos a Rosa T. P. por habernos
concedido la entrevista y haber pasado un rato muy agradable junto a ella.
Entrevista
realizada por Rocío Cuenca y Anuska Requena.
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