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Número 10º - Noviembre 2000


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LA LEYENDA CONTINUA... EN EMI CLASSICS

Por Ignacio Deleyto Alcalá

 


Si el mes pasado nos deteníamos en las sinfonías de Shostakovich por Previn, esta vez es el turno de la música de cámara con un auténtico "trío de ases": Jacqueline du Pré, Pinchas Zukerman y Daniel Barenboim; otra de las aportaciones más interesantes a la serie "double fforte" de EMI. Hasta ahora, son tres las referencias publicadas: Sonatas para violonchelo y piano de Beethoven, Sonatas para violín y piano de Beethoven y las primeras grabaciones de Jacqueline du Pré para la BBC. La malograda violonchelista inglesa ha sido siempre un filón para la EMI que reedita sus grabaciones una y otra vez. Así, es fácil para el aficionado ir reuniendo todos sus registros que, en realidad, no son tantos. Gracias a esta reedición, el aficionado español puede hacerse con este último doble que no estaba disponible en nuestro mercado y quizás más importante, por fin y después de muchos años, la EMI edita la integral de las sonatas para violín y piano de Beethoven por Zukerman y Barenboim, nunca antes publicadas íntegramente en CD.

Nacida en Oxford en 1945 en el seno de una familia de clase media de marcada inclinación musical Jacqueline du Pré fue muy pronto etiquetada como niña prodigio. Todo empezó cuando con sólo cinco años escuchó por la radio el sonido de un violonchelo. A pesar de su corta edad aquello marcó el rumbo de su vida. A partir de entonces comenzó una carrera vertiginosa: estudios con diversos profesores en las mejores escuelas de Inglaterra, clases magistrales con los mejores intérpretes, conciertos por Europa y América, numerosas grabaciones y una dedicación absoluta a este instrumento. Pronto superó las dificultades técnicas del instrumento. Se decía de ella que podía hacer cualquier cosa con el cello. Tenía madera de solista y lo demostraba en la pasión e intensidad con que tocaba y en su a veces particular visión sobre algunas obras.

Después de unas grabaciones para la BBC a comienzos de los sesenta, empezó su relación con la EMI con la que grabaría parte importante del repertorio para violonchelo y que hoy conforma su legado artístico. También por aquellos años conoció al pianista judío Daniel Barenboim, otro niño prodigio que tras un periplo por Argentina, Israel y Austria, llegó a Inglaterra con la idea de triunfar como solista de piano y director de orquesta. Entre los dos surgió de inmediato una atracción en un sentido musical y personal. Se hicieron inseparables y después de tres meses se casaron en Israel en 1967. Ella se convirtió al judaísmo. A su boda asistieron importantes personalidades, incluido el por entonces presidente de Israel, David Ben Gurión. Otros nombres conocidos fueron el director Zubin Mehta, compañero de estudios de Barenboim en Viena y el director inglés John Barbirolli con el que realizó registros que la lanzaron a la fama.

Siguieron unos años de fructífera colaboración. Con el también violinista judío, Pinchas Zukerman, formaron un trío que se hizo legendario. La afinidad que surgió entre los tres músicos, la capacidad de comunicación y la habilidad para dialogar con los instrumentos quedó patente en sus apariciones en festivales y en las grabaciones, aclamadas unánimemente por la crítica.

Por desgracia, los años de éxitos iban a terminar muy pronto. En Julio de 1971, cuando estaba en la cima de su carrera, empezó a sufrir ciertas molestias que le impedían tocar como antes. Sus días como intérprete estaban contados. Después de varias recaídas llegó su retirada en 1973, a los 28 años. Sus manos ya no respondían. Nunca más pudo volver a tocar el violonchelo y terminó en una silla de ruedas. Murió en Londres el 19 de Octubre de 1987 a los 42 años. Desgraciadamente su tiempo fue muy breve.

La mayoría de las grabaciones contenidas en este primer álbum, "The Early BBC Recordings" (EMI 573377 2) proceden de recitales en directo como, por ejemplo, la Sonata para cello No 2 de Brahms que interpretó en el Festival de Edimburgo acompañada por Ernest Lush cuando sólo tenía 17 años. Esta sonata, que abre el segundo disco, es todo un derroche de musicalidad, concentración y luminosidad. Ya por entonces, encontramos las características que la harían famosa: dominio técnico, fuerza expresiva y un sonido amplio y envolvente. Dos joyas más contenidas en este doble, son las dos únicas suites para cello de Bach que llegaría a grabar (las Nos 1 & 2). Por tanto, su valor histórico es extraordinario. De haberlas grabado más adelante, habría, sin duda, pulido su interpretación pero que poco importan unos pequeños desajustes cuando somos testigos de una ejecución tan brillante e intensa. Su entrega es admirable. También se incluyen obras de Couperin, Handel, Falla y Britten.

El siguiente disco recoge las sonatas para violonchelo y piano de Beethoven (EMI 573332 2) también tomadas del Festival de Edimburgo en grabación original de la BBC de 1970 (toses incluidas). Aquí encontramos a la du Pré en plena madurez acompañada además por un Barenboim atento y disciplinado que la arropa con seguridad y delicadeza. Dos monstruos de la interpretación en un mano a mano: Compenetración absoluta, atmósfera envolvente, diálogo fluido entre los intérpretes, entusiasmo contagioso y por encima de todo, ese violonchelo capaz de rugir y acariciar al mismo tiempo. Pocas veces se ha oído música de cámara con tal nivel de concentración, espontaneidad y calidez. El doble que dura más de 140' incluye además de las cinco sonatas, las tres series de variaciones para cello y piano que son una auténtica delicia. Sobran más palabras, la recomendación es absoluta.

Llegamos, por último, a las sonatas para violín y piano de Beethoven (EMI 573647 2 & EMI 573650 2) en interpretación de Pinchas Zukerman y Daniel Barenboim que, como queda dicho, aparecen completas en CD por primera vez. Además y por si esto fuera poco, el último disco se cierra con el Trío para piano, violín y cello Op 50 de Tchaikovsky en otra grabación en vivo del año 72, poco antes de la definitiva retirada de Jacqueline.
Esta versión se convierte en una de las mejores opciones a precio medio para los que quieran tener la integral y no sólo las habituales sonatas "Kreutzer" y "Primavera". Ambos músicos derrochan imaginación y lirismo. Zukerman demuestra gran sensibilidad, elegante fraseo y una exquisita manera de acentuar. Ataca algunas frases con cierta agresividad aunque su sonido claro y luminoso compensará alguna que otra brusquedad. Barenboim por su parte es, como siempre, el acompañante ideal. Su precisa digitación (todas las notas adquieren personalidad propia), su juego con la dinámica, su vitalidad y apabullante técnica son marcas de la casa. En general, los músicos se inclinan por los tempi lentos y una excesiva seriedad. Como consecuencia de ello, algún movimiento puede perder la gracia y ligereza de otras versiones como, por ejemplo, el Allegro vivace de la sonata No 2 que en sus manos resulta un tanto pesante si lo comparamos con Grumiaux/Arrau o Perlman/Ashkenazy. El sonido de comienzos de los setenta es muy bueno y el reprocesado ha dado un mayor realismo y brillo. Versiones, por tanto, recomendables que a nadie decepcionarán.