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Número 12º - Enero 2001


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EMPECEMOS CON AMOR.

Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su Curriculum.


(Corazón en medio de la arboleda)

     Es el comienzo del año, del siglo, del milenio... y por este motivo trataré un tema que influye en la música y en cualquier manifestación artística del ser humano: el AMOR. Como decía Erich Fromm en su libro "El arte de amar": "hablar del amor no es predicar, por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano".

     En tiempos de la Ilustración, algunos definieron el Romanticismo como la expresión sentimental del mundo de los sueños, por eso la música era considerada la más romántica de todas las artes, ya que se encontraba entre el sueño y la realidad, y era el estado ideal, perfecto hacia donde todas las artes debían encaminarse.

       Para mí la música es una de las manifestaciones más sublimes que existen. Va directa al corazón: del compositor, del intérprete... al oyente... Además de las normas de composición empleadas, en cada pieza valoro el sentimiento que transmite.

       La música no atiende a barreras de sexo, religión... Es una fuente de expresión y expansión anhelada, pero me entristece saber que no se conoce todo lo que debería. Es nuestra responsabilidad establecer las bases para una óptima educación de las nuevas generaciones. Debemos enseñarles a amar la música... ¿quién sabe si ella llegue a ser su vocación, el tesoro oculto que nadie había descubierto en los niños?

        La música no se puede clasificar en materia "humanística" o "científica", debería estar presente en la educación de todo ser humano, aumentando los niveles de enseñanza a lo largo de toda la escolaridad.

        No comprendo por qué si los niños no tienen unas nociones básicas en lenguaje o matemáticas (por poner un ejemplo), se piensa que no están lo suficientemente formados, y sin embargo, no se exige esos mismos niveles en música. Un país está desarrollado cuando su infancia tiene unos elevados niveles de educación en todas las materias; en España, en el aspecto musical, nos queda un gran camino por recorrer.

        Pero cada uno de nosotros, desde el lugar donde nos ha tocado vivir, podemos hacer mucho por esta educación musical tan anhelada, y como no, por la educación integral de cada niño, siempre partiendo desde el amor. Piensa en la diferencia tan abismal que existe entre una persona que desempeñe su trabajo con amor, entregándose por completo en lo que cree, y contrástalo con aquella otra que vive sin encontrarle sentido a lo que hace...

        Todos debemos educar desde el amor. Partiendo de los cuatro aspectos de nuestro "yo" (el "yo" que conozco y conocen, el "yo" que conocen y no conozco, el que sólo yo conozco, y el que nadie conoce), nos haremos conscientes de la realidad de nuestros semejantes y tomaremos partido en la vida, porque la educación nunca es neutral.

         La educación desde el amor nunca acaba, sólo nos hace seguir avanzando para llegar a nuestra plena autorrealización y a la de toda la humanidad. Nos lleva a la libertad, nos transmite los contenidos culturales básicos socialmente para vivir integrados en el mundo, fomentando el desarrollo de la mundialización humanista y nos lleva a querernos más, a aprender, a enseñar... Esta educación no es una mera transmisión de conocimientos objetivos o destrezas prácticas, sino que se acompaña de un ideal de vida y un proyecto de sociedad.

         En un mundo tan difícil y complejo como el nuestro, es necesario que descartemos la "cultura del tener", y volvamos a la "cultura del ser" para enamorarnos del conocimiento, del arte, de los valores... Y por eso desde aquí he querido hacer esta llamada al amor. Como decía Erich Fromm, "tener fe en la posibilidad del amor como fenómeno social y no sólo excepcionalmente e individual, es tener una fe basada en la comprensión de la naturaleza del hombre".