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LA PASIÓN DEL "REY" HARNONCOURT Por Angel Riego Cue. Lee su curriculum.
En la discografía de la Pasión según san Mateo de Bach (una de las obras cumbres de toda la historia de la música) marcó un antes y un después la publicación, en 1970, de la interpretación dirigida por Nikolaus Harnoncourt. Por primera vez se grababa la Pasión con instrumentos originales de la época, recreando el sonido original de la obra, y el reto era presentar algo "distinto" a las versiones tradicionales existentes hasta la fecha, de los Klemperer, Richter, Münchinger, etc. Aquella temprana grabación fue más importante por lo que representó de ruptura que por su valor real como interpretación, pues se le podían encontrar muchos defectos, desde los problemas de afinación de los instrumentos hasta el empleo de voces exclusivamente masculinas (contratenores en vez de contraltos, y niños sopranos en vez de sopranos); si bien esto último reflejaba fielmente cómo se cantaba en las iglesias alemanas de la época de Bach, y suponía una nueva sonoridad en una obra donde siempre se habían escuchado a mujeres interpretar estos papeles, también es cierto que técnicamente un niño nunca puede alcanzar los resultados de una buena soprano, y ni siquiera las interpretaciones llamadas "historicistas" suelen seguir esta norma. En los treinta años transcurridos "ha llovido mucho" y han aparecido multitud de versiones de la Pasión en la línea "historicista", y muchas de ellas podían considerarse claramente superiores a aquella primera; sin embargo, el hecho de ser el pionero ha hecho que, para mucha gente, esta obra "pertenezca" a Harnoncourt, y que su interpretación se siga recomendando habitualmente como una de las de referencia. A principios de los 80 se publicó en LP una interpretación "en vivo" de Harnoncourt de esta Pasión, dirigiendo a una orquesta sinfónica "tradicional", la del Concertgebouw de Amsterdam, pero lo que no existía era otra grabación con instrumentos de época y con su conjunto de siempre, el Concentus Musicus de Viena. La versión del Concertgebouw, que sepamos, nunca llegó al CD, aunque hacia 1985 pudo verse la filmación de ese concierto por la TV española. No podía pasar el año 2000, con sus celebraciones del 250 aniversario de la muerte de Bach, sin que Harnoncourt aprovechara para brindarnos una visión "historicista" puesta al día de esta obra, y hace ahora justamente un año se grababa esta versión en la Iglesia de los Jesuitas de Viena, con la participación del Concentus Musicus y otros conjuntos habituales en el quehacer de este director austríaco nacido en Berlín: el coro Arnold Schoenberg y los Niños Cantores de Viena. Pero no se piense que los años transcurridos han moderado el estilo de Harnoncourt, haciéndolo más asequible para el público general: todo lo contrario, continúa siendo un "provocador" que descubre aspectos nuevos en las obras, aunque sea a costa de la división de opiniones, es decir, entusiasmará por igual a sus seguidores como irritará a sus detractores, entre estos últimos los acostumbrados al estilo "tradicional" de un Karl Richter, pero no sólo ellos. Al igual que su primera grabación ya sorprendía desde el coro inicial (con un ritmo de danza que nos recordaba su origen de Sarabanda), en esta el oyente no avisado encontrará también sorpresas: en primer lugar, un "tempo" en general rápido (la obra le dura en total 163 minutos, 12 menos que a él mismo en 1970 y ¡una hora menos que a Klemperer!), aunque entre las versiones historicistas es lo habitual: la mayor diferencia se nota en las arias, que se alejan del carácter "conmovedor" que suele asociarse a esta música, y que para Harnoncourt debe ser una "contaminación" proveniente de las interpretaciones que se dieron en el siglo XIX. Luego también puede sorprender la forma de dirigir los corales, con un ritmo muy marcado, casi podría decirse sincopado, o los estallidos de violencia sonora que ocurren en diversos momentos (plenamente justificados, al menos, en algún caso, como cuando la muchedumbre impreca a Jesús). En conjunto, podría preferirse la mayor frescura y espontaneidad de la dirección de 1970, pero en los aspectos puramente técnicos (afinación, etc.) la orquesta suena mucho mejor ahora. Los aficionados a las grandes voces de hoy, aunque no sean precisamente "fans" de Harnoncourt, encontrarán sin embargo los suficientes puntos de interés en este álbum para que merezca la pena su compra, pues el reparto reúne a lo mejor que hoy día se puede encontrar (entre las versiones de la Pasión con instrumentos de época sólo la de Gardiner ha reunido un plantel semejante de "estrellas"). Afortunadamente, el director ha decidido prescindir esta vez de las voces de niños para las arias de la soprano, y encomendarle el papel a Christine Schäfer, hoy por hoy la última soprano lírica alemana en la gran tradición de Schwarzkopf o Grümmer. Su actuación, junto a la de Bernarda Fink (la mezzo más prestigiosa de las que graban habitualmente con agrupaciones historicistas) suponen lo mejor de esta versión, sin que desmerezca el resto del reparto: el Jesús de Goerne (como es habitual en él, y era de esperar) en la línea de quien fue durante muchos años el "Jesús" por antonomasia en esta obra, Dietrich Fischer-Dieskau; el bajo Oliver Widmer, espléndido, que no hace añorar al Van Egmond de la grabación de 1970; y el Evangelista de Prégardien, con el que sí nos acordamos del gran Kurt Equiluz: aunque es indudable que lo hace bien, se nota que el alemán no es su lengua materna. La grabación es de gran calidad, como era de esperar, y
la presentación del álbum (que incluye libreto y discos
en una sola pieza) es de verdadero lujo, con gran número
de fotos en color. Hay que decir, por último, unas
palabras sobre el complemento multimedia de esta
edición: el tercer disco (que como CD audio sólo dura
30 minutos) incluye otra vez la Pasión completa
en un fichero de 112 megas de extensión .mov (aunque no
es una película, sino sólo audio); para los
acostumbrados al formato mp3, puede decirse que es algo
similar. La razón de ese fichero es que puede
sincronizarse con la partitura de la obra, la cual puede
verse al mismo tiempo en la pantalla del ordenador; y
mientras suena cada pasaje, el área correspondiente de
la partitura queda resaltada. En total, los 78 números
de la Pasión según san Mateo se han dividido
en 150 "pasajes", que por supuesto pueden
escucharse (y verse en la partitura correspondiente en
pantalla) sin interrupción. La idea es excelente para
seguir la obra, y añade interés a la edición, aunque
hubiera sido más asequible si como partitura se hubiera
utilizado una versión impresa en lugar de fotografías
del manuscrito de Bach, cuyo valor iconográfico por otra
parte es indudable. |