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Número 19º - Agosto 2.001


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Un acercamiento a los planteamientos estéticos de Dmitri Shostakovich (1906-1975) a través de dos definiciones del término "Música".

Por Elisa Rapado. Musicóloga y estudiante de grado superior de piano.


     Prokofiev, Shostakovich y Katchaturian.


     La personalidad y el desarrollo artístico del compositor Shostakovich se manifiestan, a ojos del investigador occidental, como un conjunto de ideas difíciles de cohesionar, e incoherente en muchos planteamientos. La publicación de las memorias de Shostakovich, en 1979, recopiladas y editadas por Solomon Volklov, contribuyó a aclarar en parte la situación de dicho compositor en el ámbito cultural de su país, ya que las investigaciones llevadas a cabo anteriormente se basaban en las declaraciones oficiales y entrevistas publicadas exclusivamente en medios autorizados por el poder soviético.

Actualmente contamos con documentos más fiables, que permiten afirmar que Shostakovich planteó su vida como una dualidad entre sus inquietudes artísticas y personales y los dictámenes del realismo socialista, doctrina estética promulgada por Maxim Gorki en 1934, vigente incluso en los años 60 y de la que, finalmente, podemos afirmar que él no compartía, al contrario de lo que podría pensarse a través de las fuentes oficiales soviéticas.

A diferencia de sus contemporáneos (Schöenberg, Stravinski), Shostakovich no hizo evolucionar sustancialmente los parámetros musicales (armónica, tímbrica o estructuralmente), ni tampoco atravesó, a lo largo de su proceso de formación y madurez, por etapas claramente diferenciadas. Su evolución musical se acerca más a la de cualquier compositor del siglo XIX, que pasa por una etapa de aprendizaje en la que se descubren los recursos que se irán madurando y asimilando de forma cada vez más personal durante la propia vida.

Hay bastantes razones que explican esta evolución, un poco atípica. Entre otras cosas es importante señalar que Shostakovich nunca, en sus setenta años de vida, se atrevió a hablar libremente sobre sus motivaciones estéticas. Tampoco salió nunca de Rusia, que entonces era la Unión Soviética, salvo en pequeños viajes siempre organizados por el Partido Comunista. Es decir, fue un caso totalmente diferente del de Prokofiev o Stravinski, que vivieron también una vida propia en Occidente.

Acabo de citar al Partido Comunista Soviético. Actualmente, hay una mayor conocimiento de los principios de funcionamiento de dicho organismo, algunos de los cuales tenían muy poco que envidiar a las posturas fascistas más radicales que se dieron en la Europa de los años treinta. Esto supuso que tras el triunfo de la Revolución en el año 18, sólo prosperase en una corta primera etapa el principio de liberalización de las artes.

El ascenso de Stalin al poder, supuso en primer lugar, en el campo de las artes, la estética del realismo socialista, basado en el principio de sumisión del artista a la voluntad del pueblo, en este caso el pueblo soviético. Existe una frase de Zamiatin muy citada a este respecto

"Por fin hemos superado la época de opresión de las masas. Ahora vivimos la opresión del individuo en nombre de las masas".

Los ideales de esta estética fueron Beethoven, Brahms, Chaikovski y Glinka, pero siempre conforme una biografía y obras remodeladas al gusto del poder soviético, verdadero depositario, a base de opresión y crímenes de Estado, de la "voluntad del pueblo". Se trataba de un sistema en nada semejante al capitalismo occidental, en el que el pueblo decide cuál es la música que prefiere comprando más o menos discos de esta u otra música, sino de un intento de educar al pueblo en los valores impuestos por el régimen político.

De acuerdo con el sinfonismo más o menos grandilocuente de los compositores citados, se compusieron cantos al pueblo soviético.

La creación y el pensamiento individual quedaron rápidamente fuera de lugar en esta estética. Esto era así hasta tal punto que un artista ni siquiera podía presentar una obra como canto individual al poder soviético, por ejemplo. Siempre se decía "el artista tal, junto con toda la nación soviética y sus trabajadores etcétera, canta al poder soviético".

La reacción lógica de estas imposiciones a la voluntad creadora implicó que la mayoría de los artistas se marcharan, mediante permisos temporales, para no volver jamás. Pero Shostakovich era demasiado joven (12 años) en la época en que se gestaron estas complicaciones. La razón por la que él es el compositor más conocido entre los que se quedaron, fue porque consiguió expresarse artísticamente de una forma individual en las obras que creó.

Hoy en día es muy fácil afirmar esto, pero hasta 1980, ni siquiera el hijo del compositor se atrevía a decirlo, aunque llevaba ya años viviendo en Occidente. Maxim Shostakovich respetó la voluntad de silencio de su padre, incluso cuando las Memorias de Shostakovich-Volkov ya habían sido publicadas. Hasta tal punto asustaba el miedo a la represión del partido, que hizo a un compositor como Shostakovich, famoso ya en todo Occidente ya, callarse hasta su muerte.

Aunque no podemos fiarnos completamente del testimonio de Volkov, ya que en ocasiones tiende a redactar de un modo excesivamente propio, sí podemos ver que el compositor estableció, consciente o inconscientemente, una férrea distinción entre los géneros considerados mayores (sinfonías, conciertos etc) y los géneros menores (música de cámara, obras para instrumento a solo, lieder). De este modo, las obras mayores, cuya representación estaba controlada por el poder soviético, siempre trataban de adherirse a las directrices del partido. En cambio, en las obras menores, Shostakovich podía permitirse un mayor grado de libertad.

De esta forma su música de cámara es mucho más interesante y original que su música sinfónica, e incorpora elementos incluso de la vanguardia de los años 60. Lo único que cabe es lamentarse, porque de quince sinfonías del autor, apenas hay cuatro o cinco que nos trasmitan su verdadera voz, en muchos casos, sólo en fragmentos.

Shostakovich quebrantó en muy pocas ocasiones su propia norma, adoptada fundamentalmente como principio de superviviencia, ya que contradecir los principios socialistas podía poner en peligro no sólo su carrera, sino su propia vida. Conseguir este equilibrio le costó años de experiencia, ya que, por dos veces en las que se atrevió a incluir en sus obras principios levemente serialistas y atonales, el autor fue calificado de compositor "formalista" y "occidentalista", términos que implicaban la máxima denostación posible, y le condujeron a una situación desesperada. El compositor llegó a perder su trabajo y a necesitar que amigos suyos, influyentes en la cúpula del poder soviético, tratasen de disculparle.

Naturalmente, el propio Shostakovich tuvo que presentar su propia "respuesta de un artista soviético a unas justas críticas", que se materializaron en su Quinta Sinfonía. Uno de estos incidentes, en forma de artículo crítico, tuvo lugar al principio de la carrera del autor, y se refirió a su ópera Lady Macbet, que tuvo que ser retirada de los escenarios y, finalmente, remodelada. El terror que vivió Shostakovich en aquellos días, en los que tenía preparada una maleta para poder escapar si la policía se presentaba en su casa por la noche, puede quedar resumido en esta frase:

"Mi vida es tan triste como la de alguien ante el cual se amontona una pila de cadáveres, pero quizá es una experiencia que, contada, podría ser útil para la gente joven, que se liberará de la amargura que ha rodeado a mi vida gris. (conclusión de las Memorias)"

De este modo, el compositor terminó por establecer férreamente esta dualidad que marcó su vida, y que le hizo ocultar la publicación de sus verdaderas ideas sobre el poder soviético hasta su muerte; momento en el que permitió la publicación de sus memorias.

Sin comprender esta dualidad no podríamos explicarnos las dos frases de Shostakovich que he escogido:

"Creo firmemente que la música debe reflejar el sentir colectivo del pueblo soviético" (declaración hecha a El mundo de la música, en 1953).

"El miedo a la muerte puede ser la más intensa de todas las emociones. Algunas veces pienso que no hay sentimiento más profundo. La ironía yace en el hecho de que, bajo la influencia de ese miedo, las personas creamos poesía, prosa y música, esto es, tratamos de fortalecer nuestras ataduras con lo vivo" (Memorias, pág 301).

 

En sus últimos años, el compositor se pudo permitir algunas concesiones en sus obras sinfónicas, llegando incluso a retratar el carácter asesino de Stalin en su Décima Sinfonía o a componer una obra como el Cuarteto Octavo, verdadero homenaje a sí mismo, lleno de citas y fragmentos de sus obras preferidas.

Al acercarnos a las obras sinfónicas de Shostakovich, comprenderemos los valores que trató de apropiarse la estética socialista: asociación del concepto de líder (Stalin o Lenin) con un carácter truinfalista, un sistema formal basado en el romanticismo (Beethoven, Brahms) y tardorromanticismo con algunas notas nacionalistas (Tchaikowski, Glinka). En cambio, en las obras camerísticas del compositor, se manifiestan las características fundamentales de su planteamiento estético personal.

Como Shostakovich vivió en un ambiente de convivencia cultural bastante importante, ya que el socialismo, aunque unificó políticamente el territorio no pudo terminar con las diferencias de los diferentes pueblos que convivían en el territorio tan inmenso que comprendía la Unión Soviética, recibió influencia de uno de los pueblos más numerosos de la zona: los judíos. Encontramos muchos ritmos y modos tomados del pueblo judío, e incluso canciones concretas. Muchas veces, Shostakovich los empleaba en una obra de cámara, que se popularizaba, y después los pasaba a una obra mayor, cuando ya podían, por decirlo así, "expresar el sentir de pueblo soviético".

Otra influencia destacable se refiere a los compositores de vanguardia: fundamentalmente Berg (Wozzeck) y también Stravinski (Sinfonía de los Salmos).

Shostakovich buscó también inspiración en la música antigua, descubierta a través de su maestro Glazunov, verdadero especialista en Josquin, Lasso etc. Esta influencia se ve sobre todo a través de la importancia que da al empleo y resalte de las voces internas.

Existe también una importante presencia tanto en los ballets y lieder de Shostakovich como en sus sinfonías, de los poetas y escritores antiguos y contemporáneos: Chéjov, Yevtushenko, Ilf y Pétrov, Maiakovski o Blok. La mayoría de estos autores son cómicos, otros satíricos. Al compositor no le gustaba, en general, sentarse a reflexionar sobre inquietudes filosóficas. De hecho, cuando alguien intentaba explicarle que se sentía intelectualmente incapaz, traumatizado artísticamente o algún otro concepto enrevesado, solía contestar "simplemente, bebe menos vodka". Esto nos permite hilar con una reflexión importante para finalizar, que es la consideración de la actividad de músico como algo artesanal.

Los autores que vivieron en estas circunstancias compusieron e interpretaron con el orgullo de alguien que domina su propia técnica. Esto conecta con las ideas de sus contemporáneos pedagogos, musicólogos e intérpretes, como Richter, Oistrach, Rostropovich, Sollertinski o Neuhaus, quienes consideran su actividad como un oficio, cargado de profesionalismo y artesanía, no tanto como una actividad divinizada mediante la idea del talento, sometido a crisis o arrebatos de inspiración. "Por desgracia", según algunos autores, esto coincide con los principios del realismo socialista, basados en el arte como expresión de masas y como medio de someter las individualidades al fenómeno social.

Sin embargo, hay algo que añadir en este punto. Esta cuestión es que el propio oficio antes mencionado, puede crear una reflexión sobre las circunstancias de la actividad humana, el miedo, la presión política, los compositores precedentes o cualquier inquietud personal.

Este último matiz se aleja notoriamente de los parámetros socialistas, y nos permite reflexionar de nuevo sobre el difícil equilibrio que tuvo que adoptar Shostakovich entre la expresión de su voz individual como compositor y las directrices cuyo respeto se le exigía.

 

Bibliografía:

DANILIEVICH: D. Shostakovich simphonist. Música, Leningrado, 1980

MEYER, K. Shostakovich. Su vida, su obra, su época. Alianza música, Madrid, 1998

PEREZ de ARTEAGA. Música de cámara. Shostakovich. Fundación Caja de Madrid, 1998

VAINKOP y GUSIN. Cratki biograficheski slobar compositorob. Musica, Leningrado, 1982.

VOLKOV, S. Testimonio. Las Memorias de Dmitri Shostakovich. Aguilar, Madrid, 1991.