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Número 2º - Marzo 2000


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VIAJE A TRAVÉS DE CHOPIN (I). 

Por Rocío Cuenca Antón.

   

Estimados internautas, ante todo, deseo daros las gracias por la excepcional acogida que nos habéis dado. Agradezco, al igual que mis compañeros, las felicitaciones y apoyo recibidos. Del mismo modo, a aquellos que hayan dedicado algo de su tiempo a leer mi anterior artículo les doy mi más sincero agradecimiento. No sé si habrá estado a la altura de lo que esperabais, pero de lo que podéis estar seguro es de que mi esfuerzo por hacer artículos de vuestro interés.

   Una vez expresadas estas ideas que me han rondado por la cabeza durante el mes, me dispongo a abordar un nuevo tema: Chopin. Mi interés es investigar sobre la figura de este genial músico en todos sus aspectos. Dada la complejidad y magnitud que conlleva, le dedicaré aproximadamente 5 o 6 artículos, en los que espero tratar (aunque no en demasiada profundidad) los rasgos más esenciales en cuanto contexto musical, histórico, social...

  Su padre Nicolás Chopin, en el año 1787, se traslada del pueblo de Marainville, en los Vosgos hasta Varsovia; tras este viaje, nunca más a lo largo de su vida regresará a Francia, por lo que se sentirá más polaco que francés. Para ganarse la vida se dedica a dar clases de francés a muchachos de familias aristocráticas, por lo que es contratado por los condes de Skarberck en Zelatowa Wola, donde allí conoce a Justyna Kryzanowska (la pariente pobre de la familia), que se convertirá en su mujer en 1806. En la citada ciudad nacen sus dos primeros hijos, Ludwika (1807) y Frédéric (1810).

  A los pocos meses nacer F. Chopin, la familia se traslada a Varsovia, donde Nicolás, como ya he dicho, da clases de francés. Pero viendo que sus ingresos no son suficientes, decide alquilar habitaciones en su casa para jóvenes aristocráticos.

  El matrimonio cuenta con otros 2 hijos más: Isabella (1811) y Emilia (1813).
El ambiente en la casa de los Chopin es claramente musical. Su padre toca el violín y la flauta, su madre el piano...

  Frédéric dio enseguida muestras de su inteligencia y capacidad musical. Prueba de ello es que con tan sólo 6 años leía y escribía a la perfección, e incluso escribía pequeños poemas al igual que tocaba el piano con bastante fluidez. Aunque se dejaba ya ver uno de los hechos que marcaría su vida: su constante debilidad física (continuas bronquitis, muy delgado y pálido...). Su primer profesor de piano será Adalbert Zywny, quién se sorprende por la asombrosa facilidad de Chopin para tocar el piano (pese a esto, recordemos que a lo largo de su vida, el contará con grandes dosis de autodidactismo) e incluso componer piezas.

Dejando de lado su biografía, para continuarla en el próximo número, acerquémonos un poco al contenido musical que crea Chopin a lo largo de su vida.

   Chopin construye para sí un universo musical propio, muy alejado del clasicismo, pero tan sólo conserva los marcos exteriores de la forma. Rompiendo con el clasicismo, el arte de Chopin no se sujeta a una ley superior; sus melodías y armonías tejen sus propias formas... Es algo totalmente innovador para la época.

   Pero aunque decimos que Chopin crea un modo nuevo, no parte exactamente de cero. Cuenta en principio con apoyos en las creaciones de músicos de "segunda fila" como es el caso de Hummel, Dussek o Field, incluso en el Mozart más personal y prerromántico. También entre sus influencias destaca la italiana, de Bellini en cuanto a la vena melódica. Pero estos apoyos una vez incluidos en su idea musical adquieren un estilo totalmente innovador, al que pocas personalidades como el caso de Liszt o Brahms, se mantienen al margen.

  Bajo su influencia escriben posteriores compositores como el caso de Scriabin, Rachmaninov y Granados, con lo que se llena el siglo XIX y parte del XX.

  Se podría establecer una comparación entre Berlioz y Chopin. Mientras el primero instauraba el Romanticismo en el terreno orquestal, el segundo lo hace a nivel pianístico. Chopin podíamos decir que es uno de los compositores más fáciles de identificar, con tan sólo oír el "aroma" de sus ideas o frases. Descubrir y dejarse llevar por toda esa poesía que se encierra en su música, es uno de los mayores placeres (a mi juicio); es un tipo de música ideal para elevar el alma, incluso desde mi opinión, quizás sea la de más fácil conexión con nuestro corazón.

   Escuchando su música de pronto oímos cómo expresa con esas bellas melodía, con tierna melancolía, aquello que por su tímida personalidad era incapaz de expresar con palabras.

  Chopin nos ofrece una de las experiencias más completas de toda la historia del teclado. Sin él y sin su revolución, de por seguro podríamos decir que la evolución pianística no hubiera sido igual, ni hubiera alcanzado las cumbres a las que llega.

   Para concluir este primer capítulo acerca de esta excepcional figura, podríamos decir que asimila las características de tres pueblos: el velo de dolor y tristeza de Polonia, la gracia y fascinación de Francia y la profundidad de Alemania. Es ante todo un poeta, cuyo lenguaje era la música, un lenguaje y quizás más perfecto que el de las palabras que en numerosas ocasiones se quedan pequeñas para expresar los más grandes sentimientos.

   Deseo que aquellos que se han embarcado conmigo en el viaje de Chopin, no abandonen el barco antes de llegar a su fin.

¡Espero veros en el próximo puerto!

Bibliografía:
AA.VV.: Piano Classics. Ediciones Orbis. Barcelona, 1997.