Revista mensual de publicación en Internet
Número 21º - Octubre 2.001


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

 

OPINIONES SOBRE LA MÚSICA CLÁSICA ACTUAL


Por Pablo Vázquez Gómez. Guionista y articulista.

Hemos llegado a un punto en esta inmensa sociedad, esta “aldea global” en la cual hasta la música se monopoliza, donde por una u otra razón, y porque ya va siendo hora, me gustaría hablar, defender, y (apegado a esto último) dignificar la música clásica contemporánea, en especial, la era moderna, que no es otra que ésta en la que estamos viviendo.

Con ello, no pretendo, ni mucho menos, hagiografiar a los compositores actuales ni alabar nada de este estilo que no se haya dicho ya, simplemente, pretendo poner las cosas en su sitio.

Mucho se ha dicho de la contemporaneidad de la música clásica, y también de su época más moderna, que si el dodecafonismo es un estilo estúpido inventado por un ególatra con ganas de reconocimiento, que si estos músicos no son conocidos ahora por un “gran” público menos lo serán dentro de 200 años, etc..

Pues bien, me gustaría contestar unánimemente a todos esos comentarios y decirles que, en contra de lo que dice el señor Penderecki, todos estos músicos llevan haciendo un gran estilo diferente individualmente, sin concesiones, dejando paso a la vanguardia y haciendo que la música se renueve constantemente. Se olvidan que hoy en día no toda la música es dinero, que hay gente que vive por ella y la ama, y que, gracias a ellos, todavía la música clásica sobrevive hoy en día. O es que, no me lo niegen: ¿acaso nunca han oído el famoso “Ragtime” de Joplin?, ¿es que nadie se acuerda de “West Side Story”, de Leonard Berstein?, ¿nadie ha oído nunca una de las famosas y publicitadas  melodías de Michael Nyman, o del gran Mertens?, ¿o el “Opening” de Glassworks?. Como se puede ver, la lista es interminable, tan solo la gente debería mostrar más interés cuando escucha algo.

Pues bien, volviendo a parafrasear a Penderecki, le diré que sí, que es maravilloso que esta música sirva tanto para escuchar mientras se come o se compra en unos grandes almacenes, porque eso demuestra que la música es un gran placer inagotable, y que, como tal, va unida a estos tiempos modernos y ultrarrápidos en los que vivimos y a los cuales han sabido adaptar este “clasicismo” (válgame la redundancia) de forma excelente.

Por eso, todos ellos merecen un aplauso, todos: la lucidez de Xenakis, Stockhausen o Varese; el serialismo de Pärt o Bartok; el etnicismo de Shankar y Piazzolla; el minimalismo de Glass, Mertens, Nyman, Reich, Young, etc., y todas esas maravillas que la mayoría de la gente debería descubrir.

Con esto quiero decir que yo, por supuesto, no quiero quitar ningún mérito a esos grandes e históricos genios como Mozart, Schubert, Dvorak, Bach, etc., y que son altamente recomendables para cualquier aspecto (también) de esta vida, pero, en mi opinión, simplemente he de decirles que, si tuviera que elegir, me quedaría con esta época, ¿por qué? Pues ya lo saben, como les he contado antes. O, si no, no me niegen una cosa: en esa época ellos no tenían que vérselas con Maddonas, Spears, Back Streets Boys y demás, y, hoy en día, por desgracia, sí, aunque, afortunadamente, siempre quedará espacio en este mundo y en toda la eternidad para la buena música, que es lo que realmente importa.