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NUEVAS TENDENCIAS: EL MINIMALISMO.
Antes
de tratar con más profundidad obras pertenecientes a estilos más modernísticos
de la música clásica que se corresponden con la época en la que estamos
viviendo (a pesar de que ya se han analizado unas cuantas), cabe explicar
más a fondo los movimientos propios para una mejor comprensión. De
una vez por todas, propongo, de firme propósito (válgame la
redundancia), y debido a todas las opiniones y polémicas que levanta,
analizar a fondo el estilo minimalista y quien forma parte de él y quién
no. Así que, comencemos pues. -El
origen, historia/s, verdades y mentiras: En
absoluto tiene por que ser tan complicado buscar un origen para el
minimalismo musical. Muchos se remontan al impresionismo, es decir, a las
obras de Erik Satie y su maestro Debussy, un tanto
experimentales y meditativas. Otros, sin embargo, se van directamente a la
expresión contemporánea y allí citan una gigantesca cantidad de
ejemplos, no muy correctos, como Morton Feldman, Anton Von Webern,
Karlheinz Stockhausen, etc. Pero casi todos se ponen de acuerdo en
un nombre: John Cage. ¿Y porqué? Pues por que Cage creó
una pieza musical única e innovadora (pese a ser tan sencilla, a nadie se
le ocurrió antes): el 4´33´´, que no poseía sonido alguno
durante esa duración. La crítica se apresuró a llamarle minimalista y a
postrar a su autor como el tótem de este estilo, cosa que, sin embargo,
no es cierta. El propio Cage no se consideraba minimalista, ni él
ni ninguna de sus obras (pese a que es una referencia clave para los músicos
de la “auténtica” vanguardia minimal y los estudiosos de ella), es más,
su 4´33´´, se acerca más a la anarquía que a la forma mínima,
por lo que no hay ningún indicio en esta obra para clasificarla dentro de
algún estilo. En cuanto a Feldman, su música intentaba reflejar
una abstracción que se encuentra presente en los dibujos de su amigo Mark
Rothko y en la música de Cage,
Webern en absoluto admite comparación con la corriente “mínima”,
ni el propio Satie, ya que su música buscaba asemejarse a
“miniaturas” musicales, pero no refleja en absoluto la esencia de esta
música. Con lo cual es obligación aclarar que estos autores pueden haber
hecho alguna obra que parezca minimalista (especialmente los contemporáneos
que vivieron el nacimiento del estilo),
y que hayan sido “inspiradores” de este término para los críticos
o aficionados, pero no para los músicos del movimiento. Es muy
improbable, entonces (como se verá después) que la partitura minimalista
haya salido de algún entorno serialista, ya que la vanguardia minimal
nació como un rechazo de este estilo. Primero,
aclaremos el término. Mucho
antes que en la música el minimalismo existía en otras disciplinas,
tales como arquitectura, moda, pintura, performances, etc. que comenzó
con el manifiesto del arquitecto holandés Mies Van der Rohe “Less
is more” (Menos es más), aunque en música la mayoría de las
fuentes (y compositores) citan a Michael Nyman como el acuñador
del término en su etapa como crítico. En esto difiere Philip Glass,
uno de los músicos considerado fundador y de los pocos que hoy en día
predica con esta corriente, que se lo aplica al músico (y, durante un
tiempo, articulista en el Village Voice) norteamericano Tom
Johnson. Esta
es la definición de minimalismo (sacada de su página web) de este último,
que, aunque cita, al igual que su homólogo inglés, ejemplos que poco
tienen que ver con la música minimal, se ha convertido en una de las más
fiables:
La música minimalista es una categoría extendida y diversificada que
incluye, por definición, toda la música que funcione a partir de
materiales limitados o mínimos; las obras que utilizan solamente algunas
notas, solamente algunas palabras, o bien las obras escritas para
instrumentos muy limitados, como címbalos antiguos, ruedas de bicicleta o
vasos de güisqui. Ello incluye las obras que sostienen un simple gruñido
electrónico durante largo rato. Las obras exclusivamente constituidas de
grabaciones de ríos o cursos de agua. Las obras que evolucionan en ciclos
sin fin. Las obras que instalan un muro estático de sonidos de saxofón.
Las obras que implican un largo lapso de tiempo para evolucionar de un
tipo de música a otro. Las obras que abarcan todas las alturas posibles a
condición de que estén comprendidas entre do y re. Las obras que reducen
el tempo hasta dos o tres notas por minuto. Nyman,
sin embargo, empleo el término para designar a músicos como Terry
Riley y otros. Muy recomendable para comprender su aplicación es
la entrevista suya con Philip Glass en 1.976 , donde, para definir
lo que él entendía como minimalismo en música, aplicó un escrito de Sol
LeWitt (“Párrafos sobre el Arte Conceptual”) con otro de Steve
Reich (“La música con tanto que proceso gradual”). También
es única la antología de textos recogidos por La Monte Young y su
esposa Marian Zazeela en “An Antology”, de 1.962. Ahora
bien, el origen de la partitura sigue siendo discutible, pero puede
percibirse muy claramente. El minimalismo nace con la vanguardia americana
de mediados de los 60, los ya nombrados Terry Riley, Steve
Reich, Philip Glass y La Monte Young.
Todos ellos han nacido a mediados de los años treinta, tienen tras de sí
una amplia formación académica, han trabajado juntos (caso de Riley
y Young o Glass y Reich), rechazan el serialismo
europeo de la época y, más que en la propia música del estándar clásico,
encuentran la inspiración en el clasicismo étnico (por ejemplo: Glass
tomó las músicas hindúes de la mano de Ravi Shankar y las aplicó
a su propia partitura; La Monte Young bebe del teatro japonés; Reich
adoptó ritmos de Ghana, Costa de Marfil y Bali; Terry Riley
se remite a los compositores vanguardísticos europeos y al jazz,
él y Young son discípulos del hindú Pandit Pran Nath;
junto al “supuesto” minimal John Cage, que profesaba el
budismo zen y su filosofía). El
minimalismo se basa (su composición) en la repetición del material más
básico de una obra, sea éste rítmico, melódico,... junto a otras
características: vuelta a la tonalidad, simplificación de las formas,
empleo privilegiado de los elementos de percusión, etc. Por
lo tanto, cabe por fin aclarar términos ya y definitivamente diciendo
que, minimalistas, solo son los músicos americanos que cambiaron las
ideas desafiando al serialismo, como los ya nombrados (Riley, Glass,
Reich, Young), junto a otros que, si bien no han dedicado su
música a este estilo, si saben lo que realmente es debido a su labor
(musicólogos, críticos, etc.), y han hecho obras (aunque solo sea una
pieza, o un disco, como muchos de ellos) para acercarse a este movimiento
por que lo conocen profundamente, es decir, aquellos que forman el que se
podría llamar minimalismo “de intención” (Wim Mertens, Michael
Nyman, John Adams, Penguin Cafe Orchestra), porque
buscan este estilo intencionadamente. A partir de ahí, todo lo demás es
francamente muy dudoso, ya que se ha pasado por una etapa donde se pretendía
llamar minimalista a todo aquello que tuviera una repetición en su
partitura o que no tuviese una melodía claramente identificable, y no se
debe confundir el término minimalismo (aplicado a la música) con mínima
expresión. Bien,
a lo que íbamos: ¿cuándo
comenzó el minimalismo musical escrito? fácil respuesta. La partitura
que se consideró totalmente en este estilo y que fue la que inspiró a
los 2 únicos músicos que siguen hoy en día manteniendo esta vanguardia
“con pesquisas” (que son
Glass y Reich) fue el “In C”, de Terry
Riley. Surge en 1.964, como reacción contra la atonalidad académica
de esa época. Según Riley, la obra está escrita para “un número
indeterminado de instrumentos melódicos”. Así, sobre un pulso
constante, que va acompasado con el del corazón humano, cada músico toca
una secuencia de 53 motivos, repitiendo cada uno un número no determinado
de veces. El instrumentista decide en la interpretación cómo relacionar
su parte con las restantes. Consigue una multitud de combinaciones sonoras
en la cual los ritmos están en constante cambio, y que puede durar
eternamente. Riley, que no sabía lo que acababa de descubrir, dijo
de el “In C”: “está música nos ha enseñado un nuevo
sentido del tiempo”. -De
América a Europa, los principales del movimiento: El movimiento minimalista, como bien se ha visto, nació en los EEUU, a pesar de que su creación tiene una parte intrínsecamente europea (surgió, como se ha explicado, por reacción al serialismo de la escuela alemana de Darmstadt), y al término se le discute su autoría a un inglés, como es Nyman. Vamos
a cifrar a los autores más destacados de cada bando.
En
América: -
La Monte Young y el sonido multiétnico: Se
define a sí mismo “como una apocalipsis sin principio ni final”. Su
obra “Dream House” es un proyecto de permanencia, y su sistema
tonal está fraccionado en microtonos al estilo hindú y oriental,
reposando en la repetición de un grupo de notas que generan frecuencias
armónicas de un único tono. Para él, la función de la pieza repetitiva
es, básicamente, no representar nada fuera de si misma. Es el menos
conocido de todos, sus discos son un casi imposible de conseguir, y su música
se puede tachar como la más complicada y radicalista del movimiento
minimal, pero de lo más interesante y distinta. Basta como ejemplo la
obra “1960 nº 7”, que se articula en dos notas, si y
fa, y tiene una única indicación en la partitura: sostener la nota
durante “mucho tiempo”. O en “1960 nº 10”, en la que se
pide al intérprete que “dibuje una línea recta y la siga”. Su obra
(en este caso plural) más importante es “The tortoise, his dreams,
and journeys”, iniciada en 1.966 , concebida dos años antes para
que sonase indefinidamente en las antes nombradas “Dream Houses”,
las casas de sueño diseñadas para su representación por el propio
compositor y su esposa. -
Philip Glass, o la eterna fidelidad de un genio:
No es el iniciador, como ya se ha dicho, pero para muchos es todavía
más, ya que es de los pocos que se iniciaron y no ha abandonado
totalmente el movimiento, además de
que sus notas siguen resultando originales. Considerado el “abuelo” del minimalismo por aficionados y
compositores (ante la “espantada” de Riley, que podía haber
sido reconocido más justamente de no haber cambiado de estilo, o la
reclusión de Young) que
lo veneran y se inspiran en él para componer estructuras, es el más prolífico
con diferencia. En su caso, su música está aplicada a un proceso rítmico
a las líneas melódicas, lo que le proporciona continuidad y un sinfín
de vibraciones regulares, que entrelaza los módulos establecidos. Su obra
progresa en una sola línea (”Music in Unison”), y va
hacia paralelos desplazados (“Music in fifth”, “Music with
changing parts”, “Contrary motions”). Considera que la música debe ser escuchada como un puro
sonido que pasa, ya que la concibe como una experiencia del tiempo
diferente. Su obra (minimalista) más importante es “Music in twelve
parts”, de 1.976. -
Steve Reich, el más depurado:
-
Terry Riley, la pérdida de ilusión: Con
cierta retórica ecologista, fue el iniciador de la corriente y la
partitura minimalista, pero, más tarde, su música sufrió un revés
inexplicable que le ha llevado al desprestigio y del que parece estar
recuperándose. De realizar el “In C”, ha acabado relacionado
con la música electrónica tecno y otras variantes, pero no se puede
olvidar esta obra, ni que gracias a ella la música cambió, ni sus
relaciones con el Kronos Quartet, ni sus comienzos (“A rainbow
in curved air”, “Song for the ten voices of the two prophets”,
etc.) que ya han creado historia. -
John Adams, entrada tardía pero muy válida:
También
de formación académica prestigiosa (Harvard, donde se graduó Cum Laude
en Música y Composición), director durante años del Conservatorio de Música
de San Francisco, estas relaciones, junto a la de otros artistas, le
sirvieron para sacar obras como “Nixon in China”, de 1.987, que
hicieron subir su fama como la espuma. Pero, su obra más representativa
en el minimalismo es “Harmonielehre” (1.985), donde intenta
seguir la música repetitiva basada en una armonía tradicional,
utilizando la forma de una gran orquesta sinfónica. En
Europa: -
Michael Nyman, la arrogancia escenificada: Reputado
autor de BSOs (que es a lo que prácticamente se ha dedicado desde que
conoció al director Peter Greenaway), antes de empezar en este
campo, cabe destacar su especial estudio de la música folklórica rumana,
sus libretos de ópera, y, sobre todo, su carrera como crítico, que le
impulsaron al status “minimal”. De su música, se pueden citar obras
como las BSOs de “El contrato del dibujante”, de 1.982 o “El
cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” de 1.989, como aquellas
que poseen cierta carga psicológica y que respiran el aire de la
partitura mínima, pero que están muy asentadas en estilos musicales
anteriores, ya que de todos los europeos es el que más relaciones
establece con la música americana, que la considera única en su
contexto. Así pues, como compositor minimalista tiene poco que decir, ya
que con la mayoría de sus obras que no son para filmes (“The kiss
and other movements” de 1.985, etc.) ocurre, al igual que con los
“presuntos” minimalistas ingleses, que, en su afán por unificar el
arte y sus etapas, se acercan más a otros ismos, como el expresionismo o
el romanticismo, pero no al minimalismo propiamente dicho. -
Gavin Bryars, una obra mayor:
Gavin
Bryars tiene en su haber una de las mayores obras representantes del
minimalismo europeo, y de las únicas del Viejo Continente que se pueden
adscribir con todo derecho a este estilo, que es “Jesus blood never
failed me yet”, de 1.974, y que consiguió plenamente acertar con la
forma que sus otros compañeros no consiguieron concretar. En ella se oye
la voz de un vagabundo repitiendo esta frase continuamente, lo cual parte
de un documental de Alan Power, donde Bryars, que ayudó a
su amigo a hacer la mezcla, hizo un loop con una parte de la canción y
fue introduciendo progresivamente distintos instrumentos, creando así una
voz repetitiva, única, que caló hondo en las conciencias de quienes han
compartido su escucha. Se le puede otorgar, perfectamente, el título de
obra cumbre en el minimalismo europeo y lo que éste quiere representar. -
Wim Mertens, musicología aplicada sin caer en la pedantería:
Admirador
de Reich, Glass, Nyman, escritor de un libro clave
para comprender la vanguardia norteamericana (“American Minimal Music”,
1.980), su música surge a principios de los 80, creando un estilo que,
basándose en la circularidad sonora, desmarcándose del americano, es
mucho menos árido y agradable de escuchar, lo que favorece también a las
ventas. Debido a esto, su obra se ha querido encauzar a otros estilos con
los que nada tiene que ver, al igual que con otros compositores, por parte
de pésimos críticos y falsos periodistas que pretenden con ello ganar
dinero fácil. Su principal obra es “Jérémiades” (1.995), en
la que utiliza su propia voz acompañada del piano. Cabe
decir, como ya se ha repetido antes, que este movimiento no pudo calar muy
hondo en Europa debido a la mala unión que se hizo con otros géneros,
pero hay un puñado de músicos que también hay que tener en cuenta, y
que, aunque no formen parte del estilo clásico propiamente dicho, si han
tenido relación directa con él y lo practican. Uno de ellos es Brian
Eno, famoso productor, que ha aplicado la técnica minimalista a sus
composiciones electrónicas, consiguiendo buenos resultados, y que ha
trabajado con Glass. En
España: El
minimalismo (como el resto de vanguardias sonoras) tuvo poca presencia en
España, pero alguna bastante importante. Como, por ejemplo, Eduardo
Polonio, que participó en el estreno mundial de “In C”, y
que estudió en Darmstadt junto a Stockhausen, tiene importantes
obras como “Para una Margarita Ronca” o “Rabelaisiennes”.
El
valenciano Llorenç Barber también intentó la experimentación
por medio de las obras de La Monte Young, como el singular
concierto para campanas “Tintinábules”. Y
en Barcelona, surgirían músicos como Carles Santos, importante
por su música diferente a toda cuanta se está haciendo en el país y que
sigue de plena actualidad con su último disco, “L´adeu”. -El
minimalismo en la actualidad: Hoy
en día, algunos (los más desorientados) citan una tercera generación,
la formada por músicos como Geoff Smith, etc. Otros defienden el
estilo e intentan modernizarlo llamándole “rock de cámara” (¿?),
englobando autores como Goudé, Tiersen, etc., aunque muchos
no se merecen, desde luego, esa horrible denominación. Otros predican el
llamado postminimalismo o minimalismo feliz, y que engloba una serie de
grupos belgas, franceses y holandeses que intentan seguir el estilo de la Penguin
pero que nada tienen que ver con la corriente minimal. Como
bien dijo Nyman, el minimalismo hoy en día ya no existe,
desapareció cuando los respectivos fundadores fueron cediendo el paso o
cuando abandonaron su dedicación exclusiva para probar con otros estilos
(caso de Riley), o dedicarse a un campo musical diferente. Por lo
tanto, hoy puede que muchos músicos sigan experimentando con la
estructura minimal, pero no son lo que en aquellos tiempos fue el auténtico
sonido minimalista, lo que no les hace perder su interés y su mérito,
aun así. De
todos modos, cabe tener el minimalismo como algo importantísimo y, si de
hecho es hoy en día cuando por fin se empieza a valorar, fue por que
gracias a él se acabaron las aburridas composiciones de casi tres siglos
de música tonal y se callaron las bocas de los más ignotos (compositores
y aficionados), musicalmente hablando. Con lo que es muy recomendable
escuchar música de Nyman, Mertens, Glass, etc., para
descubrir que la música clásica y la vanguardia nunca mueren. DISCOGRAFÍA
RECOMENDADA: - “In C” - Terry Riley. -“Music in 12 parts” - Philip Glass. -“Music for 18 Musicians” - Steve Reich. -“Jesus blood never failed me yet” - Gavin
Bryars. -“Jerémiades” - Wim Mertens. -“Theater of ethernal music pretortoise dream
music” - La Monte Young. -“Second dream of pretortoise dream music” -
La Monte Young. -“Harmonielehre” – John Adams. -“El
contrato del dibujante” – Michael Nyman. -“Music form the Penguin Cafe” – Penguin
Cafe Orchestra. -“Music for airports” - Brian Eno. (y
un larguísimo etcétera).
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