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Número 25º - Febrero 2.002


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CONCIERTOS EN OVIEDO: LORIN MAAZEL

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

Oviedo, Auditorio Príncipe Felipe. 30 de enero de 2002. Bruckner: Sinfonía nº 8. Orquesta Philharmonia de Londres. Director: Lorin Maazel.

Anunciado con escasos días en antelación, como un "concierto extraordinario" (es decir, no previsto inicialmente en la temporada), la visita de Maazel y la Philharmonia acabó mereciendo el calificativo de verdaderamente extraordinario. En el programa, uno de los mayores monumentos sonoros de la literatura sinfónica, la catedralicia Octava Sinfonía de Anton Bruckner. La categoría de la histórica orquesta británica y del maestro de fama mundial hacían que se pudiera esperar algo por encima de lo habitual.

En el primer movimiento, quizás lo menos logrado, ya era indudable que Maazel se sabía la obra absolutamente de memoria, con un absoluto dominio técnico y marcando hasta los más mínimos detalles, aunque con un cierto gesto displicente. El movimiento le sonó "misterioso" como una música de película hollywoodiense, muy poco "germánico", aunque no por ello dejaba de tener su atractivo. El segundo movimiento, "Scherzo", hizo subir el nivel pese a cierto exceso de volumen sonoro. El tercero, "Adagio", alcanzó el clima "ominoso" necesario, fue angustioso como pide la obra, y el cuarto fue vibrante y arrebatado, con la orquesta absolutamente entregada.

Una interpretación, por tanto, que fue de menos a más (pero de un "menos" ya muy alto) a medida que transcurría el concierto, con una profesionalidad y una entrega de la orquesta que es tanto más de admirar por la habitualmente bochornosa conducta del público, que dio un verdadero "recital" de toses entre movimientos, haciendo esperar a Maazel con la batuta en el sobaco hasta que los señores espectadores terminasen de toser, y donde tampoco faltó el imprescindible teléfono móvil sonando, en este caso en la coda del primer movimiento.

La Orquesta Philharmonia estuvo sensacional, a la altura de su fama, con una fabulosa sección de cuerda, y sólo se le podría reprochar una afinación un poco "problemática" en algún metal que también mejoró mucho en el cuarto movimiento. En resumen, lo dicho, un "concierto extraordinario" verdaderamente extraordinario.