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Número 25º - Febrero 2.002


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MONSIEUR CROCHE

Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.

A veces, cuando el ingenio y la sensibilidad se entrelazan, ocurre el milagro de la genialidad. De forma casi misteriosa, este hecho que surge arbitrariamente se manifiesta a través de individuos que han pertenecido y pertenecerán a todos los tiempos.

Musicalmente, los siglos XIX y comienzos del XX tienen la ocasión de admirar a uno de estos "genios". Se trata de Claude - Achille Debussy, compositor francés eminentemente impresionista.

A la pregunta de ¿cómo se manifiesta lo francés en la música? Debussy contesta: "la claridad, la elegancia, la declamación sencilla y natural. La música quiere ante todo faire plaisir, proporcionar placer".

No olvidemos que este pequeño burgués, de gusto exquisito y de aires aristocráticos (tal vez heredados de una madre elegante que le inculcó la afición por la música) viene al mundo un 22 de Agosto de 1862, coincidiendo con la época de máximo esplendor de la pintura francesa, en una tierra llena de encanto situada en el centro del reino francés: Saint - Germain - en - Laye, cuyos paisajes levemente ondulados, cruzados por numerosos ríos y cubiertos de bosques cautivaron a los famosos pintores del momento.

En este punto hacemos una observación sobre el término "impresionismo", cuyo origen proviene de una nueva pintura que pretendía causar la impresión inmediata y captar los efectos de la luz. Así mismo, Debussy se convierte en un mago musical que abre nuevos horizontes en cuanto al lenguaje, rompiendo con la forma clásica - romántica, y creando una nueva forma libre y fluctuante: la partitura se inunda de luz, una luz irreal, etérea, acariciada por la mano divina de un creador.

"Sobre el Pont des Arts hay un hombre. Contempla el juego de colores sobre París. Sus ojos siguen el rápido centelleo de los reflejos sobre el agua y los bordes de los pequeños botes. Son unos ojos brillantes bajo unas cejas pobladas, salientes. Su mirada tiene algo que indica que está sumido en sus sueños. Sus labios son gruesos y sensuales. Su nariz tiene formas bien marcadas. Pero lo que más destaca en él es su gran frente, que se abomba sobre el rostro bajo una tupida cabellera. No hay que ser muy buen conocedor de los hombres para reconocer en este joven hombre a un joven artista. Su fisonomía recuerda en sus líneas, marcadas y al mismo tiempo suaves, a los retratos del Quattrocento italiano. Esa mirada sobre París tiene algo tranquilizador".

Tras esa certera descripción que nos hace H. Strobel sobre un joven ilusionado Debussy, dejamos atrás los once años amargos que el músico tuvo que padecer durante su estancia en el Conservatorio de París, repudiando las reglas establecidas y el carácter severo y mecánico que de la música se imparte (habla de la "pobreza de los solfèges y la insipidez de las armonías oficiales").

Durante toda su vida abominará de los centros oficiales, que para él no hacen otra cosa que "favorecer la dañina mediocridad y ahogar el verdadero talento".

A pesar de todo, al final obtiene el máximo honor que concede el Conservatorio: El Prix de Roma. El camino hasta conseguirlo es largo y difícil. Se suceden clases de piano y armonía con Lavignac, Marmontel, E. Duran. Achille se aparta del entrenamiento gimnástico de los dedos para beber de la fuente clásica: Bach, Haydn y Mozart.

Sus primeros trabajos armónicos pasaron al archivo del Conservatorio. Jamás recibieron distinción alguna. Es más, en cierta ocasión un periódico del momento publica cruelmente: "M. Debussy hace progresos hacia atrás".

Los continuos sinsabores que la vida musical otorga al joven músico, en estos sus primeros años de formación no merman en absoluto la fuerza e ilusión que Debussy posee hasta el final de sus días, y como caído del cielo, aparece en su camino la figura del por entonces famoso compositor de ópera, Ernest Giraud, con quien trabaja composición.

No siendo Giraud un artista demasiado brillante, sin embargo, fueron su enorme sensibilidad y agudeza las que advirtieron de inmediato el talento de su nuevo alumno. Su libertad de método basado en el intercambio amistoso de ideas (que a veces continuaban fuera de clase, en el café o en los paseos nocturnos) conquistó totalmente el espíritu revolucionario y rebelde de C. Debussy.

También C. Franck en la clase de órgano valora y aprecia el incipiente talento de C. Achille.

Es en el año 1884 cuando surge la primera obra con estilo propiamente debussyano: L´Enfant Prodigue, que le proporcionó el mencionado Gran Premio de Roma.

Por estos años ya tenemos un perfil psicológico concreto del personaje: este fumador empedernido "liar cigarrillos es una de las principales obligaciones del burgués que quiere merecer tal nombre" - solía decir - es un trabajador infatigable. Sus manuscritos no presentan correcciones posteriores, resultan casi caligráficos. C. Achille es autocrítico, impetuoso y al mismo tiempo tímido. Hipersensible, desconfiado, reservado y arrogante. Según algunos informes de la época, se presenta a Debussy como un hombre estrafalario y misántropo. Su exquisitez y delicadeza se manifiestan hasta en la comida, prefiriendo los "petits fours y los diminutos sandwiches" antes que cualquier otro menú. Esta personalidad hace pensar en una sensibilidad extrema que a veces desemboca en la irritabilidad nerviosa y en el abatimiento. Su predisposición a todo hecho artístico le guía por el conocimiento de la poesía (a los quince años conoce ya la poesía contemporánea: Banville, Paul Bourget, Verlaine, Mallarmé...).

Tras un paréntesis de estancia en Roma, regresa a París, su ciudad natal, ofreciéndose un nuevo mundo a sus pies, un mundo ideal que sólo existe en su imaginación.

Con la avidez y la entrega del que cree en lo que hace, Debussy, se introduce en los círculos culturales del país, impregnándose especialmente del ambiente literario. Convive con los artistas mejores y saborea las esencias del ídolo: Wagner. Pero es precisamente lo difuso, lo confuso, lo inaccesible, lo que persigue nuestro compositor francés. Esa música transparente, vibrante, de tonos suaves e insinuantes que configura su propia estética.

Estos son los años en que surgen sus primeras piezas para piano: Arabescas (1888), Petit Suite (1889) , Suite Bergamasque (1890), Trois mélodies sobre poemas de Sagesse, Fétes galantes (inspirados en Verlaine), en cuyo primer volumen figuran "En sourdine", "Fantoches" y el famoso "Clair de Lune".

Hay una influencia claramente oriental en la música del joven compositor, tal vez la libertad de fórmulas sea el atractivo mayor de estas melodías exóticas. En cualquier caso su estilo se impregna de los sonidos oscilantes y vagos que conforman el carácter poético y ensoñador de la gran mayoría de páginas debussyanas.

Por estos años, Debussy conoce a E. Satie, coincidiendo con él en los cabarets de Montmartre. El ambiente seduce a ambos artistas, cuya amistad perdurará casi treinta años. Satie le recomienda los pintores impresionistas como modelo de la "nueva música": Monet, Cézanne, Tolouse-Lautrec, Degas. No cabe duda de que Debussy se interesa por el extravagante carácter y peculiar personalidad de Satie, quien por entonces está más inmerso en el denominado simbolismo que el propio C. Achille.

En 1893 la Societé nationale presenta su "Damoiselle élue". Es su primer éxito público. Los jóvenes adoran esta música etérea y deslumbrante. Los mayores (y la crítica) no aceptan la modernidad y flexibilidad de la partitura. Otra de sus obras claves ve la luz este mismo año: se trata del cuarteto de cuerda, revolucionario por la novedad en el tratamiento de las armonías y de la forma.

Sin embargo el estado de ánimo del compositor presenta serios altibajos, planteándole crisis sobre su capacidad artística. En una carta a Chausson se puede leer:

"Puedo hacer lo que quiera, no consigo atenuar la tristeza de mi existencia: a veces mis días son grises, oscuros y mudos como los días de un héroe de Edgar Allan Poe, y mi alma apasionada es como una balada de Chopin".

Achille Debussy es un hombre solitario, poco sociable, y retraído. Detesta la fama y busca la tranquilidad absoluta. Trabaja preferentemente por la noche y de forma minuciosa y detallada. También cuida escrupulosamente su aspecto externo, manifestando distinción y elegancia. Es supersticioso y extravagante, amante de la naturaleza, cuya fuerza se plasma en muchas de sus obras: "La misteriosa naturaleza se ha convertido para mí en una religión", solía decir.

El período que comprende los años 1893 a 1900 se puede considerar de floración en cuanto a la obra debussyana: así encontraremos el maravilloso Preludio a la Siesta de un fauno (1894) para orquesta. Esta magistral pieza basada en la poesía de Mallarmé, está inspirada por un cuadro de Boucher expuesto en la National Gallery de Londres: un joven fauno, escondido entre los juncos, contempla con lujuriosas miradas el juego de las ninfas.

Nacen otras composiciones decisivas en su catálogo como: Las Prosas líricas, Pelleas y Melisande, Canciones de Bilitis, Tres Nocturnos para orquesta, dos canciones para Carlos de Orleans para cuatro voces.

A punto de finalizar el siglo XIX (1899) y tras un largo período de vida aventurera y bohemia, Claude contrae matrimonio con Rosalie Texier, más conocida como Lily, una encantadora modistilla, con quién convivirá durante cinco años en larue Cardinet de París.

Pero aún, queda lo mejor por llegar, la etapa más creativa de un Debussy ya maduro en plena ebullición. En 1901, tras rescatar algunos antiguos trabajos, publicó Pour le Piano, álbum para piano integrado por: Preludio, Zarabanda y Tocatta; Estampas, magistral página dedicada también al piano, es otra de las cimas sonoras que encumbran a Debussy situándole en el lugar que merece.

En esta época, da a conocer sus puntos de vista acerca de la música a través de una serie de artículos recopilados en un libro póstumo: Monsieur Croche, El Señor Corchea, antidiletante.

De nuevo, una mujer en su vida, Emma Bardac, conquista el corazón del apasionado Claude. En 1904, ambos abandonan sus respectivos hogares conyugales para protagonizar una intensa historia de amor. Ella fue lei motiv de grandes obras: Danza sacra y Danza profana para arpa y cuerdas, dos maravillosas colecciones de melodías "Fiestas galantes II", Canciones de Francia, Máscaras, La Isla Alegre y la primera serie de Imágenes (estas tres últimas piezas para piano solo) cuyo valor expresivo y sugerente sorprende y emociona.

Resulta muy logrado su Poema sinfónico El Mar, creado en 1905.

Como homenaje a Claude Emma, "Chouchou", que nace como fruto de esta unión, Debussy compuso la entrañable "serenata a la muñeca".

En el año 1908, como resultado de la depuración y perfeccionamiento de su propio estilo, C. Achille ofrece la segunda serie de Imágenes, para piano, en donde disfrutamos de un fluído y hermoso sonido así como la intención de un artista consolidado.

Este mismo año da a conocer su emotivo y célebre Rincón de los Niños, también para piano solo, que recoge seis interesante números, muy a menudo recomendados para la comprensión e iniciación en el piano impresionista. Pero constituyen sus dos volúmenes de Préludes, la obra más característicamente impresionista escrita por Debussy. Concebidas estas piezas como homenaje a Bach y Chopin, pueden catalogarse como obras maestras que aglutinan la perfección técnica y la explotación máxima de los recursos sonoros que brinda el teclado. La amplitud y delicadeza de matices que podemos saborear a través de esta composición es inimaginable. No olvidemos que la faceta pianística de C. Debussy puede arrogar muchos argumentos a tener en cuenta en este sentido: no siendo un virtuoso como tal, sin embargo su ejecución poseía una magia única. Lograba extraer de las teclas la riqueza tímbrica de toda una orquesta. Su pulsación y su legato eran inconfundibles. En cuanto a la utilización del pedal, es considerado un verdadero maestro. La sensualidad y suavidad de su "toque" transmitían emociones sinceras "ante todo hay que olvidar que el piano tiene macillos", recomendaba a los jóvenes alumnos.

Como dato curioso, recordemos que los títulos de esta famosa serie de "Preludes" están escritos en la partitura al final de cada uno de ellos, con objeto de no predisponer al oyente antes de escuchar la pieza. Que la imagen de la música hable por sí misma.

Algunos otros títulos importantes configuran su extensa producción: La serie de melodías "Baladas de François Villon" y el "Paseo de los amantes", una Primera Rapsodia: "Pequeña pieza para clarinete" y un "Homenaje a Haydn", escrito para el piano.

Sus admirables "Juegos" (1912) suponen nuevamente una conquista para el gran Debussy, cuya alma de niño se trasluce en su ballet "La caja de juguetes" (1913).

En medio de tanta creación, surgen los conflictos bélicos de la 1ª Guerra Mundial que presentan a un Debussy deprimido, abatido y deteriorado físicamente: comienza un tratamiento a base de morfina y otras drogas para calmar el dolor que provoca el cáncer intestinal que sufre desde 1915.

En enero de este mismo año, emprende una revisión dela obra pianística de Chopin y durante meses felices vividos en Pourville (junto al mar) su inspirado talento crece dando vida a cuatro obras de genialidad absoluta: "En blanco y negro" para dos pianos, la impetuosa y espiritual "Sonata para violonchelo y piano", los "Doce Estudios", como síntesis y broche final a su legado pianístico, y la nostálgica "sonata para flauta, viola y arpa" como ejemplo del mejor refinamiento debussyano.

Su enfermedad se agrava a paso agigantado. Se realiza, aunque sin éxito, una operación. Se intenta realizar la radioterapia, pero las esperanzas son pocas.

Se produce una ligera mejoría que le permite escribir la tercera sonata para violín y piano, de las seis que tiene proyectadas.

"Admito que cada día pierdo un poco más de mi paciencia, que está sometida a una prueba muy dura. Me pregunto si esta enfermedad no es incurable. Sería mejor que me aclararan al respecto... La vida se vuelve realmente muy difícil para mi. Y si Claude Debussy ya no escribe música, no tiene ningún motivo vivir. No tengo ninguna otra pasión: no me enseñaron otra cosa, sólo música. Y esto sólo se soporta bajo la condición de escribir siempre la mayor cantidad de música posible. Tener un cerebro vacío, ¡que horrible!".

Estas palabras pronunciadas por Debussy poco tiempo antes de morir (25 de marzo de 1918) ponen de manifiesto la esencia creadora de este músico libre y original, que no sabe de leyes, pero sí conoce la pureza y el misterio del arte musical.

Hay en su expresión sonora un halo de existencialismo, que evoca su poesía trágica casi elegíaca, derramada en su páginas nota a nota. Sus obras reflejan su propia vida, presagian el sentido de la existencia y administran un carácter místico que envuelve de colores sus preciosas melodías.

Su libertad disciplinada se combina con la poesía y la razón para asumir así la misión divina del artista. Debussy sabe que él pertenece al mañana.