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Número 26º - Marzo 2.002


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FAMILIAS Y DOCENTES EN UNA TAREA COMÚN: LA EDUCACIÓN MUSICAL DEL NIÑO Y LA NIÑA.

Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su curriculum.  

“Cualquier padre o madre desearía que los profesores y las profesoras de sus hijos, sean, no sólo buenos, sino los mejores. Igualmente sucede con los poderes públicos con respecto a los docentes del sistema educativo que administran y, por supuesto, también los estudiantes quieren profesores y profesoras de calidad.  Se supone, por otra parte, que los esfuerzos dedicados a la formación y perfeccionamiento del profesorado van encaminados a propiciar mejores profesionales y, por último, podemos suponer que la mayor parte de los profesores y las profesoras desearían compartir su trabajo cotidiano en la escuela con colegas que evidenciaran calidad en ese trabajo que se comparte”(...)

El texto anterior de Dino Salinas (El oficio de maestro. De la vocación a la reflexión. Signo. Teoría y práctica de la Educación, nº10, 1993) siempre ha sido para mí objeto de reflexión, ¿cómo se puede ser buen profesor/a? Para cada una de las personas que he mencionado anteriormente (padres, estudiantes, profesorado...) puede significar cosas diferentes, también a lo largo de la historia se han presentado diversos enfoques y perspectivas sobre los docentes, formas distintas de entender el proceso de aprendizaje-enseñanza que se lleva a cabo en la Escuela (tradicional, tecnológico, espontaneista, investigador...)

Siguiendo a Esteve Zarazaga, J.M. (La aventura de ser maestro. Cuadernos de Pedagogía nº 266, 1998), y Guerrero Melgar, R., un buen docente es aquel que organiza los conocimientos y valores que los alumnos han ido adquiriendo a través de su historia personal en amplios esquemas que ayuden a analizar, comprender y transformar la realidad, presenta valores alternativos para vivir en sociedad... Es una persona que, con su intervención en el aula, su actitud y su orientación, provoca y facilita  la reconstrucción del pensamiento, sentimientos, actitudes, valores y conductas, recreando la propia y personal cultura dentro de la sociedad y del mundo en el que viven, crecen y maduran sus alumnas y alumnos.

El maestro es un enamorado de la cultura, del conocimiento, del arte, de la literatura, de los valores; un investigador reflexivo de la situación de la clase, conocedor de las necesidades, los problemas, las relaciones, las situaciones que se dan en el aula y en el centro, diseñador y experimentador de formas de evaluación cualitativa de los resultados obtenidos, de los métodos, actitudes, valores que se producen en clase...

Pero lo que me interesa destacar en esta ocasión son las características que deben tener los especialistas de Educación Infantil para impartir música en esta etapa educativa y ser buenos  docentes en su labor diaria, profesionales, maestros y maestras reflexivos, hombres y mujeres empeñados en enseñar a sus alumnos a enfrentarse consigo mismo y al mundo que les rodea desde la Educación Infantil hasta la Universidad.

En Educación Infantil, aunque no se menciona la música como área específica, podemos encontrarla referenciada en todas y cada una de las tres áreas Identidad y Autonomía Personal, Medio Físico y Social y Comunicación y  Representación.

Según Bernal Vázquez, J. y Calvo Niño, Mª L. (Didáctica de la música. La expresión musical en la educación infantil. Aljibe. Málaga. 2000), las condiciones musicales que debe poseer el especialista en Educación Infantil son las siguientes:

-        Actitud o predisposición positiva hacia la educación musical. Ha de estar convencido de la importancia que la música tiene en la vida del hombre y como ha acompañado sus momentos más significativos.

-        Aptitudes musicales: oído musical, buena voz, sentido rítmico, imaginación creadora, musicalidad...

-        Conocimientos musicales: nociones elementales y prácticas de ritmo, melodía, armonía y forma musical. Conocimiento y destreza de los instrumentos musicales escolares, además de conocer los diferentes sistemas o metodologías musicales.

-        Preparación psicopedagógica que le habilite para llevar a cabo la enseñanza de la música. La música es una forma de expresión y comunicación artística, capaz de potenciar actividades creativas.

         El especialista ha de conocer la poderosa atracción que ejerce la música en sus alumnos, sus características como eje motivador y globalizador, así como su contribución tanto al desarrollo afectivo como al intelectual, a la vez que favorece la adquisición de otros aprendizajes en la etapa infantil. 

Pero para ser un/a buen/a maestro/a es imprescindible la colaboración de la familia. En Educación Infantil la necesidad de participación y colaboración en el desarrollo educativo de los niños tiene especial importancia. Tanto el marco legal de nuestra reforma como los decretos de las distintas comunidades autónomas con competencias en materia educativa, establecen que la etapa infantil alcanza su pleno sentido en un marco de colaboración y coordinación entre los elementos que inciden en el proceso educativo de los niños y niñas: el equipo docente y las familias.

Si bien la familia y la escuela son dos ámbitos educativos distintos (por su naturaleza,  organización...) se plantean un objetivo común, en nuestro caso, la educación musical del sujeto y el desarrollo de todas sus potencialidades musicales. Debe existir una estrecha relación entre los padres y la escuela, estableciendo una comunicación rica y fluida que necesariamente servirá para un mayor conocimiento del niño por ambas partes.

 La colaboración de las familias con los centros de Educación Infantil es importante por la especificidad de los aprendizajes antes de los seis años, la necesidad de complementar la acción educativa sobre el niño/a... Las principales ventajas son que al participar todos los miembros de la comunidad educativa hay un aprovechamiento racional de los recursos, la distribución de las tareas redunda en beneficio de los pequeños, supone una gran riqueza compartir diversos puntos de vista, aportaciones, iniciativas, colaborar conjuntamente para resolver conflictos, tomar decisiones, realizar proyectos...

 Tanto padres como maestros debemos tener la preocupación común porque lo musical transcienda los estrechos límites de la escuela e impregne el ambiente de la colectividad. En vano se esforzaría la escuela de formar el gusto de los niños, si las familias adoptan una actitud de rechazo o de infravaloración de esta tarea.

 Es muy importante musicalizar la sociedad y, sobre todo, el entorno social más inmediato a la escuela. La sociedad debe ser consciente del valor formativo de la música,  aceptar y defender la inserción de esta parcela de la educación estética en los planes de estudios destinados a la educación de sus hijos. La música, por su carácter integral, coopera con los restantes contenidos culturales en el desenvolvimiento de una personalidad; por su carácter progresivo,  acompaña al niño a todo lo largo de su proceso evolutivo desde la Educación Infantil hasta los niveles más altos del sistema educativo, adaptándose en cada momento a sus capacidades e intereses específicos.

 La finalidad de la Educación Musical no puede ser la de promover músicos, como no es la finalidad de la enseñanza de las letras educar escritores o poetas, ni de la Educación Física producir atletas. Músicos como poetas, o atletas surgirán de entre todos aquellos que reciban una adecuada enseñanza básica. Para ellos en el terreno musical están los conservatorios, las academias, las universidades...  Esta educación es para todos, sin excepción alguna, por eso tanto padres como maestros debemos contribuir a que la música se inserte en el día a día del niño, del joven, formando así una parte importante de su existencia. La Educación Musical comienza en la cuna; al iniciarse el niño en la vida escolar su oído ya debe estar formado, su deseo de expresarse cantando ha de ser firme y natural. La escuela ahonda esta relación, la encauza, la orienta.

La Educación Musical dota al niño de sensibilidad para captar las manifestaciones del mundo sonoro, desarrolla su facultad de expresarse con la música, modela su alma sensible mediante mensajes musicales, forma en él una conciencia de lo que es, debe y puede ser el arte, lo acerca a sus semejantes, despierta al niño en el sentido sonoro como se despierta en el terreno visual, del tacto y del olfato, formar su carácter en dirección hacia un mayor idealismo...

Hay que estar sensibilizado por los recursos educativos que ofrece la música, su poder de seducción sobre los niños es muy grande. Existen muchas maneras de tratar la música: como recurso didáctico para otras asignaturas, el conocimiento de los materiales existentes, el conocimiento de obras musicales (bibliografía y también discografía), danzas, bailes y juegos motrices, juegos con música, rítmica orientada a la motricidad, uso de instrumentos musicales o informáticos para aprender canciones sin necesidad de dominar el solfeo...

Si los niños muestran interés en ampliar los estudios musicales que empiezan en la familia y continúan en la escuela, los padres deben motivarlos, actuar informándose del mejor centro si lo piden, estimularlos, apoyarlos en casa... Según Ana Lucía Frega (Música para maestros. Graó. Barcelona. 1996) es muy positivo que el niño experimente diversas vías y diversos lenguajes antes de decidir; o que tenga la opción de cambiar porque ha descubierto un instrumento, lenguaje o arte.

Existen centros que ofrecen lo que se llama una introducción a la música o una sensibilización musical; hay corales infantiles, escuelas de motricidad y danza...  Atendiendo al momento evolutivo del niño, es  mejor empezar por actividades que impliquen el movimiento global del cuerpo, como la expresión corporal (danza, rítmica, teatro) o la expresión vocal (coral, teatro), y progresivamente adentrarse en actividades que requieran una motricidad fina (instrumentos), disciplina...  La familia debe implicarse plenamente en esas actividades ya que la educación de cualquier tipo es una responsabilidad compartida.

Si tanto las familias como los maestros/as colaboramos en esta tarea común, introduciremos a nuestros niños y niñas en el maravilloso reino de la música, en el mundo sonoro que nos rodea a cada paso; y más aún, en el mundo de la belleza, nobleza y sabiduría  que constituye para todos aquellos que saben captarla, gozarla y valorarla.