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Número 26º - Marzo 2.002


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EL PLACER DE LA PERFECCIÓN

Por Elisa Ramos. Lee su curriculum.

Concierto Homenaje a Brujas 2002. Programa: La Creación de Joseph Haydn (Edición Peters) Oratorio para voces solistas, coro y orquesta. Anima Eterna y Coro Brujas 2002. Jos van Immerseel, director. Solistas: Soledad Cardoso, soprano; Markus Schäfer, tenor; Harry van der Kamp, bajo. Consorcio 2002 con el patrocinio de Grupo Leche Pascual.  Palacio de Congresos y Exposiciones de Castilla y León. Salamanca, 18 de Febrero de 2002.

En vísperas de la inauguración oficial de Brujas como compañera viaje de la culturalidad europea, Salamanca preludiaba el evento con un magnifico concierto que cumplió ampliamente las expectativas de homenaje. Hermanamiento perfecto en una interpretación expresada por una extraordinaria orquesta, un coro con los mejores solistas de Collegium Vocale  y Chapelle Royale y un grandioso oratorio conciliando en arte sonoro un compendio de  lo humano y lo divino. Si Haydn concibió La Creación, en 1797, manifestando su deseo de que pasara a la posteridad no pudo estar más acertado. Construyó una música eterna con perfección en la forma, descriptiva y detallista, que nunca debería perder actualidad. Sería plausible suponer que si hubiera podido escucharla, a más de dos siglos de distancia, se habría sentido satisfecho.

El público disfrutó enormemente con la maravillosa recreación de la obra a cargo de tan  excelentes intérpretes bajo la transparente y dinámica dirección del no menos extraordinario Jos van Immerseel. La luz se hizo merced a la varita mágica de su batuta a través de una lectura medida sin ampulosidad, pero poniendo el alma para lograr -con elocuente naturalidad- el carácter programático de la música acentuando toda la riqueza de timbres, ritmos, matices y volúmenes sonoros.

Anima Eterna demostró con creces el porqué de su reconocido prestigio. Con sus instrumentos de época hilvanaron magníficamente el desarrollo de la obra. Pero, además, mostraron con absoluta delicadeza la maravilla de los detalles descriptivos en los protagonismos instrumentales a la par que se integraban perfectamente con coro y solistas. En un auditorio que no se destaca precisamente por sus bondades acústicas lograron un equilibrio sonoro impresionante acompañado de una excelente afinación. El coro rodeando en semicírculo a la orquesta disgregaba sus cuerdas para agruparse  en cuartetos superando ambos retos con una solvencia que garantizó en todo momento un excelente empaste. Destacable también su dominio en los contrastes de intensidades y la progresión del sonido con magníficos reguladores.

La voz de Soledad Cardoso, dulce, luminosa y de ágil coloratura, controló registros y matices expresando con exquisito gusto musical sus papeles de Gabriel y Eva. Schäfer se desenvolvió con sobrada soltura y potencia en su papel de Uriel. Pero Kamp fue todo un alarde de cualidades expresivas y técnica depurada encarnando magníficamente sus papeles de Rafael y Adán. Recitativos, arias, dúos, tríos caminaron hasta el espectacular final protagonizado por Adán y Eva, el contrapunto fugado del coro y el brevísimo cuarteto conclusivo haciendo las delicias de los asistentes en afinada compañía orquestal y coral. Vivimos el oratorio profano que ensalza el mito del inicio de la humanidad en una noche musicalmente perfecta.

Euforia final que dio trabajo a manos y zapatos para expresar el clamor con el que el público expresaba su satisfacción. Un par de días después un compañero portugués me preguntaba extrañado por el significado del rítmico zapateado que acompañó a los aplausos. Su cabeza había dado vueltas al asunto para conciliar tal manifestación con el evidente contento del público. Al parecer en el país vecino no suelen adornar su júbilo musical de forma tan ruidosa, siendo susceptible para ellos de ser tomada más como signo de protesta o desacuerdo que otra cosa.

* Fotografía:
Foto Barroso (La Gaceta).