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Número 28º - Mayo 2.002


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CINE Y MUSICA: UNA PIANISTA MUY "ESPECIAL"

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.



El mundo de los Conservatorios, de la enseñanza de la música, siempre aparece en las películas con una imagen tópica, aunque posiblemente bastante cercana a la realidad: competencia brutal, profesores de inflexible rigidez, llegando poco menos que al ensañamiento con los alumnos, y la sensación de vivir "en una burbuja", ocupados en algo que a la mayor parte de la gente no le interesa, el mantener viva la llama de los compositores clásicos: algo muy parecido a un sacerdocio.

En todas las sociedades tan rígidas ha de existir alguna válvula de escape, pues el ser humano se adapta mal a las rigideces, y así es como en las sociedades más cerradas en lo religioso es donde apareció la brujería, o al menos apareció como un mito, aparte de su mayor o menor correspondencia con la realidad. Algo parecido debió de haber pensado Elfriede Jelinek para el argumento de su novela La Pianista, llevada al cine con el mismo título por el director alemán Michael Haneke en una coproducción franco-austríaca.

La película nos presenta a Erika Kohut, profesora de piano del Conservatorio de Viena, soltera, ya entrada en los 40, y que vive con su madre, que la trata de modo vejatorio, y como si aún fuera menor de edad. Una muestra es al principio de la película, cuando Erika llega a casa por la noche: lo primero que escucha de su madre es exigirle explicaciones sobre dónde ha estado en las últimas 3 horas, desde que acabó sus clases en el Conservatorio. Le reprocha también que no tenga más alumnos, pues así ganaría más dinero para poder pagar la hipoteca, en vez de gastárselo en vestidos como el que se ha comprado, que su madre le rompe. Por si fuera poco para mostrarnos el carácter miserable de su madre, también le mete a Erika en la cabeza ideas tales como que ninguno de sus alumnos debe superarla, al menos en su especialidad, Schubert (¡como si algún alumno le fuera a quitar un contrato para la Deutsche Grammophon!).

La primera vez que vemos a Erika dando clase es durante los títulos de crédito (que reaparecen a los 7 minutos de película): Erika es inflexible con sus alumnos, buscándoles continuamente fallos con verdadera manía persecutoria. Uno de estos alumnos es Anna Schober, que está preparando al piano el acompañamiento del ciclo de canciones Winterreise (Viaje de Invierno) de Schubert, para interpretarlo en el concierto anual de alumnos del Conservatorio (otro alumno prepara la parte del cantante). La madre de Anna pregunta continuamente por los progresos de su hija, y Erika le dice que no trabaja lo suficiente; Anna llega a tener crisis nerviosas.

Entre ese papel de profesora exigente que le toca jugar, y la presión que sufre en casa por parte de su madre, Erika necesita alguna válvula de desahogo, y la encuentra en las horas que median entre su salida del Conservatorio y su llegada a casa, en las que aprovecha para vivir su "otra vida", dando rienda suelta a un interés por el sexo que es siempre morboso, nunca busca lo "natural": o "voyeurismo" (observando a las parejas que hacen el amor en un coche en los autocines, donde es descubierta y debe salir huyendo), o sadomasoquismo, llegando a la automutilación; en una escena que se dice provocó desmayos en los cines donde era exhibida la cinta, Erika se amputa el clítoris con una cuchilla de afeitar, en la bañera de su casa: cuchilla y bañera evocan inmediatamente al espectador el escenario típico de un suicidio, el corte de las venas.

La doble vida de Erika no le impide aludir hipócritamente a las ojeadas que lanza a las revistas "porno" un alumno suyo, de apellido Naprawnik, cuando este no toca Bach como ella le ordena, aunque ella misma presencia películas "porno" en salas especiales de proyección. Sin embargo, esta doble vida va a saltar por los aires cuando conozca a un joven llamado Walter Klemmer, que intentará seducirla.

La primera vez que ve a Walter es cuando ella acude a tocar el piano a un recital privado, en un domicilio particular; Walter es el sobrino de la anfitriona, y se fija en ella al escucharla interpertar a Bach en la primera parte, intentando entablar conversación con ella en el descanso. En la segunda parte, el propio Walter, pianista aficionado (aunque lo que estudia es Ingeniería Técnica) es quien interpreta a Schubert, la especialidad de Erika. A partir de aquí, Walter demuestra su interés por esa mujer bastante mayor que él, y llega a interrumpir una clase para preguntar cómo se puede hacer alumno suyo, a lo que ella responde fríamente que pregunte en secretaría.

Para ser aceptado como alumno de Erika, Walter debe examinarse tocando varias obras ante un tribunal, una de ellas es precisamente una sonata de Schubert. Los componentes del tribunal examinador quedan maravillados ante el talento del joven, que sólo ha estudiado música con profesores particulares. Sólo Erika le encuentra reparos, como que él ya es muy mayor para empezar una carrera profesional. Pero, finalmente, es admitido. Una vez que ya es oficialmente alumno de Erika, Walter redobla sus intentos de seducción. Ella se sigue mostrando altiva, pero a la salida le sigue, y averigua que es jugador de hockey sobre hielo.

Otro día prosiguen los ensayos para el concierto escolar, y Anna llega con diarrea, presa de los nervios. Walter le da un poco de ayuda, y Anna comienza a tocar magníficamente un lied del Winterreise. Llena de envidia, porque su alumna la pueda superar, Erika baja al ropero, e introduce vidrios rotos en el bolsillo derecho del abrigo de Anna. Así, cuando la chica meta la mano en él, quedará herida, y su mano inutilizada por un tiempo, con lo que no podrá tocar en el concierto. El placer por la acción cometida parece que le provoca a Erika ganas de orinar (también le ocurrió viendo a una pareja en el autocine) y se dirige a los lavabos; allí la va a buscar Walter, que trepa hasta abrir la puerta del servicio donde está Erika, y comienza a besarla.

En el juego sexual que se desarrolla a continuación en los lavabos, Erika exige seguir siendo quien dé las órdenes. Le exige a Walter que la mire y que esté callado, mientras primero le menea el pene, y luego mienras le hace "sexo oral". Ante cualquier desobediencia por parte de él, ella daría por concluida su relación. Le dice que le dará instrucciones detalladas por escrito de lo que quiere que le haga, y la ocasión se presenta el la siguiente clase, mientras ella le atosiga con indicaciones de cómo se debe tocar a Schubert.

El sigue a Erika hasta su casa, y se cuela dentro ante la estupefacción de la madre de ella. Se encierran en una habitación, tapiando la puerta con un armario para evitar a la omnipresente madre, y allí él da lectura a las famosas instrucciones, que consisten en un ritual sadomasoquista donde él ha de comportarse como "su amo", pegándole y sometiéndola a todo tipo de vejaciones. El se marcha, asqueado, y tras su marcha Erika protagoniza una escena lésbica besando con fuerza a su propia madre.

Erika se ha "ablandado" por el rechazo de Walter, ya no tiene la altivez de antes, y va al local donde Walter juega al hockey sobre hielo para reconciliarse con él; le dice que hará todo lo que él quiera. Intenta hacerle una felación, pero acaba vomitando. El la rechaza, y parece que disfruta haciándola sufrir, como si se le hubiera contagiado su "enfermedad". Esa misma noche, él se presenta en su casa, encierra a la madre en un cuarto con llave, y golpea a Erika, según el mismo ritual que ella le había pedido antes, pero que parece que ya no le atraía, pues quizás estuviera ya en vías de "curarse" de sus obsesiones gracias a una relación "normal" con Walter.

A la mañana siguiente, es el día del concierto, y Erika debe sustituir a Anna como acompañante del Winterreise, pues ningún alumno habría tenido tiempo para preparar la obra. Su madre (que, como tantos viejos de hoy, pasa el tiempo viendo telebasura) sólo se ocupa de que algún promotor importante la pueda escuchar y fijarse en su talento (a buenas horas...) Antes de salir de casa, Erika guarda un cuchillo en su bolso y, ya en el auditorio, parece que quisiera buscar con la mirada a Walter, quizás deseando apuñalarle. Pero se interpone alguien, no consigue llegar hasta él, y se queda sola mientras todos los espectadores han subido ya a sus butacas. Entonces, cuando faltan pocos minutos para que comience el concierto, ella reacciona con una nueva autoagresión: saca el cuchillo, se lo clava en el pecho, y se va. De esta manera tan desconcertante termina la película.


Se puede especular si esta herida sería mortal o no, pero una cosa parece clara, viva o muerta su carrera pianística parece acabada, debido al escándalo que se originaría por abandonar el local sin atender a sus compromisos, y sin dar más explicaciones. Es decir, su doble vida se ha hecho añicos, y la película parece que nos quisisera decir: quien se empeña en llevar una doble vida tarde, o temprano termina mezclando las dos. Quizás de esta degradación pudo haberla salvado Walter, pero el ser "amo" y dar órdenes parece tener su atractivo incluso para gente en apariencia "muy normal", acostumbrase a esa nueva situación es lo más fácil del mundo, al menos según nos dice este film. Sin embargo, él prefiere seguir "jugando a ese juego", y eso es lo que termina provocando a Erika sus instintos de autodestrucción.

La interpretación de un papel como el de Erika es crucial para la credibilidad de la historia, pues siempre existe el riesgo de que las extravagancias de la protagonista provoquen las carcajadas del público. Afortunadamente, la interpretación de Isabelle Huppert, una de las grandes estrellas del cine francés, es sensacional, y hace que su personaje sea plenamente creíble. No es menos acertada la encarnación, realmente memorable, de la madre por parte de la veteranísima Anne Girardot (la inolvidable Nadia de Rocco y sus hermanos de Visconti, aún en activo), y a Walter lo interpreta Benoit Mangimel, el Luis XIV de Le roi danse, de Corbiau.

Al tratarse de una película ambientada en un Conservatorio, es lógico que la música tenga un gran protagonismo. Todo lo que se escucha en la banda sonora es música clásica, interpretada por los estudiantes o profesores del Conservatorio, y fundamentalmente se trata de obras para piano solo. Entre ellas, la que más destaca es la Sonata para piano nº 20 en la mayor, D 959 de Schubert, el autor preferido de Erika, que aparece en la película tocada por Walter en distintos momentos: en el "recital privado" donde conoce a Erika, y ella toca a Bach en la primera parte, Walter interpreta en la segunda el Scherzo de la D 959; también toca los movimientos 2º y 3º de esta sonata (precedidos por la Pieza Op. 33b de Schoenberg -la que había pensado tocar en el recital privado "para que no se notaran las notas falsas"- y el Preludio Op. 23, nº 5 de Rachmaninov) ante el tribunal que le examinará; por último, el 2º movimiento lo ensaya con Erika, ya convertido en alumno suyo, en la clase en la que ella le da la carta con sus "deseos"; previamente, ella le ha dicho que "una persona de su físico" no puede comprender a Schubert, que era feo.

Otras obras para piano que escuchamos en el film son: la Fuga en do menor del Libro I del Clave bien temperado de Bach, que interpreta el alumno Naprawnik mientras la profesora le recuerda que le vio ojeando revistas porno; también de Bach, la Fuga del Concierto para 2 claves BWV 1061, que en adaptación para 2 pianos (sin orquesta) interpreta Erika y otro pianista en el "recital privado" que da en casa de la tía de Walter, y donde le conoce a él. Durante los títulos de crédito escuchamos los comentarios de Erika ante pasajes que tocan sus alumnos, correspondientes a la Fantasía en Fa menor de Chopin ("un poco menos de pedal no estaría mal"). Poco después vemos a un alumno ensayar la Sonata nº 3 de Beethoven ("en Beethoven una nota falsa es menos grave que una interpretación que lo desnaturaliza")




Aparte de la música para piano, encontramos también obras pertenecientes a otros géneros, como la música vocal, la de cámara o la orquestal. Al repertorio vocal pertenece, obviamente, el Winterreise de Schubert, que ensaya una y otra vez la infortunada Anna Schober. Durante los títulos de crédito vemos a Anna ensayar la canción nº 17, "Im Dorfe" (En el pueblo) bajo la vigilancia de Erika, quien le va diciendo mientras tanto el texto ("Los perros ladran, sacudiendo sus cadenas..."). Más tarde, en la escena donde irrumpe Walter a preguntar cómo se puede hacer alumno de Erika, Anna está tocando nuevamente el Winterreise, también la canción nº 17 del ciclo, pero esta vez cantada al mismo tiempo por un joven barítono, estudiante de canto. Tras la marcha de Walter, pasan a la siguiente canción, la nº 18, "Der stürmische Morgen" (Mañana de tormenta). En el "ensayo general" donde la envidia de Erika ante su alumna le hará meter los vidrios rotos en su abrigo, escuchamos también "Im Dorfe" antes de la partida de Erika al ropero; cuando vuelve, ya van por la canción nº 20, "Der Wegweiser" (El poste indicador).

En cuanto a la música de cámara escuchamos dos fragmentos muy conocidos por su utilización en películas, y siempre debido a que son ensayados por profesores o alumnos del Conservatorio. El Andante con moto del Trío con piano nº 2 de Schubert, que inmediatamente muchos oyentes asociarán con el balneario de Barry Lyndon de Kubrick, suena ensayado por Erika en la parte del piano, y continuamos escuchándolo mientras ella camina hacia las cabinas de proyección de películas porno. También vemos interpretar el Andante del Sexteto nº 1 de Brahms el día del "ensayo general" para el concierto, el mismo día que Erika dejará los vidrios en el abrigo de Anna; una música que también tuvo su momento de fama gracias a una película, Los amantes de Louis Malle. Y, dentro de lo orquestal, en la escena de "amor en los lavabos" entre Erika y Walter se escucha en la lejanía el primer movimiento del Concierto de Brandenburgo nº 4 de Bach, y el comienzo del segundo, se supone que también interpretado por alumnos en el ensayo general.

La mayoría de estas piezas se han reunido en un disco llamado "Banda Sonora Original", aunque lo de "original" hoy día es cada vez más un engaño, pues las interpretaciones no son las que suenan en la película, sino versiones del fondo de catálogo de los sellos Erato y Teldec: la sonata de Schubert y la nº 3 de Beethoven (pero no el primer movimiento, que suena en la película, sino el 3º) la toca Michel Dalberto, el Winterreise lo canta Prégardien acompañado por Staier (tenor y pianoforte en vez de barítono y piano), la Fuga del Clave bien temperado (junto a su Preludio) la toca Koopman (¡al clave! cuando en la película se escucha com piano), el Concierto de Bach suena en el CD en una versión de Karl Richter (con claves y orquesta, por supuesto), el Brandenburgo nº 4 lo interpreta Il Giardino Armonico, Lugansky toca el Preludio de Rachmaninov y Lubimov la Fantasía de Chopin.

La relación de esta película con la música va, lógicamente, mucho más allá del hecho de que se puedan escuchar más o menos piezas en ella. Resulta mucho más interesante el retrato de la enseñanza musical que nos muestra, al margen del estado mental de la protagonista: el ambiente en los pasillos, los tribunales de examen y su deliberaciones posteriores, las envidias que sin duda existen (aunque sin llegar a los extremos de desquiciamiento que vemos ahí, debidos al estado mental de Erika), las eternas quejas de los padres de los alumnos... todo eso sonará muy familiar a los que hayan vivido ese mundillo. Algo muy digno de elogio es que todos los que salen en la pantalla tocando un instrumento lo hagan realmente, no haya ninguno "fingiendo" como en tantas películas, o ninguno al que no se le vean nunca la cara y las manos a la vez mientras toca, porque quien toca realmente es otro. Luego, lo que suene podrá ser lo que produzcan ellos o algo pregrabado, pero al menos no se nota el truco tan claramente como tantas veces.


En resumen, La Pianista es una película correcta en cuanto a guión y fotografía, y posee un buen ritmo narrativo, por lo que se sigue con interés. El hecho de mostrar el ambiente en un Conservatorio es un aliciente añadido para todo el que haya estudiado allí, o simplemente le interese el tema, aunque las perversiones de la protagonista puedan espantar a una parte de su potencial público. De todos modos, esta afición de bucear en el lado oscuro del ser humano es algo muy característico del cine francés, y a veces se reivindica como señas de identidad de un cine con mayor peso intelectual que el de las películas meramente "comerciales"; en fin, esto debe ser lo que llaman "la excepción cultural".