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ARVO PÄRT – ARBOS: SERIALISMO ALEGRE NO APTO PARA MENTES ANEURONALES
Arvo Pärt, un icono ya del siglo XX y de la música clásica, se re-presenta con este excelente disco, que se aleja del minimalismo (al que algunos le unen) y se separa de otros trabajos suyos, como “Tabula rasa”, más instrumentales y menos metafísicos. Es éste un compositor del cual ninguna de sus creaciones es deplorable, más bien, empleemos otra palabra más justa: son admirables, siendo uno de esos músicos que justifican su exacerbada inteligencia, y, todo sea dicho, oportunidad para abrirse a otro público, trabajando con grupos y artistas actuales clásicos o no (como Keith Jarret, Kronos Quartet, o, en este disco, la mejor coral actual, The Hilliard Ensemble, y Dennis Russell Davies, el director de las obras de Glass), al igual que lo han hecho otros músicos de comienzos contemporáneos (Górecki), y que, de paso, demuestran que la calidad puede con todo. Uno de esos pocos autores del Este de Europa que no se encuentran traumatizados por determinados motivos (de cualquier tipo) y han hecho una obra excelente, que ha ayudado a devolver a su esplendor la música clásica tras la horrible hecatombe atómica (a juzgar por las obras de algunos compositores, que fueron totalmente destructoras) que sufrió el siglo XX con los onanistas y los necios que sepultaron a ésta música en una profundidad que han hecho que, una vez recuperada, demuestren que como las creaciones del siglo XX y XXI no hay ningunas. No es recomendable este artista, es una obligación escucharlo. BIOGRAFÍA:
En el año 63 se gradúa como compositor profesional, habiendo ganado en el 62 un premio por su cantata para niños “Our Garden” y un oratorio (ya se asomaba su intención posterior), “Stride of the world”. Como antes se ha nombrado, en esos años Pärt tuvo acceso a la música clásica contemporánea que ya se hacia por esas épocas, pero, poseía algo que lo diferenciará de todos ellos: vanguardia, y en 1.960 su obra “Nekrolog”, será la primera de Estonia que utilice la técnica serial. Siguió practicando el serialismo durante los años 60 con piezas como “Perpetuum Mobile“ o las Sinfonías 1ª y 2ª, pero, cansado de él, se mete de lleno en labores experimentales con trabajos como (su propio título lo indica, haciendo referencia a esta técnica) “Collage sobre B-A-C-H”. No todo fue fácil para el músico. Mientras sus trabajos eran alabados, en el año 1.968 estalla la polémica, y su obra Credo es prohibida por su texto “creo en Jesucristo”. Esto llevó al compositor a autoinmolarse meditativamente, y es cuando empiezan sus etapas de silencio “contemplativo”, dedicándose de lleno a estudiar la música. Aquí es el primero de ellos, y decide pararse con la música coral francesa y la franco-flamenca de los siglos XIV a XV (autores como Machaut, Ockeghem, etc.). A principios de los 70 renace el ímpetu arbista con obras tradicionales basadas en la polifonía medieval, pero, como el compositor expresa con su 3ª Sinfonía: “es una pieza musical alegre, pero no el fin de mi desesperación y búsqueda”. Será durante este segundo silencio cuando Pärt surja totalmente de nuevo a la superficie y marcará una época, tal como lo conocemos hoy en día. Tras seguir estudiando el medievo y el renacentismo, en el año 76 surge con uno de los mejores inventos del siglo musical: el tinntinabuli (pequeñas campanas), y que lo describe como algo magno: “He descubierto que es suficiente cuando una única nota es tocada bellamente. Esta única nota, o un momento de silencio, me consuela. Trabajo con muy pocos elementos y construyo con materiales primitivos. Las tres notas de una tríada son como campanas y es esto lo que yo llamo tintinnabulatio” (no confundir con minimalismo). Excelente, sin duda. Su primera pieza distinguida para este elemento fue Für Alina. Esta técnica se caracteriza por la melodía estar compuesta libremente, con las voces unidas, la mano derecha tocando notas de la escala de si menor, y la izquierda notas de triadas de sí menor. Eso sí, cuando en la partitura aparece una flor dibujada, la cosa cambia, ya que la mano izquierda tocará un do sostenido. Y en el 77 es cuando estalla el gran Pärt que hoy se adora (con razón) y surgen sus piezas más famosas: “Frates”, Cantus in memory of Benjamin Britten, y la antes nombrada “Tabula rasa”. Pero... no solo musicalmente las cosas estaban difíciles en ese siglo, sino también en política, cosa que obligó a Pärt, harto del régimen totalitarista, a emigrar junto a su mujer y sus dos hijos a Viena y más tarde a Berlín, donde reside actualmente. Hasta hoy en día se ha concentrado plenamente en los textos religiosos, como son sus trabajos La Pasión según San Juan (1.982), Te Deum (1.984-86, revisada en 1.993), Litany, y Miserere. Y corales: “Magnificat” (1.989) y “Beatitudes” (1.990) que le encumbraron totalmente a los anales de la música clásica. Junto a éstas, cabe citar otras obras como: “Festina Lente” (1.988), “Siloun´s song” (1.991), “Arbos” (1.987), y las constantes revisiones que se están haciendo de su discografía por orquestas de cámara, etc. Entre sus últimas composiciones están: Kanon Pokajanen, Passio, y “Trivium” (interpretaciones de su obra junto a algunas de Glass), y las más recientes, las BSOs (entre otras) “Elogio del amor” (Jean-Luc Godard, 2001), “El pabellón de los oficiales” (François Dupeyron, 2001) y “Heaven” (el discutido filme de Tom Twyker presentado en la Berlinale). El sello ECM (todo un lujo) es el que equipara esta mayor parte de su obra, y, como último, cabe destacar que en su 61 cumpleaños fue distinguido como miembro de la American Academy of Arts and Letters (ahí es nada). EL DISCO: Este disco respira (aunque no esté totalmente ligado) el aroma religioso que las últimas obras del estonio tienen, con un aire soliviantado y pausado, con corales muy clásicas y gregorianas, e incluso con piezas orquestales muy cinematográficas. Las muestras vocales están grabadas, como no podía ser de otra forma, por la formación inglesa The Hilliard Ensemble, de Paul Hillier, una magnífica unión con experiencia medieval que también, al igual que todos los grandes, han trabajado con otros músicos haciendo obras impecables (Jan Garbarek, etc.), y con la excelente interpretación de Gidon Kremer. El disco viene precedido con una frase de Basho (prueba del espiritualismo de Pärt), y una dedicatoria al director Andreij Tarkovsky. El primer tema, ARBOS (2:29), como antes se ha dicho, es una pequeña pieza orquestal, que respira el sonido de las aventuras cinematográficas históricas y que se contempla estupenda para un comienzo, aunque, eso sí, demasiado alejado del estilo al que acostumbra el compositor austriaco. El sonido intenta asemejarse a un árbol, y, para ello, se basa en las diferencias del tempo. El segundo, AN DEN WASSERN ZU BABEL (6:34), ya es otra cosa. Empieza a salir aquí el Pärt habitual, con una pieza larga, sonidos corales tranquilos y sosegados, y las voces del Hilliard haciendo coro con un son gregoriano muy estilizado y preciso (de hecho, es el Salmo nº 137 de la Biblia). Una buena pieza, que choca mucho con la primera, pero que permite seguir la audición sin perder interés. El tercer tema es PARI INTERVALLO (5:47), necesariamente instrumental. Un sonido amplio, en un tema memorial, que se basa en otro pasaje bíblico, Romanos 14.8, para hacerlo. El cuarto, DE PROFUNDIS (6:52), está basado en otro salmo, el número 130, y vuelve de nuevo a la voz coral, pero, paradójicamente, muchos menos religiosa, más gutural (en el comienzo de la pieza) para pasar después a ser más relajada, y acabar subiendo el tono, acompañada del órgano y sonidos respetables y serios. Es un tema muy auténtico, pero que no parece de Pärt a su primera escucha, y que recuerda más al sonido medieval. Quinto tema: ES SANG VOR IANGEN JAHREN (6:52), un motete que sonoriza un poema de Clemens Brentano y que el músico y profesor Diether de la Motte (dedicado a éste) encargó a 10 compositores. Esta vez escapa de la religiosidad para dejar paso a la potente voz femenina operística que acompaña este texto, sumamente envuelto en suaves y a la vez ásperos sonidos de cuerda, que hacen una pieza muy original y en absoluto pesada. SUMMA (5:19), es el sexto tema, el más religioso de todo el álbum, muy misal, ceremonioso, quedo, y que toma como base el texto del polémico Credo (de ahí la explicación de lo antes dicho). ARBOS (2:29) vuelve a repetirse en el séptimo punto de esta excelente audición. Viene a ser como un descanso, una separación entre todo lo anterior y la que será la última pieza, STABAT MATER (23:54), una larga duración que es por sí sola toda un pasaje, con la coral acompañando, y con todo el instrumental puesto en bandeja para que aquí suene esta gran muestra de la perfección pärtiana y del gusto que hoy en día tiene la buena música. Para terminar, ha de nombrarse que todos los temas del disco (además de todo él, y excepto la última) llevan dedicatoria. Un buen ejemplo, sin duda, que nos demuestra que todavía quedan buenos artistas de la época contemporánea (de los que viven) y que nos lleva a descubrir por que Pärt es hoy en día considerado un genio increíble, ¡viva el arbismo!
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