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Número 29º - Junio 2.002


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CINE Y MUSICA: EL NIÑO QUE QUERÍA BAILAR

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.



Las películas sobre el mundo del ballet han tenido diversos enfoques, aparte de repetir la historia de jóvenes que quieren triunfar: en Paso decisivo (The Turning Point, 1977), Herbert Ross aprovechaba para divulgar algunas de las composiciones más conocidas de este género mediante los oportunos subtítulos mientras se veía la coreografía en pantalla. Sin embargo, otra película sobre ballet con idéntico protagonista masculino (el célebre bailarín Mijail Baryshnikov) y ocho años posterior, Noches de sol (White Nights) de Taylor Hackford, aprovechaba el argumento de un bailarín ruso que se exilia en Occidente para introducir propaganda política antisovética, no en vano había llegado la "era Reagan".

La película más reciente sobre ballet que se ha estrenado en las pantallas españolas es Billy Elliot, una producción británica del año 2000 que viene avalada por multitud de instituciones, entre ellas el British Council of Arts, lo que puede despertar las sospechas de que lo que se nos va a presentar puede no coincidir con la realidad, pero sin duda coincidirá con lo que tan altas instancias desearían que fuera real.

La historia que nos cuenta Billy Elliot explota los contrastes: en principio, nada parece más alejado del mundo del ballet que un pueblo de mineros, nadie parece menos indicado para dedicarse a bailarín que el hijo de un minero. La época en que se desarrolla la acción de la película, además, está cuidadosamente elegida para que el contraste sea aún mayor: Billy no sólo es hijo de un rudo minero, sino que además se le ocurre despertar a su vocación en 1984, cuando el Sindicato de Mineros, dirigido por su líder Arthur Scargill, estuvo un año entero en huelga contra el gobierno de Margaret Thatcher, tiempo durante el que recibieron muestras de solidaridad de los rincones más variopintos, incluyendo alguna donación del dirigente libio Gadafi. Finalmente, la huelga terminaría con una victoria del gobierno británico, y los mineros volverían al trabajo sin haber conseguido sus reivindicaciones.

En medio de esa difícil situación, con su padre, viudo, pasando apuros para mantener a su familia (compuesta, además, por un hermano mayor, Tony, también minero, y una abuela que ya chochea) es cuando en Billy, de 11 años, se despierta la pasión por la danza. El inicio, como es habitual en las películas, ocurrirá totalmente por azar: Billy iba a clases de boxeo, para las que su padre le daba 50 peniques que se supone que procederían o de sus ahorros o de la ayuda que le pasaba el sindicato por mantener la huelga, pues no trabajaba. Ahora bien, en el mismo centro municipal donde se encontraba el gimnasio de boxeo, había en la planta baja un salón a donde acudían niñas a recibir clases de ballet. Un día, la planta baja se utiliza como comedor de los mineros en huelga, y la clase de ballet se traslada a la misma sala donde está el ring, pudiendo contemplarse el espectáculo de niñas bailando con sus faldas de "tutú" al lado de chicos pegándose puñetazos.

Ya desde que comienza a oír la música y ver a las niñas moverse de forma tan grácil, Billy empieza también a seguir el compás y olvidarse del resto: así, en el ring se descuida y es derribado de un puñetazo por su rival; George, el entrenador, le deja "castigado" boxeando contra un saco de arena, dándole las llaves del local para que se las entregue a la profesora de ballet, Sra. Wilkinson, si es Billy el primero en irse. Al son de la música, también parecerá que baila con el saco... Con el pretexto de dar las llaves a la profesora se acerca a las niñas e intenta seguir sus pasos de baile. Ella lo acepta de buen grado como uno más del grupo, e incluso una niña, Debbie (causalmente, su hija) le adivina la intención y le pregunta por qué no se apunta. La propia Sra. Wilkinson le da a Billy unas zapatillas de ballet y le desafía: "A ver si te atreves". Y de esta forma tan sencilla comienza Billy a bailar. Al terminar la clase, ella le pedirá 50 peniques, a lo que él alegará que no tiene dinero, pues se lo gasta en ir a clases de boxeo.

La solución para Billy es llevar una "doble vida", engañando a su familia. Sigue pidiéndole a su padre los 50 peniques para cada clase de boxeo, pero en realidad se los gasta en clases de ballet. Para mantener la farsa, sale de casa todos los días con los guantes de boxeo en la mano, pero con las zapatillas de ballet bien escondidas (y que procura que no vea nadie de su familia, guardándolas debajo de la cama). También saca clandestinamente libros sobre ballet en la biblioteca local (aún no tiene edad para llevar en préstamo libros que no sean de la sección infantil), y los lee en el cuarto de baño, mientras ensaya ahí los pasos de baile que traen (y alguna vez en sus evoluciones derrumba varios objetos, con el consiguiente estrépito).

Billy será descubierto cuando su padre, en una de las movilizaciones de los huelguistas, se encuentre con el profesor de boxeo, George, que le comentará que el niño hace tiempo que no acude a los entrenamientos; intrigado, el padre seguirá un día a Billy, a ver a dónde va, y se encontrará con su hijo dando pasos de ballet. Furioso, le ordena que salga inmediatamente de allí.

Ya en casa, la discusión es feroz: "Los niños juegan al fútbol, o boxean, o luchan, pero no hacen ballet". Billy pregunta qué tiene el ballet de malo, y su padre le contesta que lo sabe perfectamente. Sin nombrarlo, se supone que se refiere a que son "cosas de maricas", lo que Billy niega que sea necesariamente así; acaba diciéndole a su padre que es "un cabronazo" y huyendo para evitar la paliza subsiguiente.

Quien sí da muestras de inclinaciones por lo "gay" es Michael, el mejor amigo de Billy, y la primera persona a la que confió su "secreto" de que iba a clases de ballet, antes que lo supiera su familia. Michael se viste a escondidas con las ropas de su hermana, se pinta los labios (y se los pintará a Billy) y acabará besando a Billy y confesándole que le gusta, a lo que él replicará, por supuesto, que "el hecho de que me guste el ballet no significa que sea marica". Pero no por ello rompe su amistad, es más, poco a poco el ir conociendo que hay gente de todo tipo le hará madurar, y despertar a la vida.

También nace una amistad con la propia Sra. Wilkinson, a pesar de su diferencia de edad (el propio Billy le pregunta en una ocasión si él le gusta, y ella lo niega, para que le quede bien claro al espectador que no hay nada entre los dos). Ella acepta seguir dándole clases de ballet "clandestinas" en su casa, totalmente gratuitas pues está convencida de su valía. En una de estas ocasiones se le insinuará la pequeña Debbie.

Las clases han dado su fruto, y Billy está preparado para presentarse a unas pruebas que se celebran en Newcastle, con vistas a poder estudiar en la escuela del Royal Ballet de Londres. Pero ese mismo día su hermano Tony es detenido como integrante de un piquete violento de huelguistas, y Billy debe acompañarle al juzgado. La Sra. Wilkinson se presentará en su casa y descubrirá a su familia que Billy ha seguido con el ballet, y que ha perdido una gran oportunidad, originando una fuerte discusión con su padre y su hermano Tony, que acaba de ser puesto en libertad. La única persona que apoya la vocación de Billy es su abuela, que tomó en su día clases de ballet y siempre dice que ella hubiera podido ser bailarina profesional. También añade que si viviera la madre de Billy (que a veces se le "aparece" al chico en su imaginación), se lo hubiera permitido.

Pero ocurrirá un hecho que haga que su padre cambie de opinión; el día de Navidad, a la salida de una reunión de los mineros en la sede del sindicato, George le comenta al padre de Billy que hay alguien en el gimnasio, pues se ve luz; el padre acude, y ve bailando a Billy y a Michael (este último llevando puesto el "tutú"); a ver a su padre, Billy no sólo no deja de bailar, sino que realiza toda una exhibición de danza. Conmovido ante la presencia de un genio del ballet en su familia, el padre hará en adelante todo lo posible porque su hijo pueda realizar su vocación. En la vida real no suele ser tan fácil...

Hace falta reunir el dinero necesario para que Billy viaje a Londres a presentarse a las pruebas para estudiar en el Royal Ballet, y su padre rechaza, por dignidad, que sea la Sra. Wilkinson la que les dé el dinero. En un principio, decide obtenerlo volviendo a trabajar, rompiendo la disciplina del sindicato: es de señalar que, a diferencia de otros casos que hemos visto por aquí recientemente, en la película se ve que a los obreros que decidían ir al trabajo en autobús nadie podía impedirles trabajar, pues la policía les protegía; eso sí, eran constantemente increpados por los huelguistas, con gritos de "esquiroles, esquiroles". El padre se encontrará allí con otro "esquirol", con quien tuvo un enfrentamiento en un supermercado, y que ahora le ve rebajarse a su altura; sin embargo, será su hijo Tony el que consiga convencerle, con lágrimas en los ojos y en el último momento, de que no traicione al sindicato. El proyecto de reunir el dinero necesario cuenta también con la aprobación de otros sindicalistas, como el propio George, que aporta las monedas de 50 peniques con que le pagan las clases, otros piensan en organizar un concierto, pero no es suficiente... El padre terminará por empeñar unas alhajas que se supone pertenecieron a su difunta esposa.

Llega por fin el día de la prueba, y Billy viaja a Londres en autobús junto con su padre. En el edificio donde tiene su sede el Royal Ballet, un tribunal formado por gente muy seria y circunspecta le pide que baile algo para que ellos puedan juzgar. Al principio, Billy tiene los lógicos nervios de la situación, pero poco a poco va "entrando en materia" y realiza toda una exhibición de danza. Poco después, ya en presencia de su padre, el tribunal le hará algunas preguntas y le reprenderá por darle un puñetazo a otro alumno (según Billy, le quiso meter mano y él no es marica), advirtiéndole de que eso pudiera traer repercusiones negativas en su posible aceptación. También hacen algunas preguntas de "sondeo" al padre de Billy para saber hasta dónde está dispuesto a comprometerse. Finalmente, se despiden sin decirle ningún resultado, sólo que "Ya les informaremos a su debido tiempo".

Y el "debido tiempo" termina llegando, por medio de una carta donde se le comunica a Billy que ha sido aceptado, lo que le deja mudo y hace que se vaya al cuarto de baño. Finalmente, declara que le han admitido. Cuando su padre, lleno de júbilo, va a contarlo a sus compañeros, se encuentra con un ambiente de funeral en la sede del sindicato: la huelga se ha dado por fracasada, y los mineros vuelven al trabajo al día siguiente.

Billy de despide de todos sus amigos y parte junto a su padre en el autobús que le llevará a Londres... y quince años después, son su padre y Tony quienes viajan en tren para asistir a su debut como bailarín en el teatro del Royal Ballet (es de suponer que la abuela ya debe de haber muerto). Entre el público está Michael, ahora convertido en un típico "marica total", con la cara pintada y un novio negro, para que nada falte. Cuando sale su hijo al escenario, el padre no puede reprimir unas lágrimas de emoción.


Hasta aquí el argumento de Billy Elliot. En cuanto a la parte artística, tanto el director, Stephen Daldry, como la mayoría de los actores principales son prácticamente debutantes; se exceptúa la intérprete de Mrs. Wilkinson, Julie Walters, que sí tiene una cierta carrera en papeles "de carácter" en el cine británico. Merece una mención especial Jamie Bell, en el papel de Billy, que tenía 15 años cuando se rodó el film, y llevaba bailando desde los 6; una vida con algunos puntos en común con la del propio Billy, aunque no consta que sea hijo de un minero. Lógicamente, sin esos años de experiencia sería difícil encontrar a alguien tan joven y que bailase tan bien como Billy en la película, por lo que encontrar a Bell fue todo un logro.


Pasando a la parte propiamente musical, objeto de esta serie de artículos, la obra "clásica" que más se recuerda de Billy Elliot es El Lago de los Cisnes de Tchaikovsky, concretamente su fragmento más conocido, la Escena del Acto 2. En una de las ocasiones en que la Sra. Wilkinson lleva en coche a Billy, el niño ha traído un cassette con esa música, y pide permiso para ponerla, preguntando después si se refiere a alguna historia. Durante la travesía de un puente colgante, a bordo de un contenedor que los transporta con coche y todo, la profesora le contará que trata de una mujer convertida en cisne por un brujo, y que sólo durante unas pocas horas cada noche puede volver a su condición original. Un príncipe se enamorará de ella, lo que puede permitirle recuperar su condición de mujer, pero finalmente él se irá con otra que le gusta más y la desdichada mujer-cisne muere. Cuando Billy debute como bailarín profesional, ante su familia, la música que escucharemos será de nuevo ese fragmento del Lago de los Cisnes.

Otras piezas que pueden escucharse interpretadas al piano por Mr. Braithwaite, el pianista de la clase de ballet, en realidad no son composiciones "clásicas" o al menos no son lo que aparentan: así, cuando la Sra. Wilkinson le pide a su pianista que toque "la primera Arabesque", lo que se escucha no es la obra de Debussy en la que pensaríamos todos; o cuando pide que toque El sol saldrá mañana (The Sun will come tomorrow), tampoco se escucha la canción del mismo título del musical Annie de Martin Charmin y Charles Strouse. Al menos en parte de ellas puede atribuirse su autoría a Stephen Warbeck, el "oscarizado" compositor de la banda sonora de Shakespeare in Love, y que es el autor de la música original escrita para Billy Elliot. Sin embargo, alguna pieza realmente "clásica" sí resulta reconocible en la banda sonora: así, cuando Billy llega a la sede del Royal Ballet, podemos escuchar las notas del Impromptu nº 7 de Schubert (D 935, nº 3).

Además de las piezas "clásicas" o en estilo parecido, la música original creada por Warbeck para la película incluye un tema principal muy logrado, que representa el entusiasmo con que danza Billy, que escucharemos cuando está en su momento de máxima exaltación, poco antes de ser descubierto por su padre, luego en la "actuación" que convence a su padre de su valía, y también cuando se examinará ante el tribunal de Londres. También hay otras secuencias que subrayan algunos momentos emotivos: Billy ante la tumba de su madre, Billy entregando a la Sra. Wilkinson una carta que su madre le escribió para que la leyera cuando cumpliera los 18, Tony armándose con un martillo para ir a los piquetes y enfrentado por ello a su padre, la madre muerta que se "aparece" a Billy, la Sra. Wilkinson esperando inútilmente que aparezca Billy el día de la prueba de Newcastle, cuando el padre de Billy visita a la Sra. Wilkinson, cuando Tony convence a su padre de que no sea esquirol, cuando todos reúnen dinero para ayudar a Billy, cuando llega la carta de Londres, en el momento de la despedida de Billy para irse al Royal Ballet, o el mismo día de su debut profesional.

La banda sonora también incluye diversas canciones de conjuntos rock, la mayoría de las cuales son del grupo británico T-Rex, del que oímos Cosmic Dancer (al principio de la película, en el disco que pone Billy en el tocadiscos de su hermano), Get it on (en un momento en que están Billy y Michael en el colegio), Children of the Revolution (Billy huyendo tras llamar "cabronazo" a su padre), I love to boogie (en la coreografía que bailan Billy y la Sra. Wilkinson) y Ride a white Swan (primera canción de los créditos finales). De otros conjuntos encontramos London Calling por The Clash (escena de la persecución y detención de Tony por la policía), Town Called Malice por el conjunto punk The Jam (Billy "se expresa" por la calle después de que su hermano le desafiara a que bailara encima de una mesa) o, terminando los créditos finales, I Believe de Stephen Gately y Burning Up del cantautor Eagle-Eye Cherry. En realidad, el disco de la banda sonora contiene principalmente estas canciones, junto a algunos fragmentos de los diálogos orignales.

Para terminar, en un instante de la película vemos a Billy contemplar en la televisión a Fred Astaire, se supone que uno de sus ídolos, cantando y bailando el Top Hat, White Tie and Tails (Sombrero de copa, corbata blanca y frac) de Irving Berlin, perteneciente a la película Top Hat (1935).


En resumen, no es extraño que, como comentábamos al principio, Billy Elliot sea una película bien recibida en las altas instancias: defiende los valores familiares, es optimista sobre las oportunidades que da la sociedad a los que luchen por realizar su vocación, puede servir como punto de referencia para negar que el ballet masculino sea "cosa de maricas" (quién sabe si hará nacer alguna vocación por la danza); a cualquiera que tenga responsabilidades en la gestión de un Ballet le habrá encantado por la imagen que da. Aparte de estos previsibles tópicos del guión, hay que decir que la factura del film es más que correcta, y que algunas escenas, como las cargas policiales contra los piquetes, están bien resueltas. Luego, cada uno podrá decidir hasta qué punto la historia concebida por el guionista Lee Hall es o no verosímil, o hasta qué punto responde a los "tópicos de las películas"; a quien esto escribe casi le ha parecido más realista el propio argumento de El Lago de los Cisnes, no hay más que ver su desenlace.