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Número 29º - Junio 2.002


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LA RELACIÓN ENTRE EL JAZZ Y LA MÚSICA CULTA OCCIDENTAL

Por Gustavo Samuel Rodríguez López. Musicólogo y trompetista.


           Louis Amstrong

Generalmente el jazz y la música culta han sido considerados como dos polos opuestos dentro de la esfera musical, basándose para ello en parámetros tales como su origen popular, la  improvisación y sus estructuras armónico rítmicas. Sin embargo desde los inicios del jazz, aceptando el significado más usado del termino, que incluye algunos de sus precedentes como el ragtime, ha existido entre este estilo y los compositores de música “seria” un intercambio de procedimientos que han enriquecido ambos lenguajes. En este sentido habría que hablar  en primer lugar del cakewalk.                                                     

El cake-walk era una danza propia de los esclavos negros de los Estados Unidos, que parodiaba las danzas de salón de sus amos.  En el se encontraban ya presentes algunas características que posteriormente encontramos en el ragtime, como por ejemplo el uso de la síncopa. El primer compositor en utilizar esta forma en sus composiciones fue Claude Debussy que dentro de su Children´s Corner suite (1906-1908)  incluye una pieza llamada  Golliwog´s Cakewalk[1].  De esto mismo compositor podemos mencionar otra serie de obras donde la influencia del ragtime es patente, como por ejemplo Minstrels (Preludes, 1º Livre) (1909-1910), un preludio para piano claramente influenciado por el Jazz, en el que se puede escuchar  un uso de la escala pentatónica típica del jazz, junto con otros elementos jazzísticos como acordes de novena, síncopas y fraseos entrecortados típicos de la improvisación.

          El ragtime tuvo gran aceptación entre los compositores clásicos, destacando entre los que lo utilizaron nombres como Satie, Stravinsky, Darius Milhaud, Honegger o Hindemith.

          A pesar de lo anteriormente dicho, hay que tener en cuenta que  la utilización del jazz que hacen estos compositores viene más por una atracción por lo exótico, de igual manera que utilizaban músicas populares de diversos países, que por un verdadero conocimiento de esta música, que en muchos casos solo habían estudiado por partituras, en el caso del ragtime, o por las pocas grabaciones existentes en Europa en ese momento.

          Habrá que esperar a esperar a lo década de los veinte para que aparezca un verdadero intento de fusionar jazz y música clásica, en lo que se dio a llamar Jazz sinfónico. Sin duda, el compositor más importante en este sentido es George Gershwin (1898-1937),  de quien Harrison nos dice que inaguró el género en 1922 con su ópera en un acto Blue Monday[2]. Otras obras de este autor deben ser colocadas también dentro de este estilo Rhapsody in blue (1924), que fue estrenada por la orquesta de Paul Whiteman[3], el Piano concerto (1925), y ante todo la ópera Porgy and Bess[4] (1935), que debe considerarse como la cumbre de este estilo.

          También en Europa se compusieron obras que pueden situarse dentro de la esfera del jazz sinfónico, como La creation du monde (1923),  ballet compuesto por el francés Darius Milhaud, que al igual que el resto de sus compañeros del Grupo de los seis[5] tuvo un gran interés por el jazz, llegando incluso a practicarlo, aunque el mismo aclaró en épocas posteriores su alegría por el hecho de que no existan grabaciones de esos intentos, lo cual nos lleva a pensar que no debieron tener demasiado éxito en ese sentido.  

          Precisamente fue en Francia el país europeo donde mayor penetración tuvo el jazz en estos primeros momentos, hecho que se vio favorecido por la presencia en suelo francés de diversas orquestas de jazz  norteamericanas durante la Primera Guerra Mundial, destacando entre estas la de Jim Reese Europe, quien estuvo destinado en París durante el citado conflicto.  Esta influencia fue vital en los compositores franceses, de entre los que podemos destacar, además de los antes mencionados, a Maurice Ravel[6], que en su Concierto para piano en Sol M utiliza la escala de blues, en una búsqueda de nuevas sonoridades.

          Durante la década de los treinta creció el número de compositores que utilizaron el jazz en sus composiciones, al tiempo que el jazz sinfónico fue cayendo en el olvido tras la muerte de Gershwin. Este hecho puede explicarse por diversos factores, el principal fue sin duda la dificultad existente en el hecho de combinar la escritura occidental con la improvisación típica del jazz, así como el dificultad que tenían los música de las orquestas para interpretar ese nuevo tipo de música, dado su general desconocimiento de los recursos técnicos propios del jazz, que por otro lado acabaron siendo asimilados en muchos casos por la tradición occidental. En este sentido es paradigmático el caso de Louis Armstrong, que  visitó Londres en los años 30 en varias ocasiones, llamando la atención de los trompetistas ingleses, que no se explicaban la cantidad de nuevos efectos que era capaz de extraer de su instrumento.

          Lo dicho anteriormente no quiere decir que se abandonará la composición de obras que fusionaran ambos estilos. Entre los que continuaron en esta línea podemos citar a Stravinsky, quien ya había utilizado el ragtime en su Historia de un soldado, que en en 1946 escribe para el clarinetista Woody Herman, el Ebony Concert. Resulta interesante resaltar que esta obra partió de un deseo del mismo Stravinsky, quien quedó fascinado por el sonido de la orquesta de Herman tras escuchar una retransmisión de un concierto de esta por la radio.

          Curiosamente va a ser otro clarinetista, Benny Goodman, una de las figuras fundamentales en la unión de ambos estilos. Este músico estadounidense destacó de igual manera en la interpretación del jazz y de la música clásica, siendo el primer músico en moverse con soltura en ambos estilos.  Quizás lo más destacable en este sentido sean los múltiples encargos que realizó a autores clásicos, como a Bartok, quien escribió para él Contrasts, obra que grabó en 1940 junto al violinista Joseph Szigeti para el sello Columbia. Además encargo sendos conciertos de clarinete a Paul Hindemith y a Aaron Copland, ambos de 1947[7].

          Llegamos así a los años cincuenta donde se produce un hecho importante; la aparición de la llamada Third Stream o tercera corriente, que buscaba una verdadera fusión de ambos estilos, no una superposición como había ocurrido anteriormente. El inventor del termino y  su representante más destacado es el estadounidense Gunter Schuller, nacido en Nueva York en 1925, que acuñó el termino en una conferencia en la Brandeis University en 1957. Comenzó su carrera musical como trompa solista de la Metropolitan Orchestra entre 1945-1959. Su primera composición importante, Suite for Wind quintet (1944), muestra ya su interés por integrar en su música diversos estilos. En su obra, además de influencias del jazz, vemos el uso de diversos procedimientos usados por compositores del S.XX, como el ritmo de Stravinsky, el serialismo de Schoenberg, la orquestación de Webern, etc... Una de sus obras más representativas es la ópera de 1966 The Visitation, donde sobre una música de influencia marcadamente jazzistica integra todos los procedimientos antes mencionados, convirtiéndose en un paradigma dentro del Third Stream.

Otros compositores que han realizado obras que podemos situar dentro de el Third Stream son: André Hodeir, Milton Babbitt, Bill Russo, Bill Smith, Jimmy Giuffre, Larry Austin, Mike Mantler,, Steve Lacy y Dave Douglas

A partir de los años sesenta, y especialmente en décadas posteriores, comienza a producirse de manera general un hecho hasta entonces casi anecdótico. Un gran número de músicos comienzan a trabajar en ambos estilos, ya sea con colaboraciones, realizando grabaciones, etc... Este hecho no tiene gran importancia desde un punto de vista musical, pero si a un nivel sociológico, ya que el sirvió para que el jazz lograra un prestigio mayor que hasta el que entonces poseía. Citaremos como ejemplos más significativos a pianistas como André Previn, quien ya en los 50 simultaneó su carrera como concertista clásico con colaboraciones con músicos de jazz como Jim Hall y Red Mitchell, Keith Jarret, gran virtuoso que comenzó su carrera como jazzman en los 60 acompañando a Miles Davis y que posteriormente realizó grabaciones de obras clásicas, incluyéndose entre ellas una versión de El clave bien temperado de J.S. Bach que algunos críticos consideran de referencia. También el pianista y director Daniel Barenboim ha mostrado siempre un gran interés por el jazz, grabando en años recientes un disco homenaje a  Duke Ellington. Por último citaremos al que quizás sea el máximo representante de los músicos que son capaces de pasar de un estilo a otro con toda comodidad, el trompetista Winton Marsalis. Este músico, nacido en New Orleáns en 1961, debutó con la orquesta de dicha ciudad a la edad de 14 años interpretando el Concierto para trompeta en Mib de J. Haydn. Sólo unos pocos años después debutó como lider de su propio grupo de jazz tras haber pasado por los Jazz Messengers de Art Blakey , y en 1984 se convierte en el primer músico que gana el mismo año el Grammy al mejor disco de música clásica y a la mejor grabación de jazz. Tenía tan solo 23 años.

En lo referente a las últimas décadas del siglo la situación se hace más compleja, la música de concierto, el jazz y otras músicas populares siguen en ocasiones caminos paralelos que hacen difícil diferenciarlas. Destacan figuras como la de Salvatore Martirano, quien en obras como Underworld, de 1965, acepta influencias del jazz y de la música de anuncios.  Resulta conveniente mencionar también a William Bolcom, el cual en su obra Songs of Innocence and experiencie, de 1981, mezcla jazz, rock o pop con elementos de la música folclórica y el contrapunto de Berg.

Este ha sido un rápido repaso de las influencias que el jazz ha tenido sobre la música culta, evidentemente incompleto hasta que no se trate también en la otra dirección, es decir, la influencia de la música culta, aspecto que siempre que sea posible será tratado en un artículo futuro.

 

BIBLIOGRAFÍA

No he querido terminar sin unas breves notas sobre la bibliografía disponible sobre jazz en español, que sin duda es escasa, además de padecer en múltiples ocasiones unas traducciones de mala calidad realizadas por personas sin conocimientos musicales, lo que hace que la terminología sea confusa. A continuación incluyó un breve listado con las obras más importantes disponibles en castellano:

-                  Berendt, Joachim Ernest: El jazz, su origen y desarrollo, publicado por el fondo de cultura económica.

-                  Carr, Roy: Un siglo de jazz, publicado por Blume. Incluye gran cantidad de material gráfico.

-                  Southern, Hielen: Historia de la música negra norteamericana, publicado por Akal  dentro de su historia de la música del mundo occidental.

-                  Tirro, Frank: Historia del jazz, en dos volúmenes: el primero Historia del jazz clásico, y el segundo Historia del jazz moderno. Publicados por la editorial Ma non troppo. Posiblemente es la mejor obra de referencia publicada en España, incluye transcripciones, análisis y una gran bibliografía.

 

 

[1]  El titulo de la pieza, golliwog, procede de un juguete muy de moda en esa época, concretamente una muñeca negra, que resultó un gran éxito comercial.

[2] Max Harrison es autor de diversas entradas referentes al jazz en The new grove dictionary of music and musicians, así como de diversas obras sobre jazz, destacando A jazz retrospect, publicado por Newton Abbot en 1976.

[3] Su orquesta incluía una combinación de instrumentos típicos del jazz con otros propias de las orquestas sinfónicas como el oboe o la trompa. Fue autor de versiones en clave de jazz de obras de autores como Stravinsky.

[4] En múltiples obras se considera que esta es la primera ópera negra, lo cual es un error, ya que el célebre compositor de ragtime Scott Joplin compuso en 1911 Treemonisha, ópera en tres actos estrenada que fue estrenada suponiendo un gran fracaso, que llevó a su autor a un psiquiatrico, cayendo en el olvido hasta 1975.

[5] Compuesto por el mismo Milhaud, Honegger, Poulenc, Taillefere, Auric y Durey.

[6] Ravel mantuvo una relación de amistad y admiración mutua con Gershwin, quien visitó París en los años 20. Sin duda este hecho fue determinante en su posterior interés por el jazz.

[7] Sus grabaciones clásicas incluyen además obras de Poulenc, Nielsen, Debussy, Weber y Morton Gould.