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Número 3º - Abril 2000


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"Officium Hebdomadae Sanctae"

Los Responsorios de Tinieblas de Semana Santa

Por Juan Luis de la Montaña Conchina

      La Semana Santa, junto con las festividades del Corpus Christi y Navidad, era una de las fechas de mayor significación dentro del calendario litúrgico católico. En estas ocasiones la música polifónica e instrumental era ejercitada en nuestros templos utilizando para ello todos los recursos disponibles tales como voces repartidas en varios coros, ministriles que también podían estar divididos en varias agrupaciones distribuidas por puntos estratégicos de las naves catedralicias. Y de todo ello resultó que las músicas compuestas para tan excepcional ocasión alcanzaron cotas realmente soberbias de expresión y profundidad. Los Responsorios de Tinieblas, conocidos como “Officium Hebdomadae Sanctae”, pueden considerarse como uno de los monumentos musicales de la liturgia católica de Semana Santa de mayor originalidad y brillantez compositiva.

     El ritual católico divide los Responsorios de Tinieblas en tres días que se corresponden al Jueves Santo (Feria V, In Coena Domini), Viernes Santo (Feria VI, In Parasceve) y Sábado Santo (Sabbato Sancto), días conocidos en el ritual como Triduum Sacrum. Las composiciones destinadas para estos días se cantaban en los primeros albores del día, cuando aún la oscuridad o las tinieblas (tenebrae) invadían las grandes naves de las catedrales.

    La interpretación de las piezas se realizaba agrupándolas según los denominados nocturnos. Todos ellos estaban encabezados por motetes y composiciones de similar naturaleza. A continuación, en el primer nocturno, eran entonadas las Lamentaciones (las conocidas Lamentaciones de Jeremías) que en número de tres se interpretaban con antelación a los propios Responsorios que, finalmente, cerraban el ciclo.

    El Responsorio propiamente dicho es una forma polifónica de excepcional factura ya que originalmente no procede del gregoriano, de donde parten muchas otras formas compositivas habituales en la música sacra de este tiempo, al menos los compuestos para la liturgia de la Semana Santa. Samuel Rubio lo ha descrito admirablemente señalando las dos partes que lo integran: una llamada cuerpo del Responsorio, que lleva incorporado una frase breve (estribillo) que se repite; otra denominada verso, después del cual se repite el estribillo. Como señala el padre Rubio, entre el verso y el resto del Responsorio suelen apreciarse ciertas diferencias estilísticas. La más notable es que el cuerpo del Responsorio es de una polifonía muy sencilla, muy cercana a la homofonía. Por el contrario, el verso es de estructura polifónica de estilo imitativo.

     Hablar de Responsorios de Semana Santa es tener que incidir sobre la figura y la obra de uno de nuestros más ilustres compositores del llamado Siglo de Oro y que el único que abordó dicha temática: Tomás Luis de Victoria. Este genial maestro nació en Ávila en 1548 y muy pronto se convertiría en niñocantor de la catedral de Ávila bajo la maestría de Bernardino de Ribera. Tras una larga estancia en Roma trabajando al lado de Palestrina, regresaría a Madrid y ejercería como maestro del Convento de las Descalzas de Madrid desde 1587 hasta 1611, fecha de su muerte.

 

Jueves Santo

Viernes Santo

Sábado Santo

-Motetes

-Motetes

 

-Motetes

 

Lamentación

Incipit Lamentatio

Lamentación

Heth. Cogitavit Dominus

Lamentación

Heth. Misericordiae

Lamentación

Vau. Et egressus est

Lamentación

Lamed. Matribus suis

Lamentación

Alpeh. Quomodo

Lamentación

Jod. Manuem suam

Lamentación

Aleph. Ego vir

Oración de Jeremías

Incipit Oratio Jeremiae

Responsorios

Amicus Meus

Judas mercator pessimus

Unus ex discipulis

Eram quasi agnus

Una hora

Seniores Populi

Responsorios

Tamquam ad latronem

Tenebrae factae sunt

Animam meam dilectam

Tradiderunt me

Jesum tradidit impius

Caligaverunt oculi mei

Responsorios

Recessit pastor noster

O vos omnes

Ecce quomodo moritur

Astiterunt reges

Aestimatus sum

Sepulto domino

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Himno

 

    Calificar los Responsorios de Tinieblas de Victoria como joya musical del Renacimiento no es suficiente. Ya fue estimada en su momento como una de las colecciones de música para el Triduum Sacrum de Semana Santa más impresionantes jamás compuesta, y de mayor aceptación entre intérpretes y oyentes.

    Y así es. Las piezas que integran la recopilación de Responsorios, que vieron la luz en Roma en 1585, rayan la perfección dentro del contexto polifónico de la época: en todos ellos puede distinguirse una correcta adaptación de texto y música, claridad en las líneas melódicas, cuidados esbozos de homofonía perfectamente combinadas con pasajes polifónicos, disonancias magníficamente tratadas que crean ambientes de tensión inigualables, elaborado y limpio contrapunto. Es un obra perfectamente adaptada al contexto litúrgico más estricto y responde en su totalidad a la seriedad del momento en que debía ser interpretada.

     Podríamos hablar largo y tendido sobre cada uno de los Responsorios, pero quizá sería interesante destacar algunas de las líneas generales presente en el conjunto de la obra. Así, es obligado subrayar la intensidad, la calma triste y la carga dramática de la totalidad de sus piezas, aspectos que pueden detectarse especialmente en los Responsorios Animam meam dilectam o Sepulto Domino y el soberbio Tenebrae factae sunt, quizá el más emocionante por cuanto describe con música las últimas palabras de Jesús instantes antes de expirar. En este Responsorio queda patente la capacidad de Victoria de recrear a través de sonidos y notas de corta y larga duración el instante en el que el alma abandona el cuerpo. La intensidad y la emoción logrados son, sencillamente, insuperables.