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Número 3º - Abril 2000


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LA MÚSICA... ESTÁ EN TI PODERLA TRANSMITIR.

Por Cristina Gallego García.

Tardé bastante tiempo en decidirme si empezaba con Bécquer o no mi artículo anterior. Al fin me arriesgué. Parece como si él escribiera aquello que yo pienso y no soy capaz de expresar, por eso lo tomé como sustento. Pero ahora te necesito a ti. ¡Sí!, quiero que tú seas ese lector “implícito” que traspase mis palabras y llegue a mi pensamiento, llenando “los vacíos” y extrayendo este texto de la indeterminación. Serás mi lector modelo (lo que muchos conocen con el nombre de “autor desdoblado”) y así mi mensaje cumplirá su misión...

Una persona que siempre me  hace ampliar mi campo de visión, coordinando mi punto de vista con el de los demás para así poder enriquecerme, analizó mi primer artículo. Yo empleé los términos de transdisciplinariedad, los ámbitos de: Identidad y Autonomía Personal, Medio Físico y Social, Comunicación y Representación... Después los enlacé siguiendo un criterio de globalidad y mutua dependencia. Ahora quiero explicarte (permíteme hablarte directamente, así te  siento más cerca) por qué lo hice. La Educación Infantil es algo que me llena por completo, nunca creí que pudiera llegar al extremo de hablar de unos términos tan específicos de mi especialidad, en esta revista de Música. Pero la razón que me impulsa a hacerlo es que he descubierto la Música como elemento clave, integrador de esta etapa educativa (0 a 6 años), y quiero transmitírselo a esas personas que no se han adentrado en el fabuloso mundo de la Educación.

En el Congreso Mundial de Educación Infantil al que asistí, intercambiamos investigaciones y experiencias con profesionales llegados de las diferentes partes del mundo y cómo no: la Música también ocupó su lugar entre ellas. Tanto los ponentes como los asistentes nos enriquecimos con las diversas comunicaciones en las que se habló de las nuevas tecnologías y la Educación Musical en las  primeras etapas, la Música como elemento integral en la educación, medio de estimulación temprana, instrumento potenciador de las habilidades lectoescritoras, la introducción de conceptos matemáticos a través de la práctica musical... Me alegró muchísimo comprobar que todas estas personas la hayan descubierto como elemento imprescindible en la educación actual y transmitan sus experiencias a todos los que les rodean.

Ahora me gustaría que te planteases esta pregunta: ¿existe un trabajo  más importante que el de formar y dirigir  el desarrollo de un ser humano? Estoy segura de que en cualquier momento de tu vida has sido maestr@  (piensa en tu herman@ pequeñ@, en tu  hij@... o en cualquier niñ@ con el que hayas hablado. ¿Te has replanteado alguna vez la labor tan importante que has podido ejercer sobre él? Tu influencia ha podido ser decisiva). Seguro que tú has descubierto la Música como fuente inagotable de satisfacción y de recursos, como uno de los estímulos más poderosos que pueden actuar en nuestro ser... ¿Por qué no transmitirle eso al niñ@? El/ella será el futuro de mañana. Si quieres que la Música se valore como se merece, está en ti ser un/a buen/a maestr@.

En la Educación Musical podemos encontrar dos ámbitos: la Música en el sistema educativo escolar (Educación Infantil, Primaria, Secundaria...) y las instituciones educativas específicas (Conservatorios) con actividades orientadas hacia la formación artística y profesional de compositores, intérpretes... Podría reflexionar también sobre algunas instituciones culturales pero no es este el momento apropiado.

Como bien he leído en un libro: “Si el alumnado de los colegios no desarrolla sus capacidades artísticas fundamentales y básicas, no da valor a la experiencia musical, raramente llegará a necesitar de niveles superiores (Conservatorios)”. Las escuelas deben proporcionar ese primer acercamiento a la Música, pero no la encasillemos como materia que se imparte en un tiempo y espacio determinado, hagamos que trascienda a nuestras vidas y contribuya a nuestra autorrealización como personas.

Lo ideal sería que además de una Educación Musical en todos los niveles de escolaridad, el ambiente familiar y social estuviera plenamente inmerso en este espíritu musical (que es lo que ocurre en otros países). Aquí todavía no se considera una enseñanza fundamental en el desarrollo integral de la persona. Me atrevo a decir que sigue siendo “privilegio” de una minoría. Nosotros que hemos tenido la posibilidad de acceder a ella somos quiénes la debemos difundir (¿recuerdas el “Mito de la Caverna” de Platón?. Te animo a que seas como los “filósofos” para que puedas guiar a las personas a ese “mundo” que sólo algunos han podido vislumbrar).

Esta vez terminaré hablando de mi experiencia musical: comenzó con canciones, juegos y rimas populares, cuentos instrumentales en mis primeros años de escolaridad, el taller de flauta (cuando todavía existía la E.G.B.), en la tuna de mi colegio tocando la guitarra, en el coro... Ahora veo el momento oportuno para agradecer sus enseñanzas a mi familia, a mis profesores de Música del colegio, el instituto, la Universidad y cómo no: a un amigo  y a una amiga que también hacen posible esta revista. Ellos me han hecho descubrir la importancia de la Música para todo ser humano y por eso hoy puedo transmitirlo a los demás, estando plenamente convencida de mis palabras. Espero que algún día alguien también pueda agradecerte tu enseñanza musical, al igual que yo lo estoy haciendo a las personas que me han brindado la oportunidad de dar un primer paso en el conocimiento de la Música.