Revista mensual de publicación en Internet
Número 30º - Julio 2.002


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

FRANCISCO ESCUDERO, UNA MUERTE PREMATURA (I)

Por Asier Vallejo Ugarte. Estudiante de piano.

Tras siete décadas de intensa dedicación a la música, el pasado mes de junio fallecía un ciudadano donostiarra el mismo día que se elevaba a la categoría de grande su figura como creador. Las razones del reconocimiento nulo del valor de su obra representan una incógnita para los que, de algún modo, nos sentíamos cercanos al músico. Tal vez fuera verdad lo que muchos le decían, si hubiera sido vd. catalán o norteamericano el éxito le habría sonreído, maestro. Ya, pero para bien o para mal, yo soy vasco. (*)

Nacido en San Sebastián (Guipúzcoa) el 13 de agosto de 1.912 (1), inició sus estudios musicales en la ciudad que lo vio nacer, empujado por su madre, para desplazarse pronto al Madrid de los tempranos años treinta, siendo alumno allí de Conrado del Campo, y más tarde de Paul Dukas y Paul le Flem en París y de Albert Wolf en Munich.

Tras su participación en la Guerra Cívil (1.936-1.939), se refugió en Francia, donde no cesó en su actividad musical. En 1.942 se traslada a Madrid, becado por la Diputación de Guipúzcoa y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, para instalarse en Bilbao en 1.946, trabajando en la villa vizcaína para la Sociedad Coral y para la Casa de Misericordia. Tras obtener por oposición la cátedra de composición y armonía en el Conservatorio Municipal de Música de San Sebastián (2) se instala en 1.948 en Zarautz, localidad en la que el Maestro había pasado su infancia.

Durante su prolongada carrera, el músico donostiarra fue reconocido pedagogo (3), fundador y primer director de la Banda Ciudad de San Sebastián, director a su vez de la Orquesta de Cámara de Guipúzcoa y un brillante investigador. Pero, si cabe, por encima de estas facetas destacó en la de creador, y por ella su nombre perdurará, inevitablemente, en la memoria de los melómanos. Un compositor que ha sabido estar en la vanguardia sin por ello renunciar a las raíces y a la esencia de los temas y ritmos del folklore vasco. Y no era este folklore una herramienta que utilizase de manera forzada, puesto que el Maestro Escudero gozaba de una espontaneidad a la hora de elaborar la concepción de los temas francamente admirable. Yo no compongo sin emoción. Esa era su filosofía.

Recibió en vida numerosos premios y distinciones: Medalla de la Diputación de Guipúzcoa y de San Sebastián, Miembro de la Bascongada de Amigos del País, Premio Manuel de Falla, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Medalla de Oro de la SGAE… Pero su deseo no era sacarse la foto; su deseo era que su música sonase en los auditorios. Y así era feliz Escudero. Y por eso no fue feliz. Porque su música, en lugar de llenar de magia las salas, se instalaba en el cajón del olvido. En el momento en el que algunos trataban heroicamente de sacarla de ese cajón, en el mismo instante en el que las chispas de alegría y de esperanza se asomaban con timidez, el maestro se fue. Por ello su muerte fue prematura. Porque no quería morir; porque su fallecimiento ha puesto un muro a los otros 90 años que Escudero decía que le hacían falta para dar todo lo que creía que era capaz de dar; porque su ópera Zigor! (¡castigo!) ha hecho deshonor a su propia onomástica para castigar al autor privándolo de asistir a las representaciones que de la obra se harán en Bilbao el próximo año.

Ahora tendrá a bien dar unas clases de armonía al Dios en el que creía y con el que se encontró en un acorde de su inacabada “Génesis”. Seguro que aquél, si existe, apreciará más su arte que lo que se ha apreciado en su propia tierra. “El vasco tiene derecho a llorar mucho” decía. Por eso lloramos, porque tenemos derecho.       

-----------------------------------------------------------------------------------

(1) Quinto del también recientemente fallecido Xabier Montsalvatge

(2) Del que sería director desde 1.962 hasta 1.982, año de su jubilación

(3) Discípulos suyos son, entre otros, Ramón Lazkano, Ángel Illarramendi, Alberto Iglesias…

 (*)  Declaraciones de Francisco Escudero extraídas de una entrevista concedida en 1.999 al diario Gara.