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Número 30º - Julio 2.002


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RECUPERACIÓN DE UN ENORME DIRECTOR

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

Uno de los casos más flagrantes de caída en el ostracismo de un gran intérprete, que tendría méritos suficientes para estar considerado entre los más grandes de su tiempo, lo encontramos con el director alemán Hans Knappertsbusch (1888-1965), el maestro más querido por orquestas como la Filarmónica de Viena, el más venerado por cantantes como Astrid Varnay, y respetado internacionalmente como director de las obras de Wagner, en especial de Parsifal. Sin embargo, su carrera discográfica en la casa Decca no fue precisamente fructífera: pocas grabaciones, sin reflejar su verdadero repertorio (sólo una sinfonía de Brahms, ninguna de Beethoven) y que se terminaron demasiado pronto. Ni siquiera en Wagner fue bien tratado por Decca, que prefirió grabar en estudio el Anillo del Nibelungo con un director más joven como Georg Solti (que entonces empezaba a saltar a la fama) en lugar de con el mayor wagneriano de todos los tiempos.

A los diez años de su muerte, la crítica prácticamente se había olvidado de "Kna" (abreviatura de su larguísimo apellido que sus amigos y colaboradores utilizaban de forma amistosa), y se referían a él como un director "antiguo", cuyo estilo había quedado "superado" por las modernas grabaciones de Solti o de Karajan. Y entonces, en 1975, comenzó la recuperación de este inmenso director con la edición "pirata" en LP del Anillo que había dirigido en 1957, en el Festival de Bayreuth: un movimiento originado desde abajo, desde los aficionados (nostálgicos, si se quiere), no desde ningún departamento de marketing de ninguna multinacional del disco, y que en España fue mérito casi exclusivo del conocido crítico Angel-Fernando Mayo.

Los resultados, un cuarto de siglo después, han dejado a cada cual en su lugar: hoy día, a diferencia de 1975, ningún crítico se atreve a recomendar el Wagner de Karajan como un modelo, mientras que Solti ha resistido mejor el paso del tiempo, pero todos reconocen que el más grande wagneriano fue "Kna". Y no sólo en Wagner, hoy se habla de Knappertsbusch como el mayor representante de la escuela alemana de dirección junto a (o después de) Wilhelm Furtwängler.

¿Cómo fue posible que Decca no percibiera el valor de Knappertsbusch y le encomendara tan pocas grabaciones? La respuesta no es fácil, y para encontrarla se suele repetir la versión que daba en sus memorias John Culshaw, el productor de Decca que prefirió a Solti antes que a "Kna". Argumenta Culshaw que "Kna" donde daba lo mejor de sí era en vivo, no en un estudio de grabación; esto muy posiblemente sea cierto, como también lo es de otros muchos artistas y no por ello dejan de grabar en estudio (además habría que preguntarse cómo no le grabaron en vivo: según Culshaw, excepto el Parsifal de Knappertsbusch, grabado por Decca, el resto de lo que se ofrecía en Bayreuth en los 50 era de baja calidad, lo que las ediciones piratas de esa época han desmentido rotundamente).

También cuenta Culshaw que Knappertsbusch era "intratable" en un estudio de grabación, y tenía ocurrencias como las siguientes: al ir a grabar una hora de música (el Acto I de La Walkyria) y decírsele que tenían alquilado el estudio y la orquesta por 5 horas, pregunta: "¿Y qué haremos en las otras cuatro?". Al contestarle Culshaw que tocándolo todo "de un tirón" quizá podría encontrarse cansada la soprano (Flagstad, de 62 años), replica "Kna": "¿Cansada? Si parece un acorazado". Y tras haber grabado el Acto I, cuando Culshaw invita al director a escuchar el resultado en la cabina de grabación, le contesta "Kna" que para qué lo va a oír otra vez, si lo acaba de oír al dirigirlo. Estos desplantes, tan citados, no terminan de explicar la falta de una mayor colaboración entre "Kna" y Decca, pues de todos es sabido que los artistas siempre han tenido sus extravagancias, y que las casas discográficas siempre tuvieron que lidiar con ello.

Sin embargo, esta anécdota del comportamiento de "Kna" en los estudios sí puede darnos una clave para entender su rechazo por Decca: en la era de la difusión masiva del disco LP de alta fidelidad, el director que buscaban las casas discográficas era aquel que pudiera grabar las obras de los clásicos con una afinación y un ajuste orquestal perfectos. El comprador medio (y buena parte de la crítica) no entendería si el estilo que se le daba era auténticamente wagneriano o no, solamente llegaba a si la orquesta desafinaba o no. Para lograr esa perfección, un director debía ensayar a conciencia la obra a grabar, procurando eliminar todos los defectos y, una vez grabada, hacer nuevas tomas para repetir aquellos pasajes donde hubiera alguna pifia, que serían eliminados en el montaje final.

Frente a esas exigencias del mundo moderno, el estilo de Knappertsbusch era de una artesanía que parecía propia del siglo XIX, se buscaba ante todo la espontaneidad, nunca la repetición mecánica; apenas ensayaba, nunca repetía tomas: en fin, el acuerdo fue imposible. Después de aquel noviembre de 1957 donde "Kna" grabó ese Acto I de La Walkyria, solamente realizaría otros 3 discos para Decca: o bien con fragmentos de Wagner a la mayor gloria de cantantes como George London o Birgit Nilsson, o bien de repertorio más "ligero" (músicas más o menos festivas, entre ellas la Suite de Cascanueces de Tchaikovsky): ninguna obra "grande" (ópera completa, sinfonía, etc.)

Cinco meses antes, en mayo de 1957, Knappertsbusch grababa con la Filarmónica de Viena un LP con obras "menores" de Brahms que es el que aquí se comenta, reeditado en la serie "Legends", lo que puede ser un síntoma de que hoy día Decca ya considera a Knappertsbusch una de sus "estrellas" del pasado, al menos tanto como para dedicarle foto de portada (recordemos que cuando se reeditó el Concierto "Emperador" de Beethoven con Curzon, la foto se la llevó el pianista). En lugar de alguna obra "grande", como la Tercera Sinfonía (la predilecta de "Kna"), se grabaron estas piezas más breves que casi parecen formar un programa "apto para todos los públicos", estilo Reader's Digest: la Obertura Festival Académica, la Obertura Trágica, las Variaciones sobre un tema de Haydn, y la Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta.

De ellas, la Académica y las Variaciones ya habían sido distribuidas en España en CD, en un Double Decca de título Marcha Radetzky (que agrupaba sus grabaciones de valses junto a su último disco "festivo"), pero ahora han sido reprocesadas de nuevo, y el ruido de fondo es menor, por lo que aun para los que ya tuvieran ese doble merece la pena repetir aquí. Este programa grabado en estéreo se complementa en CD con el Idilio de Sigfrido de Wagner, en grabación "mono" de 1955, también con la Filarmónica de Viena, que nunca había aparecido en CD salvo en Japón (donde parece que el número de seguidores de estos directores históricos es mayor que en cualquier otro país) y que en su día acompañaba a los discos con la Cuarta de Bruckner.


El Brahms que nos ofrece Knappertsbusch en estos registros no es un Brahms "wagnerizado" como podía afirmar el tópico fácil, habida cuenta de que Wagner es la especialidad que más se le reconoce al director. En realidad, "Kna" había estudiado dirección de orquesta en el Conservatorio de Colonia con Fritz Steinbach, que trabajó activamente con el propio Brahms; por tanto, puede decirse que su Brahms procede de una tradición que se remonta al propio compositor, que es un Brahms "auténtico".

¿En qué se traduce esto para un oyente actual? Lo que escuchamos en este disco son versiones de sonido muy denso, muy "centroeuropeo", poco amigas de la brillantez o la espectacularidad; sí de la grandeza, conseguida con un "tempo" muy amplio, sin prisas de ningún tipo. Y dentro de este carácter monumental, cada pieza tiene su personalidad propia: la Académica suena pintoresca, como un cuadro costumbrista; la Trágica hace honor a su nombre y es hondamente elegíaca; en las Variaciones, en fin, escuchamos la nostalgia de otra época, finales del siglo XIX donde el tiempo aún transcurría apaciblemente sin los sobresaltos de la nuestra. Las desafinaciones y pifias que tanto molestaban a Culshaw también están presentes. Pero, a pesar de ellas, estas versiones pueden compararse con las de los más grandes brahmsianos de su época, como Walter, Szell o Barbirolli: todos ellos, por cierto, pudieron grabar las 4 sinfonías de este compositor y "Kna" no pudo.

A cambio, podemos escucharle en este disco a Knappertsbusch una obra maravillosa que casi ninguno de los grandes brahmsianos ha grabado: la conmovedora Rapsodia para contralto, con la participación de la espléndida contralto afroamericana Lucretia West. De los grandes brahmsianos antes mencionados, solamente la grabó Bruno Walter (con Mildred Miller), aunque esta grabación de "Kna" es superior; para el que no tenga esta obra, eso sería un motivo más que suficiente para comprarse el CD, por más que la discografía de la pieza esté dominada por la histórica versión (con mal sonido) de Clemens Krauss con Kathleen Ferrier, y con sonido moderno sea especialmente celebrada la de Karl Böhm con Christa Ludwig.

Para terminar, el Idilio de Sigfrido es una obra que "Kna" llegó a grabar dos veces en estudio: esta de 1955 con la Filarmónica de Viena y la de 1959 con la Filarmónica de Munich para Westminster, reeditada primero por MCA y luego por DG. La de Viena es una versión muy intensa, muy "sinfónica", donde la orquesta tiene la oportunidad de lucir sus diferentes familias instrumentales; puede preferirse la versión "camerística" de Munich como más ajustada al programa (el acunar a un bebé), aunque también tenga más pifias instrumentales, pero en todo caso esta que nos ofrece Decca es también de primera magnitud. Esperemos que a este disco le sigan otros y que Decca termine de reeditar en CD todo lo que grabó para ellos Knappertsbusch.



REFERENCIAS:

BRAHMS: Variaciones sobre un tema de Haydn, Rapsodia para contralto, Oberturas Académica y Trágica + WAGNER: Idilio de Sigfrido
Lucretia West, contralto ; Coro de voces masculinas de la Academia de Viena
Orq. Filarmónica de Viena/ Dir. Hans Knappertsbusch
Decca "Legends" 470 254-2