Revista mensual de publicación en Internet
Número 31º - Agosto de 2.002


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El desarrollo de la expresión oral en Educación Infantil con la música

Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su curriculum.

 


              “El niño es el perfecto auditor porque no se cuestiona lo que se le dice y lo ve todo a la luz de la inocencia”. Desde que escuché esta frase por primera vez, siempre me he preguntado si es esto lo que queremos cuando trabajamos con niños o por el contrario, nuestro principal objetivo es que asuman iniciativas, construyan su propia identidad expresando libremente sus sentimientos, articulando sus intereses, puntos de vista y aportaciones propias con las de los demás, interviniendo en la realidad inmediata cada vez más activamente...  Sin lugar a dudas, yo me decanto por lo segundo.

 Pretendo que el niño se vaya cuestionando todo lo que ocurre a su alrededor, que despierte y abra sus ojos a la vida de una manera activa, que nos contagie su vitalidad, sus ganas de vivir y disfrutar al máximo cada momento... La música le ayuda a que ponga en juego su potencial expresivo para comunicarse con nosotros. A través de la interacción comunicativa va desarrollando la expresión oral: discrimina  sonidos, aprende a articular palabras...

¡Qué mejor que la música para que conozcan textos orales que reflejan la tradición cultural de su entorno!. Podemos emplear la música para trabajar la dramática, la prosa y la poesía con los niños. Las actividades que se acompañan de música recobran un carácter lúdico difícil de discutir. La música, por ser aliada perfecta de nuestros alumnos nos ofrece múltiples oportunidades.

La dramatización permite a los alumnos el uso espontáneo del lenguaje. Ésta  tiene una gran importancia en la etapa infantil. Además de utilizarse para potenciar la expresión oral en el niño, podemos promover la creatividad, la imaginación, la capacidad de memoria, la expresión de emociones y sentimientos... La dramatización puede constituir un recurso para el aprendizaje de la canción, o bien ser el resultado final de la tarea.

Los cuentos son instrumentos capaces de estimular la expresión del niño en clase, conseguir su participación y mejorar su comprensión oral y su conocimiento de la lengua, que son la base de la expresión oral. 

La música puede servirnos como tema en la dramatización y el cuento. Por ejemplo, podemos escuchar música y en pequeños grupos, crear una historia con lo que esa música nos inspira. Le podemos pedir a nuestros alumnos que nos hagan una pequeña dramatización o que elaboren un cuento. Lo importante de este tipo de actividades es su puesta en común; aquí es donde los discentes desarrollan su espontaneidad, se divierten y el trabajo en grupo ve su fruto.

 Otra actividad para la Educación Infantil es relatar cuentos con música. Quizás no nos resulte fácil encontrar cuentos donde podamos cantar con nuestro alumnado, pero si podemos introducir  música y danza en cuentos ya conocidos por todos (Blancanieves puede cantar una canción mientras espera a los enanitos o Caperucita puede cantar mientras va camino de casa de su abuelita).

 La música y la danza en los cuentos nos va a ayudar, entre muchas cosas, a captar el interés y la atención de los niños y niñas. No es igual escuchar sentado durante varios minutos un cuento que participar con él cantando o bailando. El espacio se convierte con la danza y la música en algo flexible, ocupado en todas sus dimensiones y niveles.

 Podemos musicalizar textos apropiados (por ejemplo cuentos) con distintos instrumentos apropiados al argumento. Pueden ser cuentos de hadas, experiencias de la vida cotidiana... Antes de narrar el cuento, presentaremos a los personajes hablando un poco de cada uno y motivando a los niños para que sean ellos los que nos cuenten lo que saben de los mismos. 

El paso siguiente va  a ser asociar un instrumento musical a un personaje, a un objeto o a una situación determinada que se de en el cuento. Por ejemplo, el sonido de los árboles susurrando se puede hacer con el tambor; la lluvia que cae sin interrupción, golpeando con los dedos en las paredes; mucha gente caminando mezclada se podría representar golpeando unas contra otras las placas del xilófono que previamente han sido retiradas...

Todos los niños participaran en las actividades, pues a todos se le van a repartir instrumentos. Debemos dejarles tiempo suficiente para que capten cuando es su turno y toquen los instrumentos.  

Una vez narrado el cuento, podemos tocar la canción que le acompaña con algún instrumento musical y que nuestro alumnado nos acompañe cantándola. También podemos introducir algunos instrumentos fáciles de tocar por los niños para acompañar las voces de los compañeros, como pueden ser la caja china, los cascabeles... Cuando los niños canten la canción pueden ir sustituyendo algunas palabras, por gestos, así se favorecerá la capacidad de memoria, la atención... También podemos hacer una pequeña coreografía para que mientras unos cantan otros la vayan bailando o inventar una nueva letra para la canción.

Existen infinidad de poemas que pueden ser recitados o cantados por los niños. A través de ellos empiezan a encontrar ciertas claves de la realidad que les rodea y así empiezan a descifrar su propio entorno. Debemos fomentar el interés por descubrir la belleza y el mensaje de la poesía y alcanzar mayor dominio en la pronunciación de la palabras.

Como hemos podido observar, la música empleada en los cuentos, los poemas y las dramatizaciones ayuda a los niños a valorar la utilidad del lenguaje como instrumento de comunicación, de creación y de regulación de las relaciones sociales y de la actividad individual y social. Con el dominio progresivo del lenguaje verbal interpretan de forma más adecuada el mundo que los rodea y, sobre todo, se facilita que esa interpretación no se realice al margen de la cultura.

El lenguaje constituye un medio ideal para promover y desarrollar la musicalidad y el sentido rítmico del niño pequeño. Conviene ofrecer a los niños y niñas el contacto y la participación, individual o grupal, en producciones sonoras y musicales tradicionales, sobre todo en las canciones, juegos rítmicos y danzas infantiles propias de la comunidad donde viven. En el folklore infantil de todos los países encontramos una buena cantidad de rimas, retahílas, adivinanzas... que por tradición se acostumbra a recitar o repetir rítmicamente mientras se efectúan movimientos, o bien en forma de actividades independientes como parte de los juegos habituales.

Es interesante tomar el lenguaje como punto de partida para las investigaciones sonoras. Modular la voz, ensayar todas las formas posibles de decir las palabras, jugar con las consonantes, las vocales, es el comienzo para un trabajo musical muy rico; tomamos una frase, palabras, y buscamos ritmos, entonaciones diferentes, tratando de evitar los estereotipos. Nos alejamos del canto para hacer “hablar-cantando”.

Cada niño es un poeta y un compositor nato, algunos se manifiestan como tales, mientras que otros permanecen a la espera del estímulo que los hará florecer en la creación de una pequeña poesía o de una simple melodía. ¡Seamos nosotros ese estímulo para los niños!.