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Número 37º - Febrero 2.003


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PENDERECKI EN GIJÓN

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

Gijón, Teatro Jovellanos. 16 de enero de 2003
Penderecki: Agnus Dei (del Requiem Polaco). Concierto para violonchelo y orquesta (solista: Ivan Monighetti). Sinfonía nº 4 "Adagio".
Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA)
Director: Krzystof Penderecki.


Debido seguramente a su vinculación con la región tras recibir hace unos años el Premio Príncipe de Asturias es como hemos podido tener el lujo de la presencia en Gijón de un compositor de la importancia de Krzystof Penderecki, lo que hace pocos años hubiera parecido impensable. La expectación era grande y el Teatro Jovellanos aparecía lleno al inicio del concierto, observándose algunos vacíos en el intermedio; por mucho que se diga que Penderecki ha abandonado la vanguardia en busca de un estilo asequible para el gran público, una parte de este siempre se mostrará refractario.

En las obras contenidas en el programa pudo notarse el eclecticismo actual de Penderecki: el Agnus Dei, perteneciente al Requiem Polaco, fue escrito en 1981 para coro "a cappella" y aquí se presentó en versión instrumental; es inevitable que su comienzo traiga a la memoria el de la Música para cuerda, percusión y celesta de Bartok, al igual que el comienzo de la Cuarta Sinfonía "Adagio" (de 1989, escrita para el Bicentenario de la Revolución Francesa) recuerda mucho al de la Quinta de Shostakovich. Obras ambas que caen mucho en lo repetitivo, en la reiteración de las mismas fórmulas una y otra vez, pero que no puede negarse que sean asequibles para todo tipo de público.

Entre una y otra se ofreció en Concierto para violonchelo de 1972, donde el solista Ivan Monighetti fue el triunfador indiscutible de la velada, llevando a cabo una versión magistral de esta dificilísima pieza que también nos recuerda a los Conciertos de Shostakovich. La dirección de Penderecki de su propia música fue, como era de esperar, plenamente solvente, siempre con la batuta en la mano izquierda (el músico es zurdo) y la OSPA rindió a un nivel bastante por encima de lo habitual en ella. Tras el concierto me acerqué por los camerinos y comprobé que a Monighetti le rodeaba un grupo de "fans" mientras que Penderecki esperaba en solitario a que alguien se dignara a entrar a pedirle un autógrafo... esperemos que no por este "desplante" se niegue a volver por Asturias.