Revista mensual de publicación en Internet
Número 37º - Febrero 2.003


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

CONCIERTO DE AÑO NUEVO 2003

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

Después de 8 años (1993-2000) dominados por la trinidad Muti-Maazel-Mehta, parece que con el cambio de siglo ha cambiado también la nómina de directores encargados del Concierto de Año Nuevo. De momento conocemos a dos, Harnoncourt (en el 2001 y que ha repetido este año) y Ozawa (en el pasado 2002). Este año, Harnoncourt ha superado su actuación en el 2001 y también el trabajo de Ozawa, con lo que puede decirse que este Concierto de Año Nuevo es el mejor en lo que va de siglo (lo que tampoco sería decir mucho).

No se encontrará en este Concierto del 2003 nada que se parezca lejanamente a espectacularidad, ni tampoco al sonido "vienés acaramelado" de otras veces. En su lugar, Harnoncourt juega la baza de la sutileza, de la delicadeza y la búsqueda de matices, algo que podrá defraudar al aficionado que recuerde la vitalidad de Boskovsky o la refinada energía de Kleiber (directores, por supuesto, mejores para esta música) pero que a cambio le dará una visión "diferente" de un repertorio tan trillado que, es de suponer, era lo que se pretendía.

No en todas las piezas, lógicamente, se alcanza la misma altura; el concepto de Harnoncourt funciona bien por ejemplo en la Scherz-Polka, llena de una sutilísima ironía, la también sutil Secunden-Polka (en una línea totalmente distinta a la de Maazel en 1996, pero igualmente válida), un poético Lob der Frauen o, dentro del repertorio más conocido, un Vals del Emperador lleno de matices, desde un comienzo también sutilmente irónico hasta los momentos más exultantes (que rara vez aparecen en todo este concierto). Por contra, en el vals Delirios, Harnoncourt parece haberse tomado demasiado en serio su título y lo hace excesivamente ensoñador, cuando esta obra pide más brío desde su sección central; y a partir de Leichtes Blut el concierto apenas levanta ya cabeza, todo suena demasiado tímido, llegando hasta lo mustio (qué diferencia, por ejemplo, en la Furioso-Polka con el entusiasmo que le ponía Maazel en 1996, con todo lo que pueda tener de "showman" este último). Tras un Danubio Azul en esa misma línea, el nivel sube algo con una Marcha Radetzky más rescatable.

Como novedad este año se han incluido obras de autores no pertenecientes a la familia Strauss ni al mundo del vals vienés: la Introducción a la Danza de Weber, en la orquestación de Berlioz, que también tiene ritmo de vals y ya programó Maazel en alguna ocasión en los años 80, y dos Danzas Húngaras de Brahms (gran admirador de Johann Strauss), las nºs 5 y 6, que al menos tienen relación con esta temática de "danzas populares" y parece que son novedad absoluta en estos conciertos. Todas ellas conocieron aquí versiones muy válidas, aunque la Danza nº 5 tuvo un tempo quizá demasiado lento; en la parte anecdótica hay que señalar que las Danzas Húngaras no se presentaron en las orquestaciones "de toda la vida" (las de Martin Schmeling para estas dos) sino en unas inéditas de Friedrich Reichert (1838-1889), y que la Invitación a la Danza fue interrumpida por los aplausos de los espectadores en su "falso final", una interrupción que ha sido conservada en el disco para que se pueda oír tal y como sonó en la Gran Sala Dorada de la Musikverein de Viena.

Otro dato anecdótico de este doble CD es que por primera vez se incluye la alocución del director felicitando el Año Nuevo, con lo que puede oírse en el disco todo lo que suena por la televisión. Con ello, con el tempo en general lento de Harnoncourt, y sobre todo con la longitud el programa (21 piezas, cuando lo habitual en los últimos años era 16-19), la duración de los dos discos queda por primera vez bien aprovechada, más de 105 minutos en total.

En resumen, las grabaciones de los Conciertos de Año Nuevo no pretenden conseguir "versiones de referencia" de los valses de Strauss (todos los años sería imposible), y el que las desee a donde debe acudir es a los conciertos dirigidos por Kleiber (1989, 1992), Karajan (1987), alguno de los de Maazel y las grabaciones en estudio de Boskovsky, Böhm o Fricsay, sin olvidar a los "históricos" Knappertsbusch y Krauss. El interés de estos conciertos es el propio evento, el que se den todos los años obras infrecuentes o inéditas o la novedad de un enfoque distinto (en el caso de este año), y todo ello configura un producto pensado por una parte para el coleccionista o el aficionado específico a este repertorio, y por la otra, como "disco objetivo" para el gran público no interesado especialmente en la música clásica pero que ve con buenos ojos "esos valses que ponen en la televisión". Para todos ellos, estos discos habrán cumplido su finalidad.



REFERENCIAS:

CONCIERTO DE AÑO NUEVO 2003
Obras de Johann Strauss I y II, Josef Strauss, Weber/Berlioz y Brahms.
Orquesta Filarmónica de Viena.
Director: Nikolaus Harnoncourt
DG 474 250-2 (2 CD)