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Número 38º - Marzo 2.003


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A LA SOMBRA DE HARNONCOURT

Jerez, Teatro Villamarta. 22 de febrero. Mozart: Sinfonía nº 39, Concierto para piano nº 24. Mendelssohn: Sinfonía nº 1. Orquesta de Cámara Gewandhaus de Leipzig. Franz Vorraber, piano. Morten Schuldt-Jensen, director.

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum.

El reducido presupuesto del Teatro Villamarta no da para contratar orquestas sinfónicas de primera fila. O mejor dicho, conviene invertir lo poco que hay en otras fórmulas. Lógico: con sólo la mitad de lo que cuesta una sola función de, pongamos por caso, la Sinfónica de Londres, puede traerse a una Leonskaja, un Shaham, un Staier, un dúo Mullowa-Labéque y un Carlos Álvarez, por citar artistas presentes en esta temporada. Claro que tampoco parece mala idea contar de vez en cuando con alguna agrupación de cámara salida de otras de mayor tamaño. Así, hemos visto en el escenario jerezano a las formaciones reducidas de la Filarmónica de Berlín y del Concertgebouw de Ámsterdam.

Ahora ha tocado el turno de la Orquesta de Cámara de Leipzig, cuyos miembros proceden de la histórica formación del Gewandhaus, en cuya historia relucen nombres de oro como los de Wilhelm Furtwängler, Bruno Walter o el mismísimo Felix Mendelssohn. La Orquesta de Cámara fue fundada en 1971 para interpretar un repertorio centrado en el mundo del clasicismo centroeuropeo. Su nivel, por lo evidenciado en Jerez, es notable pero no excelente, destacando un viento empastado y de hermosísimo sonido. Por el contrario, la cuerda se muestra problemática y desluce bastante la sonoridad global del conjunto.

El nivel interpretativo dejó que desear. El director Morten Schuldt-Jensen, músico procedente del campo sinfónico-coral, se mostró como un fiel seguidor de los modos interpretativos que exhibe en este repertorio el controvertido Nikolaus Harnoncourt cuando lo aborda sin instrumentos originales (es decir, con la Orquesta de Cámara de Europa o con la del Concertgebouw): articulación muy marcada, vibrato moderado, desarrollado sentido de los contrastes y marcada renuncia a la cantabilidad. Faltaron la agresividad extrema y el rosario de excentricidades que el berlinés a veces exhibe, lo que es un alivio, pero también su proverbial claridad y su admirable sentido dramático.

Así, la Sinfonía nº 39 de Mozart fue solvente y vistosa, pero no terminó de enganchar, quedando el resultado en una mera fotocopia del original harnoncurtiano. En el Concierto para piano nº 24 del salzburgués se contó con la participación del joven Franz Vorraber, pianista especializado en Schumann según su página web (www.vorraber.com). No sabemos como interpretará al autor de la Renana, pero desde luego en Mozart no es gran cosa: buena técnica -con algún que otro desliz-, buena musicalidad -a pesar de algún brote aislado de brutalidad gratuita- y muy poco que decir. El resultado fue bastante flojo, como ocurrió en la segunda parte del programa con la Primera Sinfonía de Mendelssohn, una página de segunda fila cuyas bellezas, que las tiene, necesitan una batuta de primera para resplandecer. No fue el caso. En fin, una velada a priori interesante pero a la postre aburrida y olvidable.