Revista mensual de publicación en Internet
Número 39º - Abril 2.003


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LA MÚSICA DESDE LA CUNA

Por Mª del Mar Gallego G arcía. Profesora.


Sin darnos cuenta, desde los más tempranos momentos en la vida de un recién nacido, la música está presente. Cuando la madre arrulla a su bebé, tranquilizándolo y durmiéndolo con el susurro de una nana para que concilie el sueño, lo está acercando de forma indirecta a la música, al tiempo que le transmite el sentido del ritmo asociado al balanceo, la seguridad por el abrazo... Se produce un vínculo afectivo, una íntima unión entre el pequeño y la madre, mediante la cual se transmitirán los más tiernos sentimientos.

La nana es una breve canción, entonada muy dulcemente y cuyo contenido son frases cariñosas que salen del corazón. El objetivo de estas canciones era, y continua siéndolo, conseguir que niños y niñas durmieran y alcanzaran felices y agradables sueños. Se caracterizan por utilizar las típicas fórmulas a base de monosílabos, regidos por la ene (na, na) y por la erre (ro ro), así como por combinaciones de vocales (ea, ea). Estas canciones, en cierta medida monótonas para propiciar el sueño, y a la vez de gran belleza, convierten al niño en receptor y no en intérprete.

Pocos géneros poéticos tienen una extensión tan amplia como las canciones de cuna; cantadas por mujeres y destinadas a niños de corta edad, cumplen una función universal que se da en todas las culturas: dormir al pequeño y calmarlo. Así mismo, desempeñan un papel fundamental en la formación de la personalidad del niño con respecto a la música, en base a las experiencias que éste tenga con ella.

La primera voz humana que oye un recién nacido es la de su madre - y el primer cuerpo que siente y toca -. La madre será también, muy poco después de su nacimiento, la primera persona que le cante, cuando la agitación le angustie, cuando el sueño y el hambre lo venzan... Y lo hará con voz sedosa, envolvente, mientras lo mece entre sus brazos, con ritmo y melodía. Con esas hipnóticas canciones, paulatinamente, le irá introduciendo en el universo de su sociedad. Él no será consciente de ello, pero irá acumulando conocimientos útiles para poder integrarse en el grupo al que pertenece. Por eso, las nanas cumplen una implícita y capital función pedagógica. Existen otros géneros infantiles de clara función pedagógica que acompañan el crecimiento y las distintas etapas de maduración del niño, pero la nana es la primera en el tiempo y acaso la más decisiva, porque lo saca de las “garras del miedo y le nutre”, en esa fase tan crítica de la vida en que comienza la aventura del aprendizaje de los conocimientos esenciales sobre los que construirá todos los demás.

La vinculación padres/niño es condición esencial para el buen desarrollo de los pequeños. Los estímulos sensoriales proporcionados a través de las primeras conductas de apego le estimulan el desarrollo de las capacidades favoreciendo una buena vinculación. A este respecto, las canciones de cuna forman parte importante de las relaciones que se establecen entre la madre y su hijo. Las madres sentimos la necesidad de arrullar o de mecer a nuestro pequeño, desde el momento en que lo tenemos en nuestros brazos, utilizando sonidos repetitivos o canciones elementales como son las canciones de cuna.

Ha venido siendo habitual clasificar las canciones de cuna dentro de la "canción infantil", con las que comparte bastantes funciones, puesto que cada etapa de la vida del niño está jalonada de canciones adaptadas a su crecimiento y maduración como ente individual y social. La canción constituye un aspecto más del juego del niño en calidad de rito introductorio (en los géneros en que los chiquillos se reparten los diferentes papeles), dramático (juegos teatralizados) o de ejercitación en la futura vida adulta (imitación de los gestos de los adultos en el trabajo). Los niños, mediante las canciones, se introducen en el ritmo, la danza y la estética de su comunidad. La canción de cuna posee también, no obstante, funciones que le son específicas: la más evidente es la de hacer dormir al crío.

Un recién nacido puede mostrar interés por el sonido, el tono y el volumen de las voces. Siente también mayor atracción por el sonido de voces femeninas que por las masculinas. No es por casualidad que los adultos hablan con los bebés usando tonos agudos. Exagerar la enunciación puede ayudarles a aprender el lenguaje. Estos factores, entre otros, le hace reconocer la voz de la madre, con la que llega a identificarse.

El bebé, una vez que reconoce un sonido, puede responder con pestañeo, llorando, retrayéndose, cambiando el ritmo de la respiración... Si lo observamos, descubriremos en poco tiempo cuáles son los sonidos que le gustan o disgustan; reaccionará con alegría a los sonidos agradables, y cuando le hablemos, volverá la cabeza para localizarnos...

Ahora, con mi pequeña recién nacida, puedo hablar desde la experiencia; por este motivo aliento a los padres y madres a estimular a sus bebés mediante la música. La música tranquiliza y alegra a los bebés. Cuando baño, alimento, acaricio a mi niña, no dejo de hablarle, cantarle, de ponerle melodías suaves... a lo que ella responde con gorgoritos, expresando sus sentimientos con sonidos. Con esto no solo la estimulo, sino que fomento la comunicación entre nosotras.

Es cierto que un recién nacido es capaz de reconocer la voz de la madre y distinguirla de entre otras mujeres a las veinticuatro horas de su nacimiento. Tan temprana familiaridad con las cadencias del lenguaje de la madre podría explicar la atracción inmediata que el bebé muestra por su lengua materna.

Mientras está en el útero, el bebé reacciona a los sonidos con movimientos corporales y alteraciones en el ritmo de los latidos de su corazón. Después del nacimiento podemos notar que el sonido de los latidos de nuestro corazón puede tranquilizarle y calmarle. El ritmo continuo del corazón de la madre acompaña al bebe durante el embarazo, y el escucharlo continuará causándole placer.

Sería provechoso que las madres cantásemos a nuestros pequeños, incluso antes de nacer, ya que con ello estaríamos estableciendo que el niño que oye la voz de su madre la asocie como un medio de comunicación y de familiarización. La canción es un modo de introducir al niño en la música antes de su nacimiento, y esta audición prenatal puede ayudar a hacer el paso a la vida exterior menos difícil.

Las canciones de cuna son muy similares al lenguaje del bebé, y a ellos les gustan estas canciones por la misma razón que les gusta este lenguaje. Sus canciones favoritas y el estilo del lenguaje que emplean tienen cambios obvios de tono, ritmos repetitivos, un compás lento, y frases largas con sonidos vocálicos dulces; características que se encuentran en las canciones de cuna alrededor del mundo. Zoltán Kodaly (1.882 – 1.967) decía que la canción popular era la lengua materna musical del niño, y que de la misma forma que aprende a hablar debe aprender a cantar de pequeño.

Los bebés prefieren canciones suaves con notas altas, pero esto no significa que debamos limitarlo a escuchar melodías infantiles. La música clásica rítmica, y las canciones populares también pueden servir. Las melodías luminosas y bien estructuradas también captarán la atención del bebé, y al término de su tercer mes hasta podrá moverse al ritmo.

Con las canciones, podemos posibilitar en el niño el desarrollo de numerosas capacidades: la coordinación rítmico-motriz, desarrollo del oído y memoria auditiva, la expresión rítmica y corporal...

La canción infantil es el alimento musical más importante que recibe el niño. A través de las canciones, establece contacto directo con los elementos básicos de la música: melodía y ritmo.

Cuando el niño nace, sería muy interesante que éste estuviera rodeado de música. Las nanas pueden contribuir a forjar su imaginación, de la misma forma que lo hacen las cantinelas, los juegos de palabras... El niño canta incluso antes de hablar, y es sumamente importante dejar que esta imaginación musical se desarrolle.

"Nada más hermoso que estas canciones tradiciones nacidas al calor y al amparo familiar, practicadas y narradas con elocuente sencillez por nuestros antecesores a nuestros abuelos, por nuestros padres a nosotros" (M.L. Taboada).

En definitiva, las nanas son canciones, que pueden ser ejecutadas en piano, flauta y voz, conectadas por los naturales y relajantes sonidos del océano, pájaros y vientos... cuya finalidad es adormecer al bebé hasta conducirlo a un pacífico sueño. Estas melodías confortan al pequeño, produciéndole una alentadora experiencia musical, al tiempo que favorece un importante vínculo afectivo con los padres. Es muy positivo que favorezcamos esta primera inscripción de las formas musicales en la memoria de nuestros hijos, porque constituirá la base de su evolución natural.