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Número 39º - Abril 2.003


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SCARLATTI POR HANTAÏ

Por Ignacio Deleyto Alcalá. Lee su Curriculum.

 

 Tras su paso por algunas afamadas agrupaciones historicistas Pierre Hantaï (que sigue con su cara de niño travieso pese a estar cerca de los cuarenta) inició una carrera solista a principios de los noventa que le ha situado en lo más alto del mundillo de la música antigua. Su grabación de las Variaciones Goldberg de Bach recibió el Premio Gramophone en 1994 y sigue siendo la referencia en versiones al clave. Todas sus grabaciones son recibidas con entusiasmo por la crítica y aquel que le haya escuchado alguna vez sabe que es un músico de una técnica apabullante capaz de ejercitar todo tipo de acrobacias sobre el teclado y dotado además de naturalidad y elegancia. 

Ahora el sello MIRARE de René Martin inicia lo que parece ser la hercúlea tarea de grabar todas las 555 sonatas de Domenico Scarlatti al clave, proeza realizada únicamente por Scott Ross hasta el momento. Desconocemos si la integral estará a cargo de uno o varios músicos pero, por ahora, aquí está el primer volumen protagonizado por Pierre Hantaï.

El instrumento elegido, un Jürgen Ammer de 1999 construido según un modelo alemán anónimo de 1720 y de estilo similar a los claves italianos de la época de Scarlatti, posee un registro grave resonante y poderoso y un agudo nítido y redondo. Dada la enorme dificultad de recoger el sonido de un clave, sorprende la calidad de la toma sonora. El responsable, Nicolas Bartholomé, ha hecho un excelente trabajo ya que podemos percibir toda la riqueza y corpulencia del instrumento sin que la proximidad de los micrófonos sea molesta. También ha conseguido mantener el brillo del sonido en niveles prudentes. El resultado es una toma natural, de sonido algo mate y ligeramente reverberante. Así todo, recomendamos moderación con el volumen.

La selección de las sonatas, dieciocho en total, busca el equilibrio entre las más virtuosísticas y las más melódicas aunque haya más de las primeras. Afortunadamente para el aficionado se incluyen la lírica K 208 de la que hablaremos más adelante y la trepidante K 141, una de las que contiene mayores “fuegos de artificio”. 

Entrando de lleno en las lecturas del músico francés, debemos reconocer su valentía a la hora de interpretar estas endiabladas partituras a las que se enfrenta con decisión y sin titubeos. Por lo general, adopta tempi rápidos y muestra tal ímpetu en los ataques que en ocasiones nos parece estar ante un enérgico Beethoven adelantado a su tiempo. Óigase, por ejemplo, algunos de los contundentes acordes de la K 249, de la K 175 o de la K 484. Aunque para algunos tanta fuerza (y hasta agresividad como en la K 492) pueda resultar innecesaria, hay que reconocer que alejan el fantasma de la complacencia que normalmente suele desembocar en monotonía. Nadie se aburrirá con estas lecturas que combinan rigurosidad y tensión interpretativa. Al mismo tiempo, Hantaï también hacer cantar al instrumento en otras sonatas de mayor sosiego arrancando al instrumento un poético y seductor sonido como en la K 199, la K 310 o la K 177 pero, eso sí, sin sentimentalismos.

La prueba de fuego para cualquier interpretación al clave de estas partituras es poder resistir la comparación con la ya legendaria versión de Scott Ross. Tanto exactitud como precisión rítmica se pondrían a la cabeza de las múltiples virtudes de este americano nacido en Pittsburgh. Una exactitud que permitía un discurso fluido y natural y una precisión rítmica tal que la música parecía surgir involuntaria e inevitablemente. El caso es que si hay un clavista a la altura técnica y musical de Ross, ese es Hantaï; sus lecturas podrán convencer más o menos pero al menos tenemos la certeza de que llega al nivel de excelencia del americano. 

La Sonata en la mayor K 208, una de esas piezas que una vez oída ya no se olvida, es una de las cimas interpretativas de Scott Ross por lo que la comparación se hace obligatoria. Hantaï que tiene un instrumento posiblemente más capaz que el de Ross adopta un tempo ligero y muestra pulsación firme, buen legato, bellísimas ornamentaciones y trinos perfectos que coronan una versión sin faltas. Por su parte, Ross nos brinda una lectura de contornos apolíneos, donde todo aparece en equilibrio y armonía, de expresividad leve y estática, irresistible e inimitable. Cualquier edificio por bien cimentado que esté se desmoronará ante la belleza y perfección de la versión de Scott Ross. Y es que no habido músico que llegue a la poesía que brota de sus manos aunque Hantaï, a diferencia de otros, se acerca. En otras sonatas, sin embargo, Hantaï ofrece versiones de un interés musical descriptivo mayor que Ross, como en la K 141, aunque a veces su afán "por los dedos" empañe algo la musicalidad de la pieza. 

En suma, recital Scarlatti de muchos quilates que a pesar de alguna que otra brusquedad terminará por convencer ya que su aportación al universo sonoro de Scarlatti es considerable. Mientras tanto, no dejen de hacerse con las versiones de Scott Ross ya que la unión Scarlatti/Scott Ross es ya inseparable y pese a la dura competencia parece que también insuperable.
 

REFERENCIAS:

SCARLATTI, D: Sonatas. Vol. 1. K. 535, K. 3, K. 175, K. 208, K. 54, K. 185, K. 248, K. 249, K. 310, K. 299, K. 484, K. 162, K. 199, K. 145, K. 142, K. 531, K. 177, K. 492. Pierre Hantaï, clave. MIRARE 9918.
Distribuido en España por Harmonia Mundi. 

Página web: www.harmoniamundi.com