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Número 4º - Mayo 2000


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ENTREVISTA A SERGHEI YEROKIN

Por Daniel Mateos  y Anuska Requena.

 

¿A qué edad empezó a tocar?
Pues no lo recuerdo. Desde un principio había piano en casa. Probablemente a los 2 años, cuando se empieza andar.

 ¿En su familia había tradición musical?
Si, mis padres eran músicos así que siempre he escuchado mucha música en casa.

¿Y cuando tuvo claro que lo suyo era el piano?
Más o menos con 14 años, porque empecé a ver cosas interesantes dentro de la música, me dí cuenta de lo que era y me “enganché”.

¿A qué pianista ha seguido más de cerca?
Pues tengo varios, empezando por Bussoni, que ya murió hace muchos años. De las grabaciones que dejó se pueden aprender muchas cosas, a pesar de que la mayor parte de las grabaciones aún no tienen buena acústica. También podría citar pianistas de la época de Joseph Hoffman, Lévin, Rachmaninoff, etc.  Y algunos más modernos, como Horowitz, Michelangeli, Rubinstein, Glenn Gould, Richter...

De todos los directores con los que ha tocado, ¿cuál es el que mejor se ha acoplado a su manera de tocar?
Creo que todavía no he tocado con este director... aún no he encontrado un director con el cual pueda decir que estoy contento de todo.

¿Qué cualidad interpretativa valora más en un solista?
Valoro al solista que entiende lo que está haciendo, y a su vez es capaz de transmitirlo a los que lo están escuchando, siendo capaz de convencerles. Esto supone que tiene que tener dominio en muchos aspectos: dominio en la mecánica (su propio movimiento), dominio sobre la forma de la obra que está tocando (voces, polifonías, timbres, ritmos, etc.) y dominio sobre sus sentimientos.

Entonces, ¿el solista debería tocar para el público?
Si no quiere, que no toque... ¡no pasa nada!...

... Pero cuando se habla sobre ésta obligación por comunicar y por que se le entienda, ¿implica que se debe al público?
Bueno, en un cierto sentido sí. Pero para mí, la razón básica de que uno salga a tocar un concierto, es que tiene algo que decir y contar, y es necesario contarlo. A parte, salen muchas personas a tocar por otras razones.

¿Qué obras o compositores le han supuesto un mayor esfuerzo de estudio?
Una de las cosas más complicadas es Bach, por varias razones: porque exige mucha perfección en todo, y si algo escapa de esa perfección, no funciona la obra. Permite menos fallos, y con ello no me refiero a fallar notas, sino fallos a otros niveles.

Revisando los pianistas que nos ha nombrado, ¿opina que aunque ahora hay más pianistas, la calidad interpretativa era mayor antes? ¿quizás antes no se buscaba esa perfección técnica que ahora se busca?
Yo no diría esto. En cada época hay una pequeña cantidad de pianistas de primera línea y unos cuantos de segunda y tercera. Lo que está pasando ahora, es que el nivel medio del resto de las líneas ha subido bastante. Pero grandes intérpretes siempre los hubo pocos. Yo no compararía directamente a los músicos de antes con los de ahora. Por ejemplo, algunos de los pianistas famosos actuales no se encuentran en un gran nivel. A veces, por cosas de marketing, puede parecer que están en nivel parecido. Lo que ocurre con las casas discográficas y la publicidad da como resultado que mucha gente está donde no debe de estar y al revés. O sea, que no tiene que ver absolutamente nada que un pianista que haya grabado muchos discos sea bueno y viceversa. Todo esto es relativo. En nuestra época había un gran intérprete, Richter, que no tiene nada que envidiar a los consagrados. Él, por ejemplo, no está al nivel de marketing y al nivel conocimiento de la gente como otros pianistas quizás más nombrados. Y esto era porque, simplemente, no le interesaba la política del marketing.

¿Considera necesaria la ejecución diaria de ejercicios pianísticos? ¿U opina, que llegado cierto nivel, la técnica se aprende con el repertorio?
En primer lugar, la técnica se ha de aprender con repertorio. Y luego, cuando encuentras algunos pasajes en los que no eres suficientemente preciso y rápido, entonces tienes que descubrir qué tipo de movimiento hay que hacer, o fijarte si lo ejecutas de forma incorrecta, o sencillamente, puede ser que aún seas un poco torpe y tienes que desarrollarlo. Son circunstancias muy particulares y dependen cada obra. Ejercicios universales los hay, pero se tratan básicamente de desarrollar un “poquito” la velocidad, de forma general. Pero luego, cada caso es muy concreto. A través de obras se aprende más que a través de ejercicios. 

¿Qué pasos sigue cuando se enfrenta por primera vez a una obra?
Depende qué obra. Si son obras que resultan bastante complicadas de leer en un  principio, lo primero que hago es leerlas y asimilarlas lo antes posible con un trabajo muy intenso, dedicándome exclusivamente a la obra y sin leer ninguna otra cosa. La primera fase es la más importante e intento asimilarlo lo antes posible. Veo obligatorio el análisis formal previo a la interpretación de la obra, porque te ayuda mucho en la primera fase. Estudiando la obra sin el piano, descubres muchas cosas: por dónde va la armonía, cómo se desarrolla, por dónde van las voces, cómo se transforma de una forma en otra, etc.

¿Qué busca en una obra a la hora de interpretarla?
Pues depende. En obras diferentes, las esencias son diferentes. Lo que siempre trato de hacer es descubrir, en primer lugar, cuál es la esencia y en segundo intentar que poco a poco sea parte de mí. Luego ya, a través de todos los medios comunicativos personales, a través de la dinámica, los timbres, etc. intento comunicarlo. Pero lo primero, creo que la esencia debe de ser asimilada y tienes que aportar también, en un cierto sentido, tu parte, tu visión. Entonces es una manera de ser, de tener una personalidad muy múltiple, de poder ser varias cosas dentro de una misma obra, porque prácticamente, siempre tienes que hacer cosas muy diferentes dentro de una misma obra y tienes que transmitir y pasar de una a otra.

Respecto a sus clases magistrales, ¿en qué hace más hincapié cuando enseña a sus alumnos?
Intento en cualquier nivel, sin distinguir los niveles, que el alumno pueda hacer lo que pueda hacer. Algunos pueden más, otros menos... intento enseñarles la manera de ver lo que significa, lo que quiere decir lo que está escrito. O sea, es fundamental aprender a leer, entendiendo qué significa lo que está escrito en la partitura. Y después de esta base, intento poner como ejemplo que, si trabaja una obra con esta base (sobre lo que se ha entendido y descubierto en ella), a partir de aquí ya se podrán afrontar problemas, saber cómo estudiarlo, de qué se trata, cómo poder descomponer los elementos (es muy importante saber de qué elemento está hecho, que carácter tiene, cómo funciona, su movimiento, con qué está coordinado).

¿Cuál o cuáles cree que son las mejores escuelas para formar a futuros pianistas?
Yo diría que casi no importa de qué escuela se trata, sino de quién está ahí dentro. Ahora las cosas han cambiado mucho y se pueden encontrar personas muy interesantes en escuelas pequeñas e incluso fuera de escuelas, en muchos sitios de tradición. No se trata de escuelas, sino del profesor en concreto. La escuela no es más que un edificio. Las escuelas con renombre para mí no significan absolutamente nada. Si en esta escuela de renombre hay alguien que es capaz de enseñar, sea o no de renombre esta persona, es fabuloso. También depende de quién entra en una escuela de renombre. Si escoges el mejor profesorado y haces una escuela de renombre y luego entra gente normal, por mucho que se esfuercen no funciona bien, porque también depende quién entra y quién es capaz de aprender. Puede haber alumnos que lo entiendan pero que luego no sean capaces de llevarlo a cabo, por sus limitaciones.

¿Qué recomendaría a los jóvenes que desean abrirse paso en el mundo del piano?
Pues, si es posible abrirse paso sin concurso, mucho mejor. Los concursos son algo humillante, anti-musical, antinatural y anti-todo. En muchos casos, el jurado que está juzgando a los participantes, no tienen derecho moral de hacerlo porque están a un nivel muy por debajo de los participantes. No es siempre así, pero muchas veces sí. Yo aconsejaría olvidar en lo posible los concursos y encontrar alguna otra salida, buscarla.