Revista en Internet
Número 4º - Mayo 2000


Secciones: 
Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
El lector opina
Crítica discos
Web del mes
Midi del mes 
Tablón anuncios

DOS RECITALES DE VÉRONIQUE GENS PARA VIRGIN CLASSICS

Por Ignacio Deleyto Alcalá.

A pesar de no ser muy conocida por el gran público, seguramente algunos recordarán a Véronique Gens en La Clemenza di Tito del Teatro Real del año pasado. En realidad, esta soprano lleva varios años en activo en una carrera claramente ascendente. Empezó a finales de los ochenta y de la mano de William Christie realizó numerosas grabaciones con Les Arts Florissants. Desde hace unos años, sin embargo, sus apariciones en teatros de ópera de todo el mundo bajo importantes batutas (Abbado, Dutoit, Jacobs, Herreweghe, etc) le han servido para romper la etiqueta de soprano historicista limitada al repertorio barroco.

Muchos nos fijamos en ella cuando escuchamos su "If love's a sweet passion" del Fairy Queen de H. Purcell (también con Christie). Ya por aquel entonces su voz luminosa y cristalina, sin vibrato, aunque sin la frialdad de otras voces historicistas, no pasó desapercibida. Ahora, casi diez años después, nos la encontramos en dos recitales tras firmar un contrato con Virgin Classics: uno dedicado a arias de ópera de Mozart (VC 45319) y, el último en aparecer, centrado en tres cantatas italianas de Handel (VC 45283). La soprano ha querido dar el gran salto. El primer disco demuestra su valentía, pues, presentarse como solista con un disco dedicado a arias de ópera de Mozart es, como poco, arriesgado. ¡Y vaya arias!: "Mi tradì" del Don Giovanni, "Come scoglio" del Cosí, "Non so più cosa son" de las Bodas y así hasta un total de diez de las más conocidas (incluye también dos arias de concierto).

De entrada, debemos decir, que no estamos ante un Mozart historicista (a pesar de usar una orquesta con instrumentos originales) como si, por ejemplo, Emma Kirkby grabara este repertorio. Llama la atención como su voz ha "madurado" en estos años desde aquellos discos con Les Arts Florissants. Para empezar, su pequeña voz de entonces ha ensanchado, posee una mayor amplitud, ha oscurecido ligeramente y tiene más cuerpo. La soprano demuestra tener un técnica sólida que le permite moverse con soltura y facilidad por las dificultades de estas páginas. No tiene problemas arriba, su registro medio es amplio, sabe proyectar bien su voz sin estrangularla en ningún momento. Su emisión es segura y su dicción, clara. Y, como era de esperar, no abusa del vibrato.

Sin embargo, le falta un mayor contraste en la voz a la hora de abordar diferentes papeles. Por ejemplo, en el "Batti, batti" del Don Giovanni su interpretación es plana, sin aprovechar las posibilidades de esta aria. Zerlina es astuta, melosa, engatusa a Masseto y el intérprete debe ser capaz de reflejar todo esto. Tampoco en el "Porgi amor" consigue transmitir la nostalgia y soledad de la condesa aunque su técnica sea impecable. También le falla el registro bajo en arias como "Come scoglio", auténtica montaña rusa para una cantante aunque, en conjunto, hace una lectura poderosa y bien esculpida además de ornamentar con gusto. (Recientemente ha grabado el papel de Fiordiligi con René Jacobs ). Otras arias, por el contrario, están más conseguidas como el "Per pietà, ben mío" en la que Gens hace un final poderoso y brillante (impensable de una voz entrenada en Rameau y Charpentier) y las dos de La Clemenza donde matiza mucho más quizás por tener esa ópera más estudiada. Ivor Bolton se muestra en su sitio, acompañando con precisión, pero poco más. Un director de mayor enjundia, con una mayor atención al detalle y una dirección más de cerca, habría sacado más partido a la soprano.


El siguiente disco reúne tres cantatas de un joven Handel pertenecientes a su período italiano. El sajón viajó a Italia en 1706 cuando contaba 21 años y permaneció allí cuatro años. Ciudades musicalmente importantes como Florencia, Nápoles, Venecia y Roma fueron paradas obligadas para el curioso compositor. Su patrón en Roma fue el cardenal Ottoboni cuyo círculo humanista "La Arcadia" era un importante centro de actividades musicales. Allí, Handel entró en contacto con músicos como Corelli y A. Scarlatti, maestro de la cantata italiana para voz solista y continuo. No cabe duda que estas obras de Handel son deudoras del estilo de A.Scarlatti.

Este "revival" que ha tenido Handel en la última década no ha traído, sin embargo, una ola de grabaciones de sus cantatas en comparación con sus óperas y oratorios por lo que cualquier nuevo registro de esta importante producción es motivo de alegría para el aficionado a la música barroca y en especial, si tienen la factura del registro que ahora comentamos.
El disco incluye tres cantatas: Armita abbandonata, Agrippina condotta a morire y La Lucrezia (pocas grabaciones de esta maravillosa obra desde la pionera de Leppard aunque en arreglo para orquesta).

F. Fernandez, co-fundador del Ricercar Consort y violinista de reconocido prestigio en el repertorio barroco y Les Basses Réunies ofrecen un excelente apoyo a la voz solista. Por ellos quisiera empezar porque el bajo continuo que realizan es extraordinario, variado y lleno de matices. En el aria "Il suol che preme", por ejemplo, los furiosos arpeggios en el bajo están perfectamente delineados por estos músicos y los recitativos son en sus manos dramas en miniatura. Especial mención para el cello de Bruno Cocset y el clavecín de Blandine Rannou (ambos miembros de Il Seminario Musicale).

Son estas obras de marcado dramatismo (y no de ambiente pastoral) donde se habla de episodios trágicos y no de lides amorosas. Veronique Gens a la que nunca antes habíamos escuchado en Handel realiza aquí una interpretación intensa y emocionada, cálida y apasionada, estilísticamente impecable y con una potencia vocal que no es habitual en otras sopranos especialistas en este repertorio.
Esta música llena de contrastes está perfectamente servida por su voz que se pliega a la riqueza de ideas de estos pentagramas. Ya desde el primer recitativo la escuchamos con una fuerza expresiva que a veces echábamos en falta en su aproximación a Mozart. La cantante despliega un enorme abánico de emociones desde el sosiego y la dulzura hasta la más encendida furia. Está impresionante en los pasajes de coloratura como en el aria "Orrida oscura", se muestra cómoda en las agilidades y en las secciones "da capo" ornamenta con fantasía y buen gusto. Estamos, pues, ante un disco que hará las delicias de todos los aficionados al canto barroco y que recomendamos plenamente.


En resumen, dos hermosos discos de presentación como solista (aunque con resultados dispares) donde Véronique Gens demuestra ser una cantante preparada para afrontar nuevos retos y a la que capacidad ciertamente no le falta.