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Número 49º - Febrero 2.004


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EL NIÑO Y LA CREATIVIDAD MUSICAL

Por Isabel Francisca Álvarez Nieto.

La imaginación es más importante que el conocimiento
Einstein

 

           Si observamos el dibujo de un niño de los primeros cursos de Educación Infantil, en el que nosotros no vemos más que una madeja o un monigote, y le preguntamos qué ha dibujado, seguramente responde sin vacilación haciendo alusión a un objeto de la realidad o a una persona.

Sin embargo, al repetir la misma operación con un chico de los últimos cursos de Primaria, con total certeza, no tendremos ni que preguntar de qué se trata.

Al margen de la madurez motriz de uno y otro, es la diferencia entre una persona con imaginación y confianza en sí misma y otra que ha pasado por el filtro de la perfección adulta ( dicho esto en un alarde de “profunda humildad”). 

He querido mostrar el ejemplo de la pintura porque creo que en la forma tiene mucho en común con la música y, en ambas, la creatividad es esencial; por ello, los profesores deben ser muy conscientes de su labor como potenciadores de la creatividad del alumno, tratando de que la desarrollen al máximo, formando su personalidad para su posible dedicación profesional a la música. 

Naturalmente, para llegar a ser un buen músico y compositor no sólo hace falta imaginación, el conocimiento de las técnicas es fundamental. El maestro debe alentar al alumno, haciéndole asumir una postura ajustada de sí mismo, en la que se le anime a mejorar, haciéndole ver también sus errores.

En ese proceso de desarrollo creativo-musical tiene asimismo una enorme importancia el análisis de modelos clásicos. Igual que al aprender un idioma escucharlo ayuda a apreciar la entonación o musicalidad de las palabras y las frases, que luego trataremos de imitar, con la música sucede lo mismo. Así, al trabajar las obras de autores clásicos o contemporáneos, el alumno va captando la armonía, los silencios, la participación de los distintos instrumentos a lo largo de la obra, etc. que luego le servirán de base para elaborar sus propias composiciones.

No se trata de imitar sino de proporcionar los sustentos necesarios desde los que desarrollar su imaginación-creativa. Vuelvo al ejemplo de la pintura pues, hasta los niños más pequeños, realizan sus dibujos sin previa instrucción, sin embargo, ello no impide que se les enseñe a coger correctamente el lápiz, con lo que sus creaciones serán más fructíferas y menos agotadoras.

Se pretende que el alumno explore y exteriorice su personalidad creadora mediante la improvisación sobre modelos clásicos. Así, es interesante conocer los rasgos esenciales de este tipo de caracteres:

·        A nivel afectivo: son personas que muestran un buen nivel de autoestima, autonomía para la elaboración de sus propias ideas y capacidad de investigación.

·        A nivel cognitivo:  presentan un buen autoconcepto, imaginación desbordante y capacidad de análisis crítico de las situaciones. 

La formación de la personalidad infantil se ve sometida a factores ambientales (donde la escuela tiene una importante labor), genéticos y familiares, siendo la creatividad la ventana desde la que desarrollarse, aprender y conocer el mundo que les rodea.

Desde la educación se debe promover el descubrimiento del propio ser desarrollando para ello la sensibilidad e inteligencia musical. La actitud del maestro y su capacidad de motivación del alumnado serán esenciales a la hora de afrontar esta práctica pedagógica. 

Aunque la creatividad pertenece al género humano, no se manifiesta en todos por igual, está condicionada y su educación requiere un cambio de actitud no sólo por parte del educando sino del educador, pues conlleva un enfoque pluridisciplinar. Educar proviene del término latino educis, educere, que significa extraer de dentro, “sacar hacia fuera” (Tusquets, J.). A diferencia del vocablo enseñar que en origen significa señalar hacia, mostrar algo a alguien.

¿Cómo promover ese cambio de actitud? Se ha comprobado que el grado de implicación cosgnoscitiva y emocional del profesor influye en los resultados, pues, en ese caso, no sólo dicta, sino que también da ejemplo de cómo fomentar la creatividad, cómo emplear los medios para lograr el éxito y cómo vivir creativamente. Algunas actividades para aumentar o educar la creatividad en el aula a edad temprana son: 

-         Permitir que los niños se expresen cantando: para ello extremaremos esta premisa hasta el punto de que todo lo que digan en el aula deban hacerlo cantando, con el ritmo que quieran o con uno previamente establecido, por ejemplo, de corcheas, de negras o de redondas.

-         Expresarse a través del baile: el derroche de energía cinética es una constante en los niños; el profesor puede canalizarlo mediante el baile libre con distinto tipo de música, desde una con gran fluidez hasta otra que recuerde la tranquila bajada de las aguas de un río.

-         Pintar las sensaciones: la música puede evocar en nosotros distintos tipos de sentimientos, aprovechemos para que los alumnos los plasmen con pinceles o, mejor aún, con las manos y el cuerpo.

-         Dibujar la música: es muy interesante arriesgarse a plantear una propuesta como esta. Con el dibujo el niño/a va formando los cimientos de su estabilidad emocional, con él se adueña de las imágenes de la realidad que luego representará en su mundo.

-         Juegos enlazados de repeticiones: la maestra realizará una sucesión de sonidos con las distintas partes del cuerpo ( por ejemplo: dos palmadas, una palmada con las rodillas, un golpe en el suelo con un pie, otro con el otro pie, una palmada y el sonido de pedir silencio con un dedo delante de los labios ), los alumnos escucharán con intención de repetirlo, pero sólo uno de ellos será designado. Una vez imitados los sonidos, deberá crear otros y decir el nombre de otro compañero para que los repita.

Se juega aquí con múltiples elementos creativos, pues:

>       se puede dar mayor o menor velocidad a cada una de las partes;

>       se inicia en la composición, a nivel muy sencillo;

>       se trabaja la memoria y la imitación de estructuras;

>       se favorece el conocimiento del cuerpo y sus posibilidades como instrumento musical;

>       se estimula la imaginación, al tener que realizar un arreglo distinto a los anteriores;

>       etc.

-         Inventar letras de canciones: resulta muy original buscarle letra a las partituras de grandes compositores. Se puede seleccionar un fragmento (tratando de evitar aquellos con tiempo adagio si queremos aplicarlo a niños de Educación Infantil ) y dárselo a escuchar a los pequeños en más de una ocasión. Una vez hayan captado su melodía, podemos preguntarles de qué creen que es la música. Con esta lluvia de ideas saldrán numerosos puntos de partida para comenzar la letra de ese fragmento de obra. 

Se trata en definitiva de actividades que estimulan la creatividad, con las que el niño/a puede satisfacer su insaciable curiosidad y disfrutar de la libertad de expresión, que garantiza un adecuado desarrollo emocional.

 Bibliografía: 

·        DE CEA, L. (1994): Guía Didáctico-Musical. Enseñanza primaria. Mundimusica, S. L. Garijo. Madrid.

·        TUSQUETS, J. (1972): Teoría de la educación. Magisterio Español. Madrid, p.16.