Revista mensual de publicación en Internet
Número 49º - Febrero 2.004


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

Voz de ángel

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 


Andreas Scholl

Recital de Andreas Scholl (contratenor) y Markus Märkl (clave). Obras de Henry Purcell y maestros alemanes del siglo XVII. X Ciclo de Lied. Teatro de la Zarzuela de Madrid, 22 de diciembre de 2005.

Por primera vez se ha presentado un contratenor en el ciclo de Lied que organiza la Fundación Caja Madrid en el Teatro de la Zarzuela. El registro fue inusual para este marco, así como el repertorio escogido, compuesto por canciones de Purcell, en la segunda parte, y de maestros alemanes del siglo XVII, en la primera, tales como Nauwach, Albert, Adam y Johann Philipp Krieger, Fischer, Hammerschmidt o Görner. Fue un repertorio exquisito de una rara modernidad y belleza, formado por piezas de aparente simpleza, pero muy difíciles y retóricas. El público aplaudió más aquellas que presentaban perfiles abiertamente ariosos y no apreció plenamente las bellezas ocultas de otras. La convocatoria despertó una lógica curiosidad entre la afición madrileña más selecta antes por la fama del intérprete, que por el programa, que resultó ser una magnífica lección de historia de la música sobre los recónditos orígenes barrocos del Lied. El tratamiento que durante el Barroco se concede a la palabra tiene mucho en común con el estilo romántico, más que con el clásico. Scholl y Märkl ofrecieron unas versiones magistrales, rebosantes de arte y naturalidad. El cantante interpretó las canciones con mucho arte y talento, pero con idéntico respeto al sentido poético. La dicción fue perfecta y estuvo acompañada de infinitos matices expresivos que iluminaron los versos y las melodías con una luz especial. Fue un asombroso maridaje entre música y poesía. El clímax llegó al final, con las maravillosas Folksongs de Purcell que cerraron la velada con su magia. La voz de Scholl presenta un color y una pastosidad muy germánicas, con resonancia casi exclusiva de cabeza y unos brillos que evocan desde el agudo la calidez del barítono que detrás se esconde. Su técnica, depuradísima, se sostiene en una articulación perfecta y en un control exacto de la emisión. El artista se recrea en su propia seguridad, en la firmeza de su afinación, en la pureza de su dinámica, reforzando su protagonismo, con clara conciencia de su presencia vocal y personal. Es evidente que disfruta una enormidad escuchándose a si mismo, pero consigue no parecer un divo. Comparte felizmente su diversión con quienes le rodean, creando una atmósfera especialmente comunicativa. Scholl es un cantante, es un artista, es un músico, pero sobre todo un intérprete cuya gracia más alta emana de su forma de ser y sentir. Los aplausos fueron intensos y algo nerviosos, tal vez por la novedad.