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Número 5º - Junio 2000


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LA SECCIÓN DEL APÓCRIFO

Por Antonio Pérez Vázquez

A veces lo más difícil es comenzar un artículo. A pesar de tener un montón de información no encuentras la forma adecuada de comenzar. Hasta que se te ocurre la idea de escribir lo que estás pensando. Creo que el problema está resuelto...¿no creen?.

El caso es que tras saludar a las ninfas del paraíso (a las que mando un saludo desde aquí), de reconocer el terreno hasta encontrar la zona de tablón que encaja con esa parte de mi anatomía correspondiente a... bueno, creo que ya saben a que me refiero. Cubiertos todos los formalismos inherentes a la asistencia a un teatro me dispuse a contemplar algo que hasta ese momento no había podido contemplar: una mujer dirigiendo a una orquesta de cámara.

Cuando me informaron del programa me llamó mucho la atención de que un director de orquesta tuviera nombre de mujer, al final resultó que era una mujer de verdad, hecha y derecha. Ya saben que no puedo hablar con mucha propiedad, pero tenía toda la pinta de saber lo que se traía entre manos.

La liberación de la mujer es un hecho, quizás no totalmente consumado, pero tiene la pinta de estar a punto de caramelo. Han pasado de tener la sartén por el mango a la batuta. Mucho menos peso y mucho mas poder (aunque a mi me sigue dando más miedo una sartén).

Otro aspecto digno de mención es la edad de la directora, con su juventud todo hace indicar que le queda un futuro de lo más prometedor. Dentro de poco otras seguirán su camino.

En este mes aún me ha dado tiempo de pasarme por otro acontecimiento musical que ha tenido lugar cerca de donde vivo, concretamente en el Puerto de Málaga. Se trataba de una especie de encuentro de un montón de grupos de música dance.

Si al ir al teatro saludaba a las ninfas, en este caso había "diablillas" que fácilmente podían provocar la perdición de un pobre mortal. Pero no lo consiguieron (y mira que lo intenté).

Algo que me gustaba del ambiente era la sensación de estar como en casa, es decir, los que estaban en el escenario eran apócrifos como yo. Una cosa que llamó fuertemente mi atención fue algo que sucedió en las cuatro primeras canciones: la chica que salía parecía ser la misma, pero con el nombre, pelo y ropa cambiados. Menos mal que la primera fue guapa que si no...

Ya que el escenario ofrecía poca novedad y las canciones eran mas o menos conocidas me dediqué a observar a la gente que me rodeaba (y casi me daba un masaje, tal era el grado de ocupación del recinto). No se cómo me las apañaba que fuera donde fuera siempre encontraba una cadena humana que pasaba junto a mí. Al final de la noche quede impregnado de unos 200 perfumes distintos, incluyendo gomina y demás productos de "belleza" (a veces no se sabe a que belleza se refieren, ya saben, aunque la mona se vista de seda...).

Los encargados de conducir el evento empleaban un trato de lo más familiar (¡sois de ... madre!). Aunque dudo que ese sujeto conozca a mi madre, a la que saludo desde aquí. ¡Hola mama!.

Tras cuatro horas de restregones, recordatorios familiares y "diablillas" emprendí el camino a casa. Sin que mi alma hubiera sido corrompida (y mira que lo intenté).