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FOLÍAS, ZARABANDAS, GALLARDAS Y CANARIOS. Apuntes sobre la danza y el baile en la España del Siglo de Oro. Por Juan Luis de la Montaña Conchina
Capacho
¡Toma mi abuelo, si es antiguo el baile de
la Zarabanda y de la Chacona! Benito
Ea, sobrino, ténselas tiesas a esa bellaca
jodía; pero, si ésta es jodía, ¿cómo vee
estas maravillas? Chanfalla
Todas las reglas tienen excepción, señor
Alcalde. (Miguel de Cervantes: El Retablo de las Maravillas) La danza y el baile en el Siglo de Oro español fueron una prácticas habituales en ambientes populares y cortesanos. El baile en dicho siglo, además de un entretenimiento, era un ritual de fuerte carga social y por ello era practicado por todos los sectores sociales. Según los datos que se desprenden de los numerosos tratados destinados a esta finalidad. La danza en todas sus dimensiones se había convertido en una práctica totalmente codificada, de difícil ejecución, en algunos casos, y de una importancia social que quizá ahora no alcancemos a valorar en su justa medida.
El
baile era el entretenimiento predilecto de los estratos sociales
inferiores, al igual que la danza era para los privilegiados un elemento
fundamental dentro de los protocolos que seguían las relaciones
personales de la época. Tal es así, que en la mayoría de los casos la
danza constituía un auténtico formulismo social al que se debía
responder debidamente. Del mismo modo, fue una práctica con una
naturaleza comunicativa de primer orden. Si en los ámbitos populares
bailar era un entretenimiento diario, siempre había tiempo y espacio para
“organizar la zarabanda”, en los cortesanos saraos y danzas formaron
un binomio perfecto e insustituible.
Ahora bien, hay que realizar una precisión al respecto, pues la danza en
los ambientes cortesanos no posee la misma naturaleza que en los
populares. Algunos autores han intentado precisar estos conceptos
procediendo a una distinción entre danza y baile, definiendo a las
primeras como danzas de cuentas y
bailes de cascabel a los
segundos. Sin ánimo de profundizar y entrar en detalles, ambos tipos de
baile se distinguen tanto por las formas de representación como por los
ambientes donde se ponían en práctica. El Diccionario de Autoridades de
1726 todavía diferencia danza de baile al señalar que “danza es baile
serio en que a compas de intrumentos se mueve el cuerpo...”, mientras
que del baile señala que es “hacer mudanzas con el cuerpo y con los
pies y los brazos...”. Danzas
de corte: Habitualmente
eran danzas de pasos y mudanzas graves y lentas, propios de los escenarios
donde se desarrollaba. La coreografía de estas danzas estaba
perfectamente codificada en el caso castellano desde las primeras décadas
del siglo XVI en el manuscrito conocido por el título Reglas
de dançar conservado en la biblioteca del Palacio Real y para el
siglo XVII en el tratado no menos importante debido a Juan de Esquivel
Navarro: Discursos sobre el arte del dançado (Sevilla: 1642; Madrid: 1647?).
En ambos se encuentra una amplia descripción de la piezas a danzar y
especialmente de las coreografías que acompañan a cada pieza. De
entre los bailes cortesanos más habituales podemos destacar la Pavana,
baile lento, de cuidados movimientos, y la gallarda o tourdion, ágiles y
rápidos aunque conservando la impronta palaciega con la que fue
concebida. En
cuanto a la gallarda, las fuentes indican que originalmente es un baile
palaciego especialmente castellano. Teóricos de la época nos describen
con todo lujo de detalles la forma de danzar una Gallarda a la manera de
Castilla, en la que sólo se procedía al movimiento de pies: “La
reverencia ha de ser, grave el rostro, airoso el cuerpo, sin que desde el
medio arriba se conozca el movimiento de la rodilla; los brazos
descuidados, como ellos naturalmente cayeren; y siempre el oído atento al
compás, señalar todas las cadencias sin efecto. ¡Bien! En habiendo
acabado la reverencia el izquierdo pie adelante, pasear la sala, midiendo
el cerco en su proporción, de cinco en cinco los pasos”. El
baile en los ambientes populares: Eran
los ambientes populares donde más cantidad y diversidad de bailes se
gestaban. Tradicionalmente considerados como bailes
de cascabel, se caracterizan
fundamentalmente por su coreografía desenfadada, movimientos alocados y
acompañamiento musical en el que la percusión está siempre presente. De
entre los numerosos tipos de bailes y fusiones que surgen entre unos y
otros podemos destacar las más habituales como: Canarios, Folías,
Zarabandas, Villanicos, Polvicos, Gambetas, Pollo Viejo, Zambapalos,
Guineos, y así hasta una veintena de bailes de características
similares. -Canario:
Las primeras noticias sobre este baile de inmensa proyección en el siglo
XVII nos llegan de Diego Pisador en 1552. Algunos autores quieren
identificar el origen con su nombre sin embargo, músicos de la época -franceses
como Toinot Arbreau-
localizan su origen en los disfrazes de “salvajes” que eran utilizados
en las mascaradas. Posteriormente se integrará en el “ballet”
cortesano con formas más depuradas. Se caracteriza por ser un baile de
pasos exóticos, posee un ritmo puntillado en el que se combina el
saltillo, el pateo y la alternancia del taco y la suela. Todavía en el
siglo XVIII era conocido y descrito como “tañido músico de quatro
compases que se danza haciendo el son con los pies con violentos y corros
movimientos”. -Folía: Covarrubias habla de ella señalando que “Es una çierta
dança portuguesa, de mucho ruido porque ultra de ir muchas figuras a pie
con sonajas y otros instrumentos” Fue, sin duda, uno de los bailes más
populares de la Castilla del Siglo de Oro. Se caracterizaba básicamente
por su compás ternario, fácil acompañamiento instrumental y una
desenfrenada puesta en escena. -Zarabanda: Suele atribuirse origen español, andaluza concretamente,
y se identifica con la Jácara tanto por el compás ternario utilizado
como por los pasos de baile.
Otras opinioes sitúan el origen
parece en el Il novo Ispano, es
decir, en las américas, y según se cree relacionado con el nombre de algún
instrumento allí utilizado. No
se conoce ciertamente hasta finales del siglo XVI cuando alcanza un gran
éxito tanto en España como en Italia. Las obras de Cervantes están
repletas de referencias a este divertido y “desenfrenado y endemoniado
son”, interpretado con guitarras y percusiones (castañetas o castañuelas).
Hacia
1583 se dictaba una ley prohibiendo aun su cantar o recitar una zarabanda
bajo pena de doscientos azotes al margen de otros castigos corporales no
menos degradantes como era pasar seis años condenado a galera, para el
caso de los hombres, y destierro, para el de las mujeres. A
través de diversos escritos nos llegan más referencias sobre este baile
como, por ejemplo, las realizadas por el
padre Mariana, quien hace una descripción del mismo señalando que: Es
baile alegre y lascivo porque se hace con meneos descompuestos del cuerpo.
Se trata de un baile y cantar tan lascivo en las palabras, tan feo en los
meneos, que basta para pegar fuego aun a las personas más honestas. Hacia
1611 la zarabanda era definida por Covarruvias como un Bayle
bien conocido en estos tiempos, si no le huviera desprivado su prima la
chacona. Es alegre y lascivo, porque se haze con meneos del cuerpo
descompuestos, y usose en Roma en tiempos de Marcial...aunque se mueven
con todas las partes del cuerpo, los braços hacen los mas ademanes
sonando las castañetas...que cierne con el cuerpo a una parte y a otra y
va rodeando el teatro o lugar donde bayla. -Villanico: Este
baile se conoció tradicionalmente compuesto en música como el baile
teatral del Caballero. Cabezón
y otros músicos como Morales trabajaron en sus repertorios el tema del
romance del caballero bajo el título de “Decidle al caballero”. Del
primer autor son las “diferencias sobre el Canto del Cavallero”.
Parece que con posterioridad bailes como el villanico (o villano) están
inspirados en el mismo romance y hechos que parece ocurrieron hacia 1521. -Polvico:
Canción que dio nombre al antiguo baile del
polvillo popular en toda Castilla. Fue condenado por inmoral y
escandaloso por fray Juan de la Cerda. Transformaciones
y adaptaciones de la danza en el siglo XVII: Es
una realidad admitida por la práctica totalidad de los estudiosos que la
danza cortesana de los primeros años del siglo XVII estuvo fuertemente
influenciada por bailes de origen popular. En este sentido, tenemos que señalar
sin reparos la permeabilidad de las músicas de baile en general y del
paso de formas conocidas de los ambientes populares a los cortesanos, en
particular. La
Zarabanda, Gallarda y el Canario, son formas musicales que si bien
muestran un origen netamente popular, pronto formaron parte de los
repertorios cortesanos aunque perfectamente adaptadas a la seriedad y
concepción de la danza palaciega como forma de refinado entretenimiento y
expresión social de los estratos superiores. En el caso de la Zarabanda
esta afirmación queda claramente justificada. La Zarabanda de los
ambientes cortesanos aunque no pierde el carácter ternario de su compás
original es de tempo lento y de movimientos pausados. Una transformación
similar sufre la Chacona y la Folía que se adaptan a las necesidades de
una forma de danzar refinada, propia de aquellos quienes procedían a su
ejecución, ajena a la alegre y azacaneada proveniente del ámbito
popular. Los
bailes de corte popular o bailes de cascabel ejercieron una poderosa
influencia sobre los ambientes palaciegos. Una parte significativa de los
bailes más populares representados en las calles castellanas pasaron por
derecho propio al marco de los grandes salones, escenarios teatrales e
incluso, como se ha señalado, fueron admitidos por la iglesia al
incorporarlos a los festejos procesionales de las grandes celebraciones
religiosas. En el caso de la catedral de Plasencia sabemos que en 1541 se
acordaba no sacar las “danzas de los guineos, por ser cosa muy antigua y
enfadosa y que saque el día tres danzas de las nuevas...”.
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