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Número 5º - Junio 2000


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FOLÍAS, ZARABANDAS, GALLARDAS Y CANARIOS. Apuntes sobre la danza y el baile en la España del Siglo de Oro.

Por Juan Luis de la Montaña Conchina

 

Capacho      ¡Toma mi abuelo, si es antiguo el baile de

                        la Zarabanda y de la Chacona!

 Benito       Ea, sobrino, ténselas tiesas a esa bellaca

                        jodía; pero, si ésta es jodía, ¿cómo vee

                        estas maravillas?

 Chanfalla    Todas las reglas tienen excepción, señor

                        Alcalde.

(Miguel de Cervantes: El Retablo de las Maravillas)

    La danza y el baile en el Siglo de Oro español fueron una prácticas habituales en ambientes populares y cortesanos. El baile en dicho siglo, además de un entretenimiento, era un ritual de fuerte carga social y por ello era practicado por todos los sectores sociales. Según los datos que se desprenden de los numerosos tratados destinados a esta finalidad. La danza en todas sus dimensiones se había convertido en una práctica totalmente codificada, de difícil ejecución, en algunos casos, y de una importancia social que quizá ahora no alcancemos a valorar en su justa medida.

    El baile era el entretenimiento predilecto de los estratos sociales inferiores, al igual que la danza era para los privilegiados un elemento fundamental dentro de los protocolos que seguían las relaciones personales de la época. Tal es así, que en la mayoría de los casos la danza constituía un auténtico formulismo social al que se debía responder debidamente. Del mismo modo, fue una práctica con una naturaleza comunicativa de primer orden. Si en los ámbitos populares bailar era un entretenimiento diario, siempre había tiempo y espacio para “organizar la zarabanda”, en los cortesanos saraos y danzas formaron un binomio perfecto e insustituible.

    Ahora bien, hay que realizar una precisión al respecto, pues la danza en los ambientes cortesanos no posee la misma naturaleza que en los populares. Algunos autores han intentado precisar estos conceptos procediendo a una distinción entre danza y baile, definiendo a las primeras como danzas de cuentas y bailes de cascabel a los segundos. Sin ánimo de profundizar y entrar en detalles, ambos tipos de baile se distinguen tanto por las formas de representación como por los ambientes donde se ponían en práctica. El Diccionario de Autoridades de 1726 todavía diferencia danza de baile al señalar que “danza es baile serio en que a compas de intrumentos se mueve el cuerpo...”, mientras que del baile señala que es “hacer mudanzas con el cuerpo y con los pies y los brazos...”.

Danzas de corte:

Habitualmente eran danzas de pasos y mudanzas graves y lentas, propios de los escenarios donde se desarrollaba. La coreografía de estas danzas estaba perfectamente codificada en el caso castellano desde las primeras décadas del siglo XVI en el manuscrito conocido por el título Reglas de dançar conservado en la biblioteca del Palacio Real y para el siglo XVII en el tratado no menos importante debido a Juan de Esquivel Navarro: Discursos sobre el arte del dançado (Sevilla: 1642; Madrid: 1647?). En ambos se encuentra una amplia descripción de la piezas a danzar y especialmente de las coreografías que acompañan a cada pieza.

De entre los bailes cortesanos más habituales podemos destacar la Pavana, baile lento, de cuidados movimientos, y la gallarda o tourdion, ágiles y rápidos aunque conservando la impronta palaciega con la que fue concebida.

En cuanto a la gallarda, las fuentes indican que originalmente es un baile palaciego especialmente castellano. Teóricos de la época nos describen con todo lujo de detalles la forma de danzar una Gallarda a la manera de Castilla, en la que sólo se procedía al movimiento de pies:

La reverencia ha de ser, grave el rostro, airoso el cuerpo, sin que desde el medio arriba se conozca el movimiento de la rodilla; los brazos descuidados, como ellos naturalmente cayeren; y siempre el oído atento al compás, señalar todas las cadencias sin efecto. ¡Bien! En habiendo acabado la reverencia el izquierdo pie adelante, pasear la sala, midiendo el cerco en su proporción, de cinco en cinco los pasos”.

El baile en los ambientes populares:

Eran los ambientes populares donde más cantidad y diversidad de bailes se gestaban. Tradicionalmente considerados como bailes de cascabel, se caracterizan fundamentalmente por su coreografía desenfadada, movimientos alocados y acompañamiento musical en el que la percusión está siempre presente. De entre los numerosos tipos de bailes y fusiones que surgen entre unos y otros podemos destacar las más habituales como: Canarios, Folías, Zarabandas, Villanicos, Polvicos, Gambetas, Pollo Viejo, Zambapalos, Guineos, y así hasta una veintena de bailes de características similares.

-Canario: Las primeras noticias sobre este baile de inmensa proyección en el siglo XVII nos llegan de Diego Pisador en 1552. Algunos autores quieren identificar el origen con su nombre sin embargo, músicos de la época -franceses como Toinot Arbreau- localizan su origen en los disfrazes de “salvajes” que eran utilizados en las mascaradas. Posteriormente se integrará en el “ballet” cortesano con formas más depuradas. Se caracteriza por ser un baile de pasos exóticos, posee un ritmo puntillado en el que se combina el saltillo, el pateo y la alternancia del taco y la suela. Todavía en el siglo XVIII era conocido y descrito como “tañido músico de quatro compases que se danza haciendo el son con los pies con violentos y corros movimientos”.

-Folía: Covarrubias habla de ella señalando que “Es una çierta dança portuguesa, de mucho ruido porque ultra de ir muchas figuras a pie con sonajas y otros instrumentos” Fue, sin duda, uno de los bailes más populares de la Castilla del Siglo de Oro. Se caracterizaba básicamente por su compás ternario, fácil acompañamiento instrumental y una desenfrenada puesta en escena.

-Zarabanda: Suele atribuirse origen español, andaluza concretamente, y se identifica con la Jácara tanto por el compás ternario utilizado como por los pasos de baile. Otras opinioes sitúan el origen parece en el Il novo Ispano, es decir, en las américas, y según se cree relacionado con el nombre de algún instrumento allí utilizado.

No se conoce ciertamente hasta finales del siglo XVI cuando alcanza un gran éxito tanto en España como en Italia. Las obras de Cervantes están repletas de referencias a este divertido y “desenfrenado y endemoniado son”, interpretado con guitarras y percusiones (castañetas o castañuelas).

Hacia 1583 se dictaba una ley prohibiendo aun su cantar o recitar una zarabanda bajo pena de doscientos azotes al margen de otros castigos corporales no menos degradantes como era pasar seis años condenado a galera, para el caso de los hombres, y destierro, para el de las mujeres. A través de diversos escritos nos llegan más referencias sobre este baile como, por ejemplo, las realizadas por el padre Mariana, quien hace una descripción del mismo señalando que:

Es baile alegre y lascivo porque se hace con meneos descompuestos del cuerpo. Se trata de un baile y cantar tan lascivo en las palabras, tan feo en los meneos, que basta para pegar fuego aun a las personas más honestas.

Hacia 1611 la zarabanda era definida por Covarruvias como un

Bayle bien conocido en estos tiempos, si no le huviera desprivado su prima la chacona. Es alegre y lascivo, porque se haze con meneos del cuerpo descompuestos, y usose en Roma en tiempos de Marcial...aunque se mueven con todas las partes del cuerpo, los braços hacen los mas ademanes sonando las castañetas...que cierne con el cuerpo a una parte y a otra y va rodeando el teatro o lugar donde bayla.

-Villanico: Este baile se conoció tradicionalmente compuesto en música como el baile teatral del Caba­llero. Cabezón y otros músicos como Morales trabajaron en sus repertorios el tema del romance del caballero bajo el título de “Decidle al caballero”. Del primer autor son las “diferencias sobre el Canto del Cavallero”. Parece que con posterioridad bailes como el villanico (o villano) están inspirados en el mismo romance y hechos que parece ocurrieron hacia 1521.

-Polvico: Canción que dio nombre al antiguo baile del polvillo popular en toda Castilla. Fue condenado por inmoral y escandaloso por fray Juan de la Cerda.

Transformaciones y adaptaciones de la danza en el siglo XVII:

Es una realidad admitida por la práctica totalidad de los estudiosos que la danza cortesana de los primeros años del siglo XVII estuvo fuertemente influenciada por bailes de origen popular. En este sentido, tenemos que señalar sin reparos la permeabilidad de las músicas de baile en general y del paso de formas conocidas de los ambientes populares a los cortesanos, en particular.

La Zarabanda, Gallarda y el Canario, son formas musicales que si bien muestran un origen netamente popular, pronto formaron parte de los repertorios cortesanos aunque perfectamente adaptadas a la seriedad y concepción de la danza palaciega como forma de refinado entretenimiento y expresión social de los estratos superiores. En el caso de la Zarabanda esta afirmación queda claramente justificada. La Zarabanda de los ambientes cortesanos aunque no pierde el carácter ternario de su compás original es de tempo lento y de movimientos pausados. Una transformación similar sufre la Chacona y la Folía que se adaptan a las necesidades de una forma de danzar refinada, propia de aquellos quienes procedían a su ejecución, ajena a la alegre y azacaneada proveniente del ámbito popular.

Los bailes de corte popular o bailes de cascabel ejercieron una poderosa influencia sobre los ambientes palaciegos. Una parte significativa de los bailes más populares representados en las calles castellanas pasaron por derecho propio al marco de los grandes salones, escenarios teatrales e incluso, como se ha señalado, fueron admitidos por la iglesia al incorporarlos a los festejos procesionales de las grandes celebraciones religiosas. En el caso de la catedral de Plasencia sabemos que en 1541 se acordaba no sacar las “danzas de los guineos, por ser cosa muy antigua y enfadosa y que saque el día tres danzas de las nuevas...”.