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CINE
Y MUSICA: SHINE, EL BRILLO DEL GENIO QUE PUDO SER
Por Ángel
Riego Cue
Existen muchas
películas sobre músicos célebres, en las que la
celebridad del artista ha precedido y dado origen a la
película; otras en las que aparecen músicos
desconocidos tanto antes como después de la misma; más
raro es el caso que nos ocupa, de un intérprete que
alcance la fama gracias a una película sobre su vida.
"Shine" descubrió en 1996 para el gran público
la figura del pianista australiano David Helfgott,
narrando su vida, aunque adornada, como es habitual, con
detalles ficticios. Helfgott, nacido en 1947 en una
familia de judíos emigrados de Polonia, fue un "niño
prodigio" que ya a los 14 años atrajo la atención
de Isaac Stern, quien le invitó a estudiar música en
los Estados Unidos. Finalmente elegiría Londres, donde a
los 19 años se matriculó en el Royal College of Music.
Sin embargo en 1970, tras graduarse, le sobrevino una
enfermedad nerviosa que le mantuvo más de una década en
tratamiento psiquiátrico, alejándole de toda actividad
concertística. Saldrá del hospital al ser reconocido
por una antigua admiradora, quien lo lleva a vivir con
ella, pues el padre de David ha cumplido su promesa, y ha
renegado de él. La convivencia entre los dos se hace
imposible y, finalmente, David se irá a vivir con un
conocido que ella le recomienda.
A comienzos de los 80 reaparece en público; primero en
un restaurante, donde llama la atención interpretando
"El vuelo del moscardón" de Rimsky-Korsakov (en
el arreglo para piano de Rachmaninov); poco después
conocerá a a la que será su mujer, Gillian, una astróloga
divorciada y mucho mayor que él. Luego, animado por ella,
reaparecerá en las salas de concierto como intérprete
"clásico".
"Shine", como película, no pasa de ser una
correcta producción, de impecable acabado formal, que
demuestra una vez más que el cine australiano posee una
industria capaz de realizar productos comparables a los
del cine norteamericano, algo que se puso de manifiesto
ya en 1981 con Peter Weir y su "Gallípoli".
Dirigida por Scott Hicks, de quien no conocemos ningún
otro de sus trabajos, tiene sus mejores bazas en la
presencia entre los actores de "pesos pesados"
como el desaparecido Sir John Gielgud como el profesor
londinense de piano de David, o Armin Mueller-Stahl en su
papel de padre autoritario.
Tampoco podemos olvidar, en el reparto, a Lynn Redgrave
como Gillian o a los tres actores que interpretan a David
en tres fases de su vida, como niño, adolescente y
adulto. Con este último, Geoffrey Rush ganó en 1997 el
Oscar al mejor actor, evidenciando una vez más el gusto
de la Academia de Hollywood por las interpretaciones de
personajes desequilibrados o histriónicos; al parecer,
la "normalidad" vende menos.
El desequilibrio de David comienza en la adolescencia,
donde ya notamos a un joven con muy escasa sociabilidad,
encerrado en sí mismo, lo que en el film da la impresión
de estar causado por el carácter tiránico de su padre,
que le prohíbe estudiar en el extranjero con la amenaza
de que nunca volverá a ser admitido en su familia; David
habrá de esperar a la mayoría de edad para poder irse.
La única persona en la que encontró cierto afecto había
sido la anciana escritora Katharine Prichard, a quien
conoció en un recital que dio en la Sociedad para la
Colaboración con la URSS, y que le animará a irse al
extranjero. El contraste con su vida posterior en el
Londres de los 60, y su ambiente de libertad, es enorme,
y la reconstrucción de esa época nos parece de lo más
logrado de la película. Aunque esto apenas se cuente de
pasada, sus excesos en la vida nocturna (incluyendo
alcohol, quizá drogas...) serán los que precipiten su
enfermedad.
Existen en el guión de "Shine" ciertas
libertades con respecto a la historia real de David
Helfgott, que en parte responden a tópicos que han hecho
fortuna en el cine, y que el espectador posiblemente
espere encontrar. La crueldad de su padre posiblemente
esté exagerada, pero resulta más "cinematográfico"
así, al recordarnos a tantas figuras de padres despóticos
de la pantalla. También el derrumbe tras interpretar el
famoso Tercer Concierto de Rachmaninov en el Royal Albert
Hall es algo que "sólo pasa en las películas",
en realidad la enfermedad le sobrevino mucho después.
Al menos la película habrá tenido el mérito de volver
a poner de moda la música de Rachmaninov, después de
que su concierto nº 2 fuera también divulgado por el
cine en los años 40 y 50 (recordemos "Breve
encuentro" de David Lean, y "La tentación vive
arriba" de Billy Wilder). En esta ocasión es el nº
3, "la pieza más difícil que existe", el que
se convierte casi en la razón de vivir para el
protagonista, desde que su padre le interesa por él a
los 5 años (parece demencial que a esa edad pueda pedir
que le enseñen a tocarlo; es posible que ni el propio
profesor pudiera hacerlo), más tarde cuando se presenta
con él a un Premio Nacional autraliano para jóvenes intérpretes
que será ganado por otro pianista, Roger Woodward, y por
fin cuando lo interpreta en Londres en el Royal Albert
Hall, desmayándose nada más finalizar.
En realidad, aparte de ser ficticio un desmayo tan "cinematográfico",
no fue en el Albert Hall donde tocó el tercero de "Rach",
sino en el propio conservatorio londinense en 1969; en la
famosa sala de conciertos lo que llegó a interpretar fue
el Concierto nº 1 de Liszt, ya en 1970, poco antes de
enfermar ese mismo año.
Además de este concierto, y de varias piezas para piano
solo muy conocidas, entre la música "clásica"
utilizada en la película, no podemos dejar de recordar
dos obras vocales de Vivaldi, el "Gloria" y la
cantata "Nulla in mundo pax sincera"; esta última
cumple las funciones de "tema de amor" de David
y Gillian. Y es con su boda, y la posterior reaparición
de David en público como intérprete "clásico"
como termina el film: una actuación en la que vemos en
la sala a su madre, su antiguo profesor de música en la
infancia, su antiguo rival Roger Woodward... sólo falta
el padre, que ha muerto poco antes, y que en el último
momento intentó una reconciliación con su hijo.
Tras esta reaparición, Helfgott ha seguido interpretando
el Tercer Concierto de Rachmaninov y, dada la fama mediática
adquirida con su biografía filmada, en 1997 llegó a
publicarse en CD una interpretación, que no pasaba de lo
discreto, donde el pianista era acompañado por la Filarmónica
de Copenhague con dirección de Milan Horvat; fue editada
por RCA, sello que posee versiones infinitamente
superiores de la obra a cargo de Horowitz, Ashkenazy o el
propio compositor, pero que sin duda venderán menos al
no verse "promocionadas" por una película
llena de detalles morbosos.
Además de este disco (completado con obras para piano
solo de Rachmaninov), Helfgott ha llegado a grabar tras
el éxito de "Shine", que sepamos, otros dos,
también editados por RCA: uno es "Brilliantissimo",
donde interpreta algunas de las piezas románticas que
suenan en la película (como la Rapsodia Húngara nº 2 o
"La Campanella" de Liszt, o el Preludio nº 15
"La Gota de Agua" de Chopin), y que concluye
con "El Vuelo del Moscardón": una oportunidad
para oírle estas obras en su redacción original, pues
en el disco de la banda sonora se escuchan, excepto el
"Vuelo", en "arreglos" de David
Hirschfelder, autor también de la música original
escrita para el film. El otro disco lleva por título
"Brave New World", como la novela de Aldous
Huxley, e incluye obras de Granados, Debussy, Schubert,
Grieg, Gershwin y Grainger, terminando con la transcripción
de la "Danza del Sable" de Khachaturian.
En resumen, si un pianista que tal vez hubiera podido ser
grande, pero que por desgraciadas circunstancias no ha
pasado de ser uno más "del montón" (y esto
tras un estimable esfuerzo de rehabilitación), ha podido
hacer carrera y ser famoso en todo el mundo gracias a una
película asimismo "del montón", parece que
podrá admitir, al menos en un aspecto, que su apellido
no fue una ironía; que, efectivamente, ha sido ayudado
por Dios.
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