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Número 7º - Agosto 2000


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LA SECCIÓN DEL APÓCRIFO

Por Antonio Pérez Vázquez

La verdad es que no comprendo cómo la categoría de un local se puede medir por los pies. Perdonen que comience de esta manera el artículo pero es que no me entra en la cabeza el razonamiento que se emplea en algunas ocasiones.

 Fíjense por ejemplo en un sábado por la noche, en cualquier bar de copas o discoteca del centro de su ciudad. ¿Les deja entrar el portero cuando ve que lleva calzado deportivo? Supongo que en la inmensa mayoría de las veces la respuesta es negativa.

Resulta chocante que la calidad de la música que se ofrece en un lugar determinado es inversamente proporcional a la calidad de la ropa que en él se lleva puesta.

No es ningún disparate intentar ir al teatro con una camisa, unos pantalones vaqueros y unas zapatillas deportivas. Nadie te dice nada y puedes sentarte a disfrutar de la velada con total tranquilidad y con la ropa que te apetece llevar.

Todo lo contrario sucede cuando se intenta entrar en uno de esos antros que abundan en el casco antiguo de las grandes ciudades o en las discotecas en general. Resulta que para dar botes sin parar y sudar como un cerdo durante toda la noche en una ratonera llena de gente hasta arriba es estrictamente necesario llevar zapatos. No lo entiendo, de verdad.

La situación puede llegar a ser realmente cómica en el caso de que un rapero se presente en la puerta de la discoteca con la pinta que llevan y encima con unos zapatos puestos. Por más surrealista que parezca, lo más surrealista es que el portero lo deja entrar con total normalidad, porque lo que realmente importa es llevar zapatos. Es que me troncho de risa cada vez que pienso en una de esas situaciones. En verdad parece que estos individuos que "velan" por la "seguridad" de los que están dentro hayan tenido una especie de mutación en las cervicales y no les permite mirar por encima de la rodilla. Les pido que me perdonen, pero es que parece que es así (a pesar de todo espero que ninguno de estos individuos lea este artículo, nunca se sabe).

Es contradictorio que en un escenario en el que todos los músicos van de etiqueta tú puedas permitirte el lujo de ir cómodo y en sitios donde los grupos ni siquiera tocan en directo (todo lo que ponen es enlatado y, de todas formas, esos grupos no pueden tocar en directo) y cuya apariencia es de un gusto dudoso por no decir nefasto, tengas que llevar zapatos ¿Es que se sentirían heridos en su amor propio?

Otro tema diferente es el de poder acceder a estos antros cuando "la novia se emperra" o no se tiene otra opción más interesante. Justo cuando estas en la puerta te das cuenta de que te has dejado los zapatos en casa y no puedes volver a por ellos. Entonces es cuando comienzan las estrategias para eludir la vigilancia de la entrada. Es una dura lucha en la que la inteligencia humana se ve sometida a una dura prueba.

La forma más usual es la "entrada en masa", es decir, entrar a la vez un grupo más o menos nutrido con el sujeto problemático en el centro. De esta forma es "posible" que pueda entrar pero no se asegura, ya que en ocasiones los porteros están demasiado experimentados o la entrada al local es demasiado estrecha.

Siempre es una opción recomendable tener una novia de muy buen ver que deje babeando al portero y éste no se fije en tu calzado. Esto sí que es fiable. Como sistema en desuso está el de entrar cuando el portero mira hacia otro lado, digo que está en desuso porque, a pesar de estar mirando para otro lado, el portero ocupa la puerta entera.

La verdad del asunto creo que reside en la gente que calza esos zapatos o esas deportivas. Por supuesto las apariencias engañan. Y es que al final va a resultar que el hábito hace al monje.

Nota del editor:
El autor de este artículo da por supuesto que ustedes han ido alguna vez a una discoteca y no les han dejado pasar por llevar zapatillas deportivas. He de mencionar que "el apócrifo" cuando cita los posibles ejemplos, se refiere, en todos (sin excepción), a situaciones acaecidas en la realidad a éste, su editor, ya que un servidor no sabe andar con otra cosa que no sean zapatillas de deporte.