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Número 7º - Agosto 2000


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EL ARTE DE DOS GRANDES DIVAS DE LA OPERA EN RCA

Por Ignacio Deleyto Alcalá.

Nueva York, Carnegie Hall, 20 de Abril de 1965: Montserrat Caballé sustituye a Marilyn Horne (por entonces, a caballo entre la cuerda de soprano y de mezzo) en el papel protagonista de Lucrezia Borgia de Donizetti. No era fácil la empresa para la casi desconocida soprano española que con sólo veinte días de preparación se ponía delante de un público acostumbrado a grandes primadonas como la Callas o la Sutherland. Aquella noche tras su primera gran aria "Tranquillo ei posa...Com'è bello!, el público -puesto en pie- detiene la representación con una larga ovación que dura minutos. El éxito fue arrollador. Para Caballé, con 32 años, supuso el espaldarazo definitivo tras diez años cantando en varios teatros europeos en papeles desiguales. Archiconocido es el titular en la prensa neoyorquina tras esta representación de la Lucrezia: "Callas + Tebaldi = Caballé". No tardaron en llover ofertas de grandes teatros, contratos, grabaciones, etc.

Montserrat Caballé incorporó en sus comienzos papeles mozartianos y straussianos además de los propios del repertorio italiano. Hizo su debut internacional en Basilea en 1956 con Mimí. Siempre fue una soprano versátil con un repertorio muy variado, desde Handel a Wagner. En sus primeros años, como cantante invitada en Viena, además de cantar Donna Elvira, recibió el premio a la mejor cantante straussiana por su aparición como Salomé. De Basilea a Bremen, donde cantó Violetta, Tatiana y Armida (Dvorak). Debutó en La Scala en el 60 con el pequeño papel de "muchacha-flor" en Parsifal. En el festival de Glyndebourne, poco después de su éxito en Nueva York, abordó nada más y nada menos que la Condesa en las Bodas de Mozart y la Mariscala en el Caballero de la Rosa de R. Strauss. Tras su debut en el Carnegie Hall, el Met le hizo un contrato "in situ" y poco después realizó para la RCA la conocida grabación de Lucrezia Borgia de la que tenemos la famosa primera aria en esta selección. Desde entonces, su interés se desvió hacia el bel canto y el verismo principalmente, hacia compositores como Bellini, Donizetti, Rossini, Puccini, Cilea, etc. papeles por los que es actualmente conocida. Su repertorio es inmenso, ha llegado a cantar casi noventa papeles en escena y en los últimos años ha mostrado enorme interés y dedicación en desenterrar repertorio desconocido como la Armida de Gluck, el Safo de Pacini, Sancia di Castiglia de Donizetti y la Fiamma de Respighi, por poner sólo algunos ejemplos.

Su voz de soprano lírica que más tarde evolucionó hacia lírica spinto le hizo dominar la mayor parte del repertorio italiano con grandes dotes para la coloratura. Desde Bellini (ahí han quedado sus registros de La Straniera, Puritani y su gran Norma por la que ha sido considerada única sucesora de Maria Callas en este papel), Donizetti (Lucrezia, Anna Bolena, Lucia, Parisina D'Este esta última en registro pirata que tardará en ser superado), Rossini (Semiramide, Ermione, etc), Verdi (Traviata, Don Carlo, Aida, Trovatore, Forza, etc), Puccini (Turandot, Tosca, etc) y un largo etcétera que también incluye el repertorio francés y, en menor medida, el alemán aunque su Strauss merece consideración. Sus características más esenciales son, en primer lugar, sus increíbles pianísimos, no ha habido otra soprano capaz de hacer, por ejemplo, agudos en pianísimo con tal perfección, su amplio fiatto que le permitía cantar largas frases sin respirar, su pureza de tono, su voz cristalina y transparente y esa capacidad para regular el volumen de la emisión que en sus años jóvenes resultaba apabullante.

Este doble recopilatorio que nos presenta RCA es una buena muestra del arte de nuestra infatigable soprano. Muchos de los registros son de finales de los sesenta y principios de los setenta cuando su instrumento estaba en sazón. ¿Ausencias? pues, sin duda, el aria "O mio babbino caro" de Puccini que ha hecho suya y que todavía hoy le piden insistentemente en los recitales. Desgraciadamente no lo llegó a grabar para RCA. Como compensación encontramos auténticos "hits" como la ya mencionada "Tranquillo ei posa...Com'è bello!" de la Lucrezia de Donizetti, el sensacional dúo de Semiramide de Rossini "Serbami ognor...Alle più calde immagini" que, aunque no con Marilyn Horne con quien la cantaría por todo el mundo, resulta fascinante pues nos presenta su dominio del canto rossiniano, en compañía de Shirley Verret. Destacable también es el "Vivi, ingrato" del Roberto Devereux de Donizetti en la que su voz cálida y expresiva es de una gran belleza, o el "Sempre libera degg'io" de La Traviata de Verdi donde a la frescura de su voz se une la dosis exacta de expresividad. En definitiva, una antología muy interesante bien para aquellos que quieran descubrir a la soprano española o para los que quieran tener muchas de las arias que la hicieron famosa, mayormente en grabaciones de sus mejores años y con una presentación sencilla pero suficiente.

Leontyne Price, la extraordinaria soprano norteamericana, es la protagonista del siguiente disco. Nacida en 1927 en el pequeño pueblo de Laurel, Mississippi, fue a la Julliard School de Nueva York donde estudió con Florence Page Kimball. Su primer gran éxito le llegaría con Porgy and Bess en 1952. Sin embargo, fue su aparición televisiva en una Tosca en 1955 la que le catapultó a la fama: era la primera vez que una cantante de raza negra cantaba ópera en televisión. El éxito fue tal que fue invitada a participar en otras producciones similares como La Flauta Mágica y Don Giovanni. A partir de ahí, su ascenso fue meteórico alcanzando el éxito tanto en América como en los grandes teatros europeos. En 1958 debutó como Aida en Viena y Londres. Dos años más tarde fue Milán también con Aida, y poco después aparecería por primera vez en el Metropolitan de Nueva York. De aquellos años también es su éxito en Salzburgo en Il Trovatore bajo las órdenes de Karajan, uno de sus primeros mentores.

Leontyne Price está considerada como la mejor soprano verdiana de los últimos cuarenta años. Con su sensual y oscura voz, de lírico spinto, cantó todo el repertorio verdiano de su cuerda siendo especialmente recordadas sus interpretaciones de los papeles de Aida, Amelia, las dos Leonoras (Trovatore y Forza) y Elvira de Ernani, papeles que quedarán para siempre asociados a su nombre. También destacó en Puccini y Mozart además de en otros títulos como la Carmen de Bizet.

Lo primero que sorprende en este recital es su habilidad casi camaleónica para abordar diferentes papeles y amoldar su voz a cada parte. De la fragilidad a la robustez, de la delicadeza de una Manon al dramatismo de una Elizabeta, de cantar con una voz de soprano ligera hasta bajar al registro de mezzo con total naturalidad y sin el menor atisbo de esfuerzo. Es este factor, por encima de sus indiscutibles facultades vocales, lo que más agradece el oyente; la capacidad para "exprimir" las posibilidades de cada papel, de interpretar cada parte de forma diferente adaptando voz y estilo a las exigencias del personaje.

El álbum recoge un total de veintiocho arias de diversos compositores desde Purcell y Mozart, pasando por Verdi, Puccini, Berlioz y Massenet hasta llegar a compositores americanos como Gershwin y Barber. Un espectro amplio que demuestra la versatilidad de esta artista hoy ya retirada de los escenarios y que permitirá al aficionado disponer de una muestra de esta carismática artista, impresionante en su capacidad expresiva y considerada la primadona americana por excelencia.