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CONOCIENDO A RACHMANINOFF (I). Por Cristina Isabel Gallego García. Puede que te haya sorprendido leer este título, si lo comparas a mis artículos habituales de Música y Educación (que seguiré escribiendo en los siguientes números), pero muchas son las razones que me impulsan a escribirlo: escuchar a Joaquín Achúcarro tocando el nº2; la película Shine (“La interpretación de David es un éxito, pero cuando termina de tocar el “Concierto para piano nº 3” se desmaya...”) Pero lo que realmente me ha fascinado, es la música de este gran intérprete, compositor y director: Sergei Vasylevich Rachmaninoff. Por
este motivo he preparado tres artículos, para que tú también puedas ir
conociéndolo mejor. Dedicaré estos espacios principalmente a su vida,
puesto que está en ti, conocer su obra, o al menos, parte de ella y
vibrar como si te convirtieses en notas musicales que fluyen de unas “enormes
y poderosas manos”. El 1 de Abril de 1.873, en las tierras de Oneg, cerca de Novgorod, (Rusia), abrió sus ojos a la vida Sergei Vasylevich Rachmaninoff. Los orígenes de su familia eran nobles y se emparentaban remotamente con el Gran Ducado de Moscú. La
música formaba parte de una tradición familiar: su bisabuelo fue
destacado violinista, su bisabuela una buena cantante, su padre tenía
gran afición a la música, su madre Luvov, fue su primera maestra de
piano, continuando Sergei las clases con la profesora Anna Ornazcaya,
quien impresionada por su habilidad natural con el piano, lo recomendó
para que obtuviera una beca en el Conservatorio de San Petersburgo
(1.881). Sergei
se crió en el seno de una familia de 6 hijos, ocupando el cuarto lugar, y
siendo su padre (Vasily) un ex –oficial de la armada rusa, quien malgastó
toda su fortuna en el tiempo del nacimiento de éste. Sucedieron una serie
de acontecimientos trágicos que marcaron los primeros años de su vida:
ruina de la familia, muerte de dos hermanas, separación de los padres... En
su casa existía mucho desorden, que aprovechaba para ausentarse de las
clases, vagar por la ciudad... Su conducta le acarrearía el suspenso de
las asignaturas del conservatorio y su posible expulsión del mismo. Ante
esta amenaza de perder su plaza en el conservatorio y la beca que le
pagaban, Luvov, pidió ayuda a su sobrino Alexandre Siloti (consumado
pianista y muy conocido por aquella época), y éste no dudó en enviarlo
a Moscú a cargo de Nikolai Zverev (riguroso maestro con fama de severo,
que suscitaba el respeto general). Sergei
vivió en casa del maestro con dos estudiantes más: Matvey Pressman y
Leonid Maksimov. Zverev se preocupaba de que recibiesen una formación
integral, llevándoles al teatro, a conciertos. Los
domingos organizaba tertulias a las que asistían músicos y
escritores (en ellas conoció a Rubinstein, Arensky, Taneyev y Tchaikovsky).
En
Mayo de 1886, los tres alumnos y su profesor visitaron Crimea para
estudiar armonía con Ladukim. Fue allí cuando Rachmaninoff escribió su
primer trabajo, una Transcripción a
piano para cuatro manos de la Sinfonía Manfred de Tchaikovsky. Lo tocó
con Pressman para el compositor y éste quedó impresionado. Sergei
asistía a clases de Taneyev, por el que sentía una gran admiración. En
una ocasión dijo: “A través de
su ejemplo personal Taneyev nos enseña como vivir, como trabajar e
incluso hablar...” Rachmaninoff
también estaba amparado por los famosos músicos Scriabin y Lhévine. La
etapa de alumno con Zverev terminó cuando Sergei le propuso emplear parte
de su tiempo en componer. Zverev consideraba esto como malgastar su
talento, por lo que discutieron y se marchó a vivir con su tía, estando
en contacto con su primo. Durante
los meses que estuvo con ella, compuso varias piezas, animado por su nueva
libertad y su familia. Una ocupada vida estaba empezando para él...
Demostrando notable excelencia en piano, se graduó en 1891, con las máximas
distinciones. Ese año finalizó su Primer
concierto para piano y orquesta. En 1892 estrenó un Trío para piano, violín y violonchelo, muy influido por el trío
para la misma composición de Tchaikovsky.
Con
19 años terminó su primera ópera Aleko, que se estrenó en el Bolshoi, con enorme éxito y asistencia
de Tchaikovsky. Sergei deja
el conservatorio de Moscú con la Medalla de Oro. Después de este éxito,
Rachmaninoff fue considerado una gran promesa. Cuando
dio a conocer su Preludio en Do
sostenido menor, su fama creció, pues esta pequeña pieza se hizo muy
popular en los ambientes pianísticos. Presentó el poema sinfónico La
roca a Tchaikovsky para su aprobación. Al gran compositor le gustó
la partitura y le prometió que la dirigiría, pero desgraciadamente su
muerte en 1893 lo impidió. Rachmaninoff le dedicó un sentido Trio
élégiaque para piano, violín y violonchelo. El
editor de Moscú, Karl Gutheil se interesa por sus composiciones.
Lentamente van naciendo los primeros intentos ambiciosos de composición:
la Fantasía para dos pianos Op. 5,
las piezas para piano de la Op. 10,
de títulos y espíritu chopinianos; los momentos musicales de la Op.
16... Empezó
a ser reconocido, por su obra, dirección y composición, centrando así
la atención de los periodistas. El crítico francés César Cui lo visitó
en una ocasión. Éste había compuesto una pequeña melodía y quería la
aceptación de Sergei pero no se la dio. Desde ese momento el mencionado
periodista escribiría rencorosas críticas sobre cualquiera de las
actuaciones de nuestro músico. Se
puede decir que en 1894 es cuando comienza su carrera de concertista.
Acompaña también a la violinista Teresina de Tua. Durante un tiempo da
clases en el colegio Maryinski. En
enero de 1895 Sergei empezó la realización de la
Primera Sinfonía, pero
Glazunov hizo que ésta fuera un desastre. Rachmaninoff escribía así a
su amigo Aleksandr Zataevich a los dos meses del estreno: “...
ésta ha sido pésimamente ejecutada. Me asombra que un hombre de tan
enorme talento como Glazunov dirija tan mal la orquesta. No me refiero a
su técnica; hablo simplemente de su musicalidad. No siente nada cuando
dirige. Hasta parece como si no comprendiese nada...” Se
extendió el comentario de que Glazunov dirigió el dramático trabajo
mientras estaba bebido, pero nunca se confirmó. Tras este acontecimiento,
Sergei necesitó recuperar su confianza para componer cualquier cosa... Y con estos comentarios que continuaré en el próximo número de la revista, espero haberte dado a conocer de forma más personal a Sergei Vasylevich Rachmaninoff. |