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Número 9º - Octubre 2000


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DOMINGO, EL WAGNERIANO

Por Angel Riego Cue.

Plácido Domingo ha sido sin duda uno de los tenores de más amplio repertorio de la historia, como lo acredita el más de un centenar de roles operísticos que ha encarnado, número que aún continúa aumentando. Sus intereses han llegado incluso a Wagner, en el que las incursiones de los cantantes de la que podemos llamar "área latina" son escasísimas desde hace décadas, y así nos ha ofrecido, en vivo o para el disco, retratos de Walther von Stolzing (de los "Maestros Cantores"), Lohengrin, Tannhäuser, Parsifal, Erik (del "Holandés Errante") o el Siegmund de "La Walkyria".

Estas interpretaciones han creado siempre cierta polémica entre los aficionados wagnerianos más ortodoxos, ya que la técnica de Domingo, proveniente de la escuela italiana, que habitualmente busca el lucimiento del tenor en los agudos, le hace dar una visión quizás demasiado exaltada y estentórea de los personajes wagnerianos, para los que se necesita un dominio de la dicción alemana comparable a la requerida para cantar "lied". Sin embargo, es tal la pobreza actual de verdaderos tenores wagnerianos, y las lamentables actuaciones que toca presenciar a los "especialistas" en Wagner actuales, que muchos aficionados veían con buenos ojos estas incursiones de Domingo, ya que al menos se encontraban con una voz de generoso caudal, y tímbricamente bella.

Sin embargo, Domingo aún no se había acercado a los dos papeles más duros para "Heldentenor", el de Sigfrido (en "Sigfrido" y "El Ocaso de los Dioses") y el de Tristán; este último era una verdadera espina clavada en la carrera del cantante, pues ya desde el principio de los años 80 se rumoreaba sobre una posible grabación dirigida por Georg Solti; tal vez a su tardanza en asumir ese difícil papel se deba el que no tengamos otro "Tristán" dirigido por Solti más que el mediocre grabado en 1960, que el maestro manifestó tantas veces querer repetir, y que finalmente no pudo, al morir en 1997, pocas semanas antes del inicio previsto de la grabación, para la cual se contaba con el tenor canadiense Ben Heppner y la soprano Deborah Voigt.

Curiosamente, es ahora (agosto de 1999 y enero de 2000) cuando Domingo los aborda por primera vez en disco, en un recital que contiene la escena 3 del Acto III de "Sigfrido" (a partir del despertar de Brünnhilde, "Heil dir, Sonne") y la escena 2 del Acto II de "Tristán" (a partir de "O sink hernieder"), toda una valentía en un cantante de su edad (cumplirá 60 años el próximo enero). Sin embargo, no nos engañemos, la voz ya no es lo que era, y aunque Domingo continúa cantando con su arrojo habitual, el timbre de su voz ya no tiene ese brillo "seductor" de las grandes ocasiones, siendo ahora mucho más apagado, y el caudal sonoro tampoco es que le sobre: pero, a pesar de estas pérdidas en las que eran sus grandes bazas, hoy por hoy no difícilmente se encuentra en el mundo otro tenor que se le pueda comparar en estos papeles; podríamos hablar de Siegfried Jerusalem (un año mayor que Domingo, también cerca del final de su carrera) o en el mencionado Heppner, que ha grabado varios roles wagnerianos, pero no estos dos. Hay que decir que, a pesar de los reparos expuestos, Domingo sale más que airoso del empeño, aunque no se puede descartar que le hayan ayudado las modernas técnicas de grabación.

El resto del reparto se mueve a un excelente nivel, mejor incluso que el propio Domingo: Brünnhilde e Isolde es Deborah Voigt (quien iba a grabar este último papel con Solti), una cantante muy aceptable, posiblemente de lo mejor que haya surgido entre las cantantes wagnerianas de los últimos años después de Waltraud Meier. No está aún entre las grandes intérpretes de estos papeles, pero su más que digna interpretación se agradece después de tanto fiasco como se escucha últimamente en Wagner. Lo mismo podemos decir de la dirección de Pappano, asistente de Barenboim en Bayreuth, y que ha debutado el año pasado en el Festival wagneriano con "Lohengrin": no puede decirse que domine el "idioma" como los grandes de antes, ni como Solti o incluso Barenboim, y a veces más que Wagner nos recuerda a Puccini, pero con todo es un Wagner "posible" de hoy en día, y es difícil encontrar algo mejor.

La que sí está sensacional es Violeta Urmana, mezzo que canta la "Advertencia de Brangäne" en el "Tristán" con una poesía que nos hace recordar la época dorada de la interpretación de Wagner. Otros alicientes del presente CD es que por primera vez se graba el final de concierto del propio Wagner del dúo de amor de "Tristán" (lo cual consiste, simplemente, en dejar que el dúo se extinga como el "Liebestod" del final del acto III, incluso con los mismos versos, quitando la entrada de Melot y los demás) y que con él se incluye el catálogo general EMI de la temporada 2000-2001.




REFERENCIA:

WAGNER: Love Duets: Tristan und Isolde, Siegfried/ Domingo, Voigt/ Orchestra of the ROH, Covent Garden/ Pappano

EMI 7243 5 57004 1