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¿VIDA BREVE? ¡DEMASIADO LARGA!
Sevilla, Teatro de la Maestranza. 12 de septiembre de 2008. XIX Temporada de conciertos de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Falla: La vida breve. Nancy Fabiola Herrera, Marina Pardo, Simón Orfila, Vicente Ombuena, Alfredo García, Gustavo Peña, Aurora Gómez. José Mercé, Moraíto Chico, Lola Greco y Francisco Velasco, artistas invitados. Coro Nacional de España. Pedro Halffter, director. Espectáculo en colaboración con la XV edición de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla. Por Fernando López Vargas-Machuca (blog) Decir que La vida breve es una obra fallida parece una herejía en estos tiempos en los que todos parecemos obligados a escribir maravillas sobre el patrimonio lírico español so pena de excomunión. Pero justo es reconocer que, entre ráfagas de portentosa inspiración que delatan el talento de quien fue capaz de escribir unas cuantas obras verdaderamente geniales, se desarrolla una partitura deslavazada que no termina de encontrar el punto de equilibrio entre las influencias foráneas, mayormente francesas, y el deseo de recoger el sustrato de la música popular española; una partitura que además en algunos momentos llega a caer -grandilocuente comienzo del primer intermedio- en poco menos que el ridículo. La obra adolece además de una obvia debilidad dramática en lo que a definición de personajes y desarrollo de la acción se refiere, debilidad que hay que achacar al deplorable libreto de Carlos Fernández Shaw, sobre el cual Manuel de Falla divaga con desigual éxito sin lograr que el espectador mantenga centrada su atención. La inoperancia escénica de esta obra es manifiesta y de ahí que, como ha ocurrido en este programa inaugural de la Temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, se haya optado por la más recomendable y económica versión de concierto. Desdichadamente alguien, no sabemos quién, decidió convertir este espectáculo en presentación de la XV edición de la Bienal de Arte Flamenco, mediando seguramente algún tipo de colaboración económica, de tal modo que la colaboración a priori estelar de José Mercé lo que ha hecho es debilitar más aún la hilazón dramática de la obra con unas intervenciones que, pensara Falla lo que pensara en origen para su obra, no vienen a cuento bajo ningún punto de vista. La interpretación musical, sin ser mala, tampoco contribuyó a que los bostezos se extendieran entre un público que aplaudió con más que evidente desgana. Quizá la única figura que brilló fue la de Nancy Fabiola Herrera, a la que desde esta misma revista hemos defendido como una Carmen de primerísima línea y a la que ahora volvemos a aplaudir por la belleza de su timbre, la sensual morbidez de su línea canora y esa sinceridad expresiva, en el punto justo entre la elegancia y el desgarro verista, que imprime a su Salud. No obstante, hay que reprocharle unos agudos algo tirantes a lo largo de toda la velada y una dicción ininteligible. Marina Pardo estuvo en su línea habitual: voz magnífica pero de emisión entubada, junto a una alta temperatura expresiva que le lleva a rozar cierta tosquedad canora. Su dicción fue tan penosa como la de su colega. De Vicente Ombuena, antaño honesto y notable tenor que ha cantado cientos de veces el poco agradecido papel de Paco, apenas podemos decir nada, porque sencillamente no se le escuchaba bien. Muy bien Simón Orfila como el Tío Sarvaor, aunque su voz parece oscurecida de manera artificial, y prometedor, muy en estilo, Gustavo Peña poniendo voz a la fragua. José Mercé no pareció especialmente inspirado por las circunstancias. Le acompañaba maravillosamente a la guitarra Moraíto Chico. La batuta de Pedro Halffter se mostró voluntariosa pero errática. Comenzó bastante bien, llevando con gran sensibilidad, atención al equilibrio de planos sonoros y detallismo el primer acto, en el que intentó potenciar las conexiones de esta música con el mundo de Debussy sin perder vuelo lírico ni sensualidad; el notable sonido global de la ROSS delataba un meticuloso y profesional trabajo con la orquesta. Pero cuando llegó a la célebre danza del cuadro segundo del primer acto el maestro se desmelenó, cayendo en el error de confundir las esencias folclóricas con la acumulación de decibelios y la ampulosidad de los metales, si bien por fortuna limó bastante la vulgaridad que exhibió en esta página cuando la grabó como complemento de El sombrero de tres picos. A partir de ahí, y tras las intervenciones de José Mercé, el edificio sonoro se vino abajo y la flacidez, la frialdad y el aburrimiento se apoderaron de la orquesta. Lamentables los dos solos de violonchelo, de una blandura “llorica” y cursi que el director no debería haber permitido. El Coro Nacional de España realizó una buena labor, como ya hiciera el año pasado en Madrid bajo la dirección (tampoco nada del otro jueves) de Josep Pons. No obstante, conociendo la excelencia de su directora Mireia Barrera, aún se podía haber esperado algo más de precisión y refinamiento en su decisiva participación. A señalar finalmente que las intervenciones danzísticas de Lola Greco y Francisco Velasco, embutidos entre orquesta y coro sin apenas espacio para moverse, resultaron frías, desangeladas y fuera de lugar. En suma, ochenta minutos de música (la hora escrita por Falla más los “extras”) que se hicieron realmente largos. Decepcionante comienzo para una temporada muy interesante de la que, por desplazamiento laboral, apenas podremos dar cuenta en las páginas de FILOMÚSICA, pero para la que deseamos el mayor de los éxitos.
ENLACES RECOMENDADOS Web de Pedro Halffter: http://www.pedrohalffter.com/ Web de la ROSS: http://www.rossevilla.com Web del Teatro de la Maestranza: http://www.teatromaestranza.com/
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