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Número 1º - Febrero 2000


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 UN REPASO A SONY "MASTERWORKS HERITAGE" 

Por Ángel Riego Cue

Siendo como es el mercado español del CD, poco aficionado a comprar música clásica, y mucho menos aún en plan coleccionista (un fenómeno que sí existe en otros campos, como la música de cine), no es de extrañar que una serie de música clásica pensada para este público no haya tenido, posiblemente, la repercusión que merecía. Por ello, para ayudar a que sea más conocida, le dedicamos este artículo.

La serie "Masterworks Heritage" de Sony Classical, se propone reeditar grabaciones que aún no hubieran aparecido en CD, de los fondos de CBS Masterworks (es decir, de la CBS "Clásica") y Columbia Records, la más antigua denominación de la firma. Hay que empezar hablando de la presentación de los discos, que supera a todo lo conocido en estas ediciones (o lo superaba en la época de su aparición, en octubre de 1996). Así, cada disco incluye un folleto con gran cantidad de textos y fotografías, a menudo en color. Además, tanto la superficie de los compactos como incluso las fundas donde vienen guardados reproducen a escala las de los discos de vinilo de la época, pudiendo leerse, por ejemplo, los consejos habituales de entonces sobre limpieza y conservación de los discos. El reprocesado de las grabaciones también está al máximo nivel posible en la actualidad. La única pega que se podría poner es la no inclusión de los textos de obras cantadas, excepto en el caso de óperas completas.

Dentro de la serie, hay diversas "etiquetas", dedicadas a clasificar las grabaciones en Acústicas, Mono (eléctricas), Stereo, Vocales (recitales de cantantes) y Opera (óperas completas). En realidad, las Acústicas no han tenido continuidad desde dos títulos del primer lanzamiento, las Grabaciones Columbia de Opera de 1903 (con los cantantes que entonces triunfaban en el Met) y los registros completos como violinista de Eugene Ysaye (1912-14), dos verdaderos "fósiles" que harán las delicias de los coleccionistas "muy coleccionistas". También ha habido discos no catalogables en ninguna de esas series, como uno de tema navideño. Otro dedicado a Gerswhin por su centenario (1998) no salió en su día en España, aunque estaba previsto sacarlo al mercado este mes de enero.

Pero no sólo los coleccionistas deberían interesarse por esta serie pues, al margen de la presentación, contiene títulos que serían de altísimo interés para cualquier aficionado, si logran olvidarse de que se venden a precio de novedad y no, como es habitual en grabaciones antiguas, a precio medio o barato.

¿Qué títulos consideramos de interés, o incluso imprescindibles, en esta colección, dentro de los 6 lanzamientos que ha habido hasta ahora?

En primer lugar, hay que destacar grabaciones de George Szell dirigiendo a su justamente famosa Orquesta de Cleveland. Ya en el primer lanzamiento tuvimos ocasión de escuchar las Sinfonías de Schumann, una de las mejores grabaciones de este ciclo (junto con la de Sawallisch, superiores ambos a Kubelik). En los siguientes hemos conocido otras interpretaciones de Szell que faltaban por pasar al CD, como el "Don Quijote" de Strauss (complementado con Don Juan y el Conc. trompa nº 1), un prodigio de ligereza que huye de lo recargado y suntuoso de otras versiones; así nunca puede llegar a cansar. En el último, aún reciente, tenemos una vertiginosa "Quinta" de Prokofiev, llena de fuerza y vigor, que es imposible que aburra a nadie, complementado con un "Concierto para orquesta" bartokiano de menor interés.

Tampoco son de lo más interesante, dentro de lo muy bueno, 3 sinfonías de Haydn (nos. 97-99) y los Conciertos para piano de Brahms, con Leon Fleisher, obras que en su mayoría ya conocíamos por otras tomas del propio Szell (de Brahms hay otra grabación de mayor interés, con Rudolf Serkin). Pero la verdadera joya de todas estas grabaciones de Szell es el doble CD con las 3 últimas sinfonías de Dvorak: la "Séptima" y "Octava" son inenarrables, de una energía y una tensión sin igual: verdaderas referencias. Sin embargo la "Nuevo Mundo", curiosamente la única editada antes en CD, queda algo más vulgar, y además la competencia es mayor. Entre los complementos, oberturas de Dvorak y Smetana, y la orquestación del cuarteto "De mi vida", de este último, obra del propio director.

Otro director célebre que aparece en esta serie es Dimitri Mitropoulos, a quien escuchamos acompañar al violinista Francescatti en una excelente selección de conciertos románticos tocados con un virtuosismo "de los de antes"; o en la primera grabación mundial que se hizo de la Sinfonía nº 1 de Mahler (1940), generalmente alabada por su idiomatismo, pero de la que se suele callar la gran cantidad de pifias que comete la Sinfónica de Minneapolis. Y otra de las joyas de toda la colección: el legendario "Wozzeck" de 1951, que excepto por su sonido, deficiente incluso comparado con otros de su época, es una verdadera referencia, de una fuerza "telúrica" impresionante, y que añade complementos de Schoenberg (Erwartung) y Krenek.

Otros directores representados en esta serie serían: Fritz Reiner, en su etapa de Pittsburgh en los años 40 (un disco Mozart-Beethoven con una ejemplar "Segunda" de este último, y otro con una pionera "Sexta" de Shostakovich y piezas de autores rusos y húngaros); Bruno Walter (versiones "mono" con la New York P.O. de la Primera de Mahler y las Variaciones Haydn, de Brahms: olvidadas quizá por su inferior sonido pero, al menos en el caso de Mahler, superior a las más conocida en estéreo); Leonard Bernstein (interesante programa de música francesa que incluye "Las Coéforas" de Milhaud), Stravinsky dirigiendo su propia obra, Schippers (con un programa Barber), Stokowski y Ormandy en sus transcripciones de Bach, o Thomas Beecham.

Dentro de los solistas, en primerísimo lugar hay que destacar a Oistrakh y Rostropovich, en un programa Shostakovich, donde interpretan los respectivos Conciertos nos. 1 para violín y cello, acompañados respectivamente por Mitropoulos y Ormandy. La personalidad de los intérpretes, que trabajaron estas obras con el autor, y el hecho de ser grabaciones pioneras, hacen que el disco se recomiende solo: imprescindible.

Otros que se pueden mencionar son pianistas como Casadesus interpretando a Ravel, o Arrau a Liszt (la grabación del Concierto nº 1 con Ormandy que se hizo en una sola toma, y varias Rapsodias Húngaras); violinistas como Francescatti, antes mencionado, o Michel Rabin en sus primeras grabaciones a los 14 años; cellistas como Piatigorsky (concierto de Dvorak), el Cuarteto de Budapest en su primer ciclo Beethoven (famoso en su día, hoy ya superado y convertido en "pieza de museo") o instrumentistas de metal de varias orquestas americanas, haciendo un programa Gabrieli.

En el grupo de los cantantes, hay muchos discos de los que seleccionamos alguno verdaderamente extraordinario, como el del bajo ucraniano Alexander Kipnis, con lieder de Schubert y arias de ópera, de las podemos mencionar un aria de Sarastro (de la "Flauta Mágica") de referencia. O el de George London, que nos ofrece su Wotan y su Boris con muy buenos acompañamientos (en Wagner dirige Rudolf Moralt). O un interesantísimo disco de canciones americanas de Barber, Copland y V. Thomson, con la presencia de sus autores al piano, o al menos supervisando la grabación: destaquemos las ya conocidas en CD "Knoxville" y "Hermit Songs" de Barber, obras "neoclásicas" muy bellas, cantadas por Steber y Leontyne Price, respectivamente.

Y un título imprescindible para wagnerianos: todos los fragmentos de Wagner que grabaron para Columbia el colosal Lauritz Melchior, en sus últimos años (que no de decadencia), donde al menos se le puede escuchar con buen sonido; y la soprano Helen Traubel, su "pareja artística" tras su separación de la Flagstad, aunque ambos (Melchior y Traubel) estén grabados siempre por separado. Los acompañamientos van desde lo bastante bueno (Rodzinski) hasta lo flojo (R. Kinsky, grabado en Buenos Aires). Se incluye una selección bastante amplia de "Tristán", varios números de "Lohengrin" y la "Plegaria de Rienzi".

Otros cantantes que merecen al menos una mención serían Ljuba Welitsch, con un recital que incluye la escena final de "Salomé", su más célebre creación, dirigida por Reiner; Eileen Farrell, con un buen recital de arias de soprano de Verdi; Richard Tucker en otro similar (incluyendo dúos con Farrell), aunque ya no en su mejor época; Bidú Sayao, mejor en el repertorio brasileño o francés que el italiano, y con una "Boheme" completa con Tucker; Eleanor Steber, que además de lo citado tiene un recital de arias sacras que añade las "Noches de Estío" de Berlioz acompañada por Mitropoulos y dos óperas completas con Tucker (Madama Butterfly y un Cosí en inglés, nada despreciable); un doble CD con arias por el "jilguero" Lily Pons, un verdadero fenómeno en su día, pero que hoy ha envejecido bastante; y, en ópera, además de las ya citadas, no nos podemos olvidar del "Porgy and Bess" de Gershwin, una versión muy viva y directa, con la pareja Lawrence Winters Camilla Williams, en una grabación de 1951 que fue durante dos décadas y media la más completa disponible.

Por último, algunas grabaciones que se saldrían fuera del estricto concepto de "música clásica" como un recital del bajo negro americano Paul Robeson (de voz impresionante, en todo caso), o sendas reediciones de los registros que hizo Lotte Lenya de la música de su primer marido, Kurt Weill (parece que en esta serie se irán reeditando todas); de este último, también tenemos el musical de Broadway "Lady in the Dark", incluyendo como "bonus" números sueltos cantados por algunos intérpretes del estreno.