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Número 1º - Febrero 2000


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REFLEXIONES DESPUÉS DE VER HILARY & JACKIE 

Por Ángel Riego Cue

 

Como además de ser aficionado al cine, lo soy a la música, me interesan siempre las películas que traten temas musicales, tales como la vida de un compositor o la de un intérprete. Este año 1999 se estrenaba una sobre la vida de la gran violonchelista británica Jacqueline Du Pré, y decidí ir a verla.

Después de verla, ¿cómo explicaría a otro aficionado el interés que puede tener? Pues así: como película, ninguno. No pasa de ser un telefilm, un producto que parece pensado más bien para emitirse por televisión que para un cine; eso sí, su director lo quiere "compensar" haciéndose el Orson Welles, y nos endosa planos contrapicados y "travellings" circulares de cámara sin venir a cuento.

Como cine, su mayor baza son las interpretaciones de las actrices que encarnan a las dos hermanas Du Pré, ambas nominadas al Oscar. Especialmente una gran actriz como Emily Watson compone muy bien su personaje, luchando contra la falta de parecido físico con la Jacqueline real: a un aficionado le cuesta "ver" en ella a la verdadera, aunque quizás para otros este detalle pueda ser irrelevante. Eso sí, cuando llegan los momentos de su enfermedad, la identificación es total: "vemos" a Jacqueline Du Pré en Emily, que está ahí sensacional.

En cambio, la visión que da de Daniel Barenboim, marido de Jackie en aquella época, es de risa: no pasa de ser un "pibe macanudo", que se pasa el tiempo contando chistes argentinos y diciendo simplezas, una imagen bastante distinta de la que nos da él, por ejemplo, en su autobiografía.

Hay en la película detalles personales que pueden muy bien ser ciertos, pues tienen toda la apariencia de ser conocidos, lógicamente, de primera mano: que si una vez tuvo que mandar la ropa sucia a casa por correo para que se la lavaran, que si la hermana se enteró de su muerte por la radio mientras viajaba en coche... en la vida real ocurren cosas así de provincianas y "cutres", parece que no han sido ideadas por ningún guionista, que pensaría situaciones más "grandiosas".

Hay también algún error de bulto en los personajes históricos, como cuando ella da un concierto en España y le dicen que entre el público presente está Pau Casals. El guionista debe confundir España con Puerto Rico: ignora, al parecer, que se supone que hablamos de los años 60, y que Casals se negó a pisar España mientras siguiera Franco en el poder.

Esta película (y el libro en que se basa) había llegado precedida, como en tantos otros casos, por el escándalo, que siempre es una buena publicidad. En este caso se "revelaba" un escabroso episodio donde Jacqueline pedía a su hermana Hilary que le "prestara" su propio marido. Aparte de que es un asunto que me trae sin cuidado, creo que es útil citarlo porque encaja en las tesis de la película.

¿Cuáles son estas tesis? Pues que una intérprete genial como era Jacqueline Du Pré envidiaba la felicidad de su hermana Hilary, que no tenía talento musical, pero sí disfrutaba de una tranquila vida de casada y de un marido "cachas". En cambio, si hemos de creernos lo que cuenta el guión, Jackie odiaba la música, y odiaba en particular el violonchelo, como le dice en Moscú ante un profesor que, por el sitio y su apariencia física, bien pudiera ser Rostropovich. Lo que es difícil de explicar es cómo consiguió, odiándolo tanto, llegar a ser uno de los tres grandes intérpretes de ese instrumento en el siglo XX, junto a los mencionados Casals y Rostropovich: y con el mérito añadido que su carrera quedó prácticamente truncada a los 25 años de edad.

¿Cuál es el interés que puede tener ver semejante producto, descartado el morbo ante lo escandaloso, y otros motivos de ese tipo? Para mí, su interés es como documento a analizar, para "leer entre líneas", partiendo de lo que la hermana nos quiere contar, e intentando descubrir, conociendo algunos mecanismos psicológicos, lo que realmente pudo haber ocurrido.

Una de las formas que existen de escapar a una acusación es acusando a otros: en una calle, un ladrón puede gritar "¡Al ladrón!" para que nadie piense que es él. Hay un refrán que expresa una idea parecida, "Dime de qué presumes y te diré de qué careces". Con tanto insistir en que su hermana Jackie le tenía envidia, ¿no se nos alcanza que más bien debió ser al revés? Jackie murió joven, pero antes alcanzó la gloria. Pasarán muchos años, y se seguirá hablando de ella. Hilary ha vivido más tiempo, pero también morirá algún día, y quedará olvidada. ¿Qué destino es más envidiable?

Shakespeare hace decir a Enrique V antes de la batalla de Agincourt que los hombres que se quedaron en sus casas maldecirán toda su vida el no haber estado allí el día de San Crispín, conquistando la gloria. Eso le ha pasado a Hilary: no tuvo su día de San Crispín, Jackie sí lo tuvo, y ahora aquella intenta hacerse un nombre a la sombra de esta, intenta ser recordada por algo (como la hermana buena y comprensiva que tanto la cuidó, ya que no por méritos artísticos propios), antes de que su nombre se pierda en el olvido, engullido en el transcurso de la Historia.