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Número 1º - Febrero 2000


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 PIANISTA: ¿TÉCNICO O POETA?

Por Rocío Cuenca Antón

Abordar semejante tema me resulta algo comprometido por la típica controversia en torno a él, pero al mismo tiempo me resulta estimulante y excitante. Con respecto al tema, aquellos defensores a ultranza del virtuosismo, técnica pura, aquella que nos impresiona por su forma de moverse por el teclado, de recorrerlo de arriba abajo unas cuantas veces en un tiempo casi milagroso, me impresionan en cuanto a eso: técnicos del piano. En un primer momento nos pueden dejar boquiabiertos, pero después personalmente no me dicen nada, para mí estos no tienen demasiada importancia, tal vez porque si un pianista (o cualquier otro intérprete) no me transmite, no hace que las cuerdas de mi corazón vibren al son del suyo, de lo que siente, para mí no son más que técnicos. Técnica pura, claridad absoluta son cualidades admirables pero que en sí mismas no poseen demasiado valor.

De lo que sí soy partidaria, es que durante los primeros años (al igual que durante el resto de los mismos), hacer un especial desarrollo de la técnica en cuanto a desarrollar en el alumno agilidad de dedos, ligereza, firmeza, relajación ... partiendo de esa base ir trabajando la interpretación, el llegar al oyente. A mi juicio esto es importante para que luego sea fructífera la transmisión y expresión de la música.

En cambio un intérprete que sólo se preocupe por transmitir (aunque de modo alguno no es que esté totalmente de acuerdo), sí me convence más, ya que para transmitir y llegar al oyente ha tenido que salvar y superar los diferentes problemas técnicos, haciéndolos algo asequible, casi cotidianos (diría yo), ya que al ser su principal objetivo el fluir de la música, la poesía se torna más fácil y asequible.

Para mí, a la vista está, tiene más valor que el pianista transmita, que llegue al oyente, que el ser más técnico. Considero que llegar al oyente no es algo que esté al alcance de cualquier músico, sino que es algo particular y exclusivo, mientras que los determinados problemas técnicos de una obra sí que terminamos por resolverlos todos (a unos en una brevedad de tiempo asombroso, mientras que otros tardan un poco más), pero el resultado es el mismo: problema solucionado. Mientras que a un nivel expresivo no todos están al alcance de una gran calidad, ya que eso, a mi parecer, es algo innato, aunque si bien, se puede potenciar cuando haya un mínimo de aptitudes. La diferencia estriba, a mi parecer, al nivel que llegan unos y otros.

Si tuviera que definir en un tanto por ciento cuánto de cada parte tendría que haber en un pianista, daría un 40% a la parte técnica y un 60% a la parte expresiva.

Para mí el pianista no tiene si no la función de cantar y hablar con los dedos, aquello que las palabras no pueden expresar porque se pueden pensar, aquello que está en el fondo de nuestra alma, en lo más profundo de nuestro ser y que encuentra en la música el lenguaje ideal e idóneo con el que expresarse.

Tal vez para muchos lectores, esta postura en cuanto a la concepción del pianista y de la música en general, le parezca una postura romántica, sentimental, incluso cursi, pero si nos paramos a pensar los hechos, situaciones, que nos han marcado a lo largo de nuestra vida, que nos han dejado huella... no son si no aquellos que nos han movido el espíritu, aquellos que nos han llegado a lo más profundo de nuestro ser, esos son los que en el fondo han sido verdaderamente importantes, por tanto en música no iba a ser distinto, de ahí deriva que para mí la música sea emoción, sensación, pasión, vida y un largo etc.

¡Quizás influya que el abajo firmante sea una romántica empedernida!