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Número 17º - Junio de 2.001


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Sección del Apócrifo: Las oportunidades perdidas

Por Antonio Pérez Vázquez. Lee su curriculum.


Algo que me desquicia desde que era pequeño es la incertidumbre. El no saber qué puede suceder con un asunto determinado. Al conocer en profundidad la biografía de Johannes Brahms he descubierto que precisamente ésta, la incertidumbre, fue una de las constantes de su vida. Quizás hasta el último aliento de su vida.

Brahms nació en Hamburgo el 7 de mayo de 1833. Se inició en el mundo de la música de mano de su padre, Johann Jakob Brahms que era contrabajista de la banda municipal. Desde joven se manifiesta en el joven Brahms un gran talento para la música. Su evolución es rápida y en poco tiempo empieza a codearse con los compositores más importantes de la época. Uno de estos compositores fue Roberto Schumann.

En contra de lo que se pudiera pensar en un primer momento no fue Schumann el que marcó la vida de Brahms. Fue su mujer, Clara, quien supuso un punto de inflexión en su historia personal. Desde ese momento Clara se convertiría en su más ferviente admiradora según palabras del mismo Brahms en su "ángel guardián". Durante un tiempo Brahms vivió con el matrimonio Schumann. Algo que no cambió a la muerte de Roberto. Fue en ese momento (o quizás un tiempo atrás) cuando los dos se enamoraron. La dura enfermedad de Schumann hizo que se unieran en la adversidad y se forjara entre ellos una relación muy sólida, a pesar de ser ella 14 años mayor que él..

Hasta este punto la historia podría calificarse de "típica". Es ahora cuando sucede lo anecdótico: no llegaron a casarse. De hecho su relación nunca pasó a mayores. Los biógrafos no comprenden el porqué del comportamiento de Brahms hacia Clara Wieck. Si ellos no pueden mucho menos lo voy a comprender yo.

Dos personas se conocen, pasan mucho tiempo juntas, comparten aficiones,... pero sin embargo la cosa no funciona. Es por eso que llamo a este artículo "Las oportunidades perdidas", porque sin duda a mi modo de ver Brahms perdió la oportunidad de su vida al no casarse con Clara. Y para más inri no se casó nunca. Sin duda no se casó con la mujer de su vida y el haberla dejado escapar estuvo siempre presente en todos sus pensamientos.

Muchas veces se plantean dilemas en la vida ante los que tenemos que adoptar una postura determinada. Quizás la más cómoda sea la pasiva, a verlas venir. En ese caso no tenemos derecho a reclamar si las cosas no salen como queremos, ya que no hemos tomado parte activa en el desarrollo de los hechos. Si por el contrario se toman cartas en el asunto y las cosas salen mal te quedas con la tranquilidad de haberlo intentado. Lo que es insoportable es quedarse con la duda de ¿Y si...? ¿Y si la hubiera llamado? ¿Y si hubiera llegado a tiempo? ¿Y si le hubiera dicho que... la quiero? Esas preguntas seguro que retumbaron en la cabeza de Brahms durante el resto de su vida.

Lo que ya es para tirarse de los pelos es saber que Clara también amaba a Brahms. Cuando el sentimiento es recíproco...¿qué problema hay?. Me gustaría haberle hecho esa pregunta a tan insigne compositor.

Desde aquí animo a que nadie se quede con ese tipo de duda nunca, bajo ningún pretexto. Es mejor darse de bruces contra una pared que guardar los sentimientos dentro. Un chichón se quita con el tiempo (el tiempo lo cura todo) pero los sentimientos que se entierran en el interior no paran de trepar para salir al exterior y llega un momento en el que provocan una presión comparable a una olla express. Créanme, lo digo por experiencia.

El final de la vida de Brahms parece estar sacado de un guión de cine. El 7 de marzo de 1897 asistió a un concierto de la Orquesta Filarmónica de Viena, en que se ejecutó su cuarta Sinfonía bajo la dirección de Richter. Durante los intermedios el público no paró de aplaudir. Y al final de la representación una tempestad de vítores y aplausos. El viejo y enfermo Brahms tuvo que levantarse a saludar desde su palco. Emocionado no pudo contener las lágrimas. Parecía que todos conocían el final que se avecinaba. Menos de un mes después de esta escena, el 3 de abril, Brahms falleció de cáncer de hígado. Espero que en su lecho de muerte no se planteara ninguna pregunta que empezara ¿Y si...

Perdonen si el artículo de este mes es un poco menos "alegre" que de costumbre, pero es que mi contribución del mes pasado me pareció desmesuradamente cómica y en un ejercicio de autocrítica he procurado buscar el equilibrio con la presente.