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Número 2º - Marzo 2000


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CRISTOBAL DE MORALES:

¿COMPOSITOR EXTRANJERO, COMPOSITOR UNIVERSAL? 

Por Juan Luis de la Montaña Conchina

Estas líneas tienen como objetivo colocar a la altura que se merece la ilustre figura del compositor sevillano Cristóbal de Morales (1500-1553), su música y su estilo compositivo. Por desgracia, a la hora de hablar de tan ilustre maestro sevillano, todavía se pueden encontrar opiniones que resucitan viejos axiomas, por otro lado, bien erradicados en su momento por el estudioso Samuel Rubio. Nos referimos a las influencias musicales extranjeras que recibió Morales y, consecuencia de ellas, su calificación como autor de estilo poco hispano. Pero, vayamos por partes.

No vamos a entrar en un análisis profundo de la obra ni de la técnica compositiva. Para ello ya existen interesantes monografías repletas de datos y todo lujo de detalles. Intentaremos articular el número suficiente de argumentos para defender la personalidad musical de Morales como autor que supera los localismos a los que parecen sujetos otros compositores coetáneos y posteriores a nuestro maestro sevillano. Por supuesto, no podemos cuestionar la valía de la música de estos compositores, sin embargo, ello no significa que tengamos que posicionarnos en el extremo contrario utilizando como criterio seleccionador la existencia de un "estilo hispano" del que parece no participar Morales.

Efectivamente, la técnica compositiva de Cristóbal de Morales, el uso de determinados recursos en boga en la época que le tocó vivir tales como el extenso elenco de formas compositivas, el uso del cantus firmus, la misa parodia, el ostinato en los bajos (recordemos el soberbio motete a cinco Enmendemus in melius). Del mismo modo, fue buen conocedor de la técnica contrapuntística extendida por Europa y embellecida por Josquin DesPres así como del canon, la imitación libre. Estos y otros aspectos, que no citamos por no extendernos, le han proporcionado el apellido o la muletilla, en el mejor de los casos, de "compositor extranjero".

En no pocas ocasiones se le ha considerado como un simple imitador de autores como Nicolás Gombert, al que probablemente conoció en Sevilla hacia 1526, cuando éste estaba al frente de la capilla musical del emperador Carlos V. Nada más lejos de la realidad. La impresión que debio causarle la música de Gombert sin duda fue importante, pero no definitiva. No podemos olvidar al respecto los años que pasó como cantor en la Capilla papal de Roma, donde posiblemente tuvo la ocasión de conocer las músicas de renombrados compositores como Festa y Arcadelt. Ambas cuestiones, en ningún caso excluyentes, son suficientes para pensar en la multitud de influencias musicales y estilísticas que debió recibir y que, "filtradas" a través de su genialidad compositiva, dieron como resultado composiciones de extrema belleza.

Desde nuestra modesta perspectiva Morales no fue un maestro que desarrollara estilos extranjeros (francoflamenco, más concretamente) y menos imitador de otros autores, sino que fue un compositor de su tiempo. Morales era un gran conocedor de las más novedosas técnicas, como la imitación libre a la que antes nos referíamos, cadencias o modulaciones en boga. Esta realidad, constatable en la multitud de elogios que recibían sus composiciones, habla en su favor por cuanto eran recursos conocidos y utilizados de una u otra manera en su época por el resto de maestros compositores, véanse, por ejemplo, algunas composiciones del citado Jacob Arcadelt, Mouton, Escobedo o Verdelot, a los que no se tilda de imitadores.

Cristóbal de Morales no responde a la idea de un imitador brillante sino a la de un compositor universal. Un dato que avala lo que señalamos es que vio la práctica totalidad de sus obras publicadas en vida formando parte de amplias colecciones en las que participaban renombrados maestros, realidad que no tuvieron ocasión de ver otros autores hispanos. Fue un excelente conocedor y explotador de los recursos y estilos de su época que desaparecieron con posterioridad (recordemos que murió a mediados del siglo XVI), bien como consecuencia del desarrollo mismo de la técnica musical, estilos y gustos, bien por los criterios que la Reforma tridentina impuso sobre la música sacra y, sobre todo, por la especial influencia que autores como Palestrina ejercieron sobre la música de la segunda mitad del siglo XVI, maestro italiano que, no debemos olvidar, admiraba a Morales al que calificaba de genio y autor excelso.

El sevillano Cristóbal de Morales no imita, sencillamente crea, y lo hace siguiendo los cánones estilísticos de su época, situación que se dio igualmente en el caso de Tomás Luis de Victoria, que también compuso siguiendo los criterios dominantes en la música sacra de su tiempo y dicha postura no le convierte en un autor de influencias romanas más que hispanas. Tampoco pensamos que reproduce el estilo de Nicolas Gombert como se ha querido señalar, más bien lo supera, lo refina y lo lleva a sus más altas cotas de expresividad. La personalidad de Morales, radicalmente distinta a la del maestro de capilla de Carlos V, Gombert, nos induce a pensar en un ser de una personalidad inconfundible, melancólico, y de una sensibilidad creadora inaudita, precursor de las aspiraciones compositivas de muchos músicos que le sucederán. Ver en Morales un simple imitador o músico hispano de técnica extranjera es negar la universalidad de un hombre que vivió y sintió en un momento muy particular del siglo XVI. Es, en definitiva, eclipsar la figura de uno de los más grandes maestros que conoció la polifonía europea de la primera mitad del siglo XVI.