EL MUY VÁLIDO MOZART DE BRÜGGEN
Por Angel
Riego Cue. Lee su Curriculum.
Para los que no éramos
por entonces muy aficionados a los instrumentos originales de la época,
al menos en música posterior al Barroco, fue en 1985 toda una revelación
el escuchar la grabación de la Sinfonía nº 40 de Mozart por la
Orquesta del Siglo XVIII dirigida por Frans Brüggen, antes conocido casi
exclusivamente por su actividad como flautista. Ahí teníamos una versión
tocada, sí, con instrumentos y criterios historicistas, pero que a la vez
no renunciaba a un concepto de la emoción que se asociaba por entonces
normalmente con lo "romántico": ese comienzo tan arrollador traía
a la memoria viejas grabaciones como la de Furtwängler con la Filarmónica
de Viena. El propio Brüggen explicaba por entonces que era consciente de
que el público que le escuchaba, a diferencia del que había tenido
Mozart en vida, ha crecido escuchando a Wagner o a Puccini, y eso debía
tenerlo en cuenta el intérprete.
Han pasado desde entonces 18 años, en los que Brüggen y su orquesta
realizaron casi medio centenar de grabaciones para Philips, a continuación
de aquella pionera de la Sinfonía nº 40 (originalmente acoplada
con la 1ª de Beethoven, pero que luego se reeditó con la 41
del propio Mozart, la Júpiter). Desde 1997, esta agrupación
graba también para el sello español Glossa, al que pertenecen los dos
ejemplos que traemos a continuación.
El maravilloso Concierto para clarinete K 622, una de las obras más
bellas del último Mozart, es también la última que escribiera dentro de
la forma Concierto, de ahí el título del disco "El último
concierto" (The Last Concerto). Brüggen ya lo había grabado con su
orquesta para Philips en los años 80, y ahora en 2001 vuelve a grabarlo
para Glossa con el mismo solista de la primera ocasión, Erich Hoeprich,
que toca un "clarinete di basetto" (instrumento para el que está
originalmente pensada la obra, y que llega dos tonos más graves que el
clarinete actual).
En los movimientos extremos, más enérgicos de lo habitual, la nueva
versión sigue una línea parecida a la antigua, y es en el Adagio central
donde se percibe una mayor diferencia, adoptando ahora Brüggen un tempo
mucho más reposado (que hará que los melómanos acostumbrados a las
versiones más tradicionales no desdeñen esta) y con un sonido más
"lleno" y mejor captado el solista, frente a la primera grabación
donde sonaba (en este movimiento) algo más precario. Pueden seguirse
prefiriendo las versiones con la mayor perfección que dan las orquestas
convencionales (de las cuales las dirigidas por Beecham o Maag continúan
siendo las referencias) pero esta que nos ofrecen Hoeprich y Brüggen,
preferible a la primera para Philips, es mucho más que válida y no
creemos que defraude a nadie.
Si aquella primera grabación del Concierto se completaba con el Quinteto
para clarinete, ahora se han incluido otras piezas, alguna de las
cuales también incorpora este instrumento. Así, de la ópera postrera de
Mozart, La Clemenza di Tito, se nos ofrece la obertura y dos
arias en cuyo acompañamiento intervienen instrumentos de viento: la de
Sesto, "Parto, parto ma tu ben mio" (con clariente di basseto) y
la de Vitellia, "Non più di fiori vaghe catene" (con corno di
bassetto); ambas las llegó a interpretar, en vida de Mozart, Anton
Stadler, dedicatario del Concierto para clarinete.
La Obertura, grabada en 1986, debe de tratarse de la misma que apareció
en Philips con la Sinfonía Júpiter, no reeditada desde
entonces, donde Brüggen adopta una línea pomposa y grandilocuente, como
en las interpretaciones con instrumentos modernos, nada que ver con la
ligereza de la grabación de Gardiner. Las dos arias, grabadas en 2001, se
benefician de una dirección reposada y solemne, que le sienta mejor a la
belleza de la música que como las hace Gardiner, lástima que no contemos
con una versión completa por Brüggen. La mezzo Joyce DiDonato, sin tener
una voz precisamente bella, posee personalidad y actúa bien.
El disco (cuya duración no llega a la hora) se completa con dos obras de
carácter "masónico" que encajan bien con la atmósfera del
Mozart de última época, aunque sean muy anteriores. Ambas, curiosamente,
son las mismas que completaban el Requiem de Mozart grabado en
Tokyo en 1998, y del que en seguida se hablará. El Adagio K 411,
para dos clarinetes y tres corni di basetto, se ha grabado de nuevo pues
la toma de Tokyo presentaba ruidos de público (se escuchaba un objeto cayéndose
casi al principio) y ahora se ha conseguido un tempo más vivo y una
afinación mejor. La famosa Música para un funeral masónico K
477 es, sin embargo, la misma toma de Tokyo y, dentro de que la afinación
historicista puede resultar algo "dura" a los oídos actuales no
acostumbrados, es una versión más que aceptable; como dijimos respecto
al Concierto para clarinete, un Mozart muy válido.
El
Requiem de Mozart, sin embargo, es una obra que nunca ha tenido
una interpretación "redonda" con instrumentos originales, y la
más lograda hasta la fecha entre las versiones historicistas, la de
Hogwood, destacaba por lo que comúnmente se denominan "aciertos
parciales" (momentos bellísimos, especialmente los debidos a la voz
de Emma Kirkby, dentro de una línea de placidez general) pero le faltaba
ese carácter "terrible" sin el cual el Requiem de Mozart no sería
lo que es, carácter que bien puede deberse a una tradición
interpretativa posterior, pero al que muchos aficionados se resistirán a
renunciar.
Brüggen intenta huir de la placidez y lograr ese carácter con un tempo
vertiginoso, pero sus buenas intenciones se quedan a medio camino, su
rapidez la impresión que produce a veces es la de ligereza (como en el
"Kyrie" o su repetición final con la misma música, sobre las
palabras "Cum Sancte Spiritus"). Los solistas son simplemente
correctos, y en los conjuntos aparecen ocasionalmente momentos de confusión
achacables a la grabación "en vivo". Por tanto, esta grabación,
aun teniendo su interés, queda por debajo de "The Last
Concerto", que sí es recomendable para todo tipo de público,
mientras que este disco del Requiem sólo interesará a los muy
aficionados a los instrumentos de época. Como curiosidad, se interpolan 3
fragmentos de canto llano (comúnmente llamado gregoriano)
correspondientes al Oficio de Difuntos.
REFERENCIAS:
MOZART: "The Last Concerto, 1791". Concierto para clarinete
K 622. La Clemenza di Tito: Obertura y dos arias. Adagio
K 411. Música para un funeral masónico K 477.
Erich Hoeprich, clarinete y corno di bassetto
Joyce DiDonato, mezzo-soprano
Orquesta del Siglo XVIII. Director: Frans Brüggen
Glossa GCD 921107
MOZART: Requiem K 626 (incluyendo fragmentos de canto llano). Adagio
K 411. Música para un funeral masónico K 477
Eugeen Liven D'Abelardo, director del coro (en el canto llano)
Mona Julsrud, soprano. Wilkete Brummelstroete, contralto. Zeger
Vandersteene, tenor. Jelle Draijer, bajo. Coro de Cámara de Holanda.
Orquesta del Siglo XVIII. Director: Frans Brüggen
Glossa GCD 921105
Distribuidor en España: DIVERDI
Página web: www.diverdi.com
e-mail: diverdi@diverdi.com