ENTREVISTA A PASCAL ROGÉ
Entrevista realizada por Daniel
Mateos Moreno y M.A.R.
¿Qué opinión le merece la Orquesta Filarmónica de
Málaga con la que acaba de tocar?
Es una orquesta muy buena, nueva y accesible para un director. Puedo
percibir su entusiasmo y el buen ambiente entre sus músicos, algo muy
positivo.
Cuéntenos algo acerca de su vida, ¿A qué edad
empezó a estudiar piano?¿Hubo antecedentes en su familia?
Empecé a los tres años y medio. Mi madre era organista y profesora de
piano, mi abuelo fue violinista de la Orquesta de París y mi abuela
también fue pianista. Hubo mucha música en mi hogar.
Prácticamente desde el principio supo que iba a ser
músico....
No exactamente. Me gustaba la música y tocar el piano por placer, antes
de convertirme en un profesional, de hecho sigue siendo para mí un placer
tocar el piano. Es mucho trabajo pero lo considero todo un privilegio.
Sin embargo, parece que no todos los profesionales disfrutan
tanto de la música conforme avanza su carrera.
El principal privilegio de ser pianista es poder disfrutar de la música
toda tu vida, la música es bella, y por supuesto es todo un privilegio la
compañía de Mozart, Brahms, Debussy, Ravel......no lo considero como un
trabajo sino una dedicación por puro placer.
Quizás hoy día necesite menos horas de
preparación de las que necesitaba años atrás.
Sí porque sigue siendo todo un placer el descubrir nuevas obras y ampliar
el repertorio, aún dedico muchas horas al piano.
¿Qué puede decirnos sobre Julius Katchen?
Fue mi profesor y mi principal influencia en mi carrera musical. Un gran
pianista y un hombre de cultura, le interesaba las artes, la ciencia, la
arquitectura, la filosofía. Me descubrió que la música no era
suficiente para ser un gran artista, sino que debía ampliar mis
conocimientos a otras disciplinas como la literatura, la pintura, la
historia, etc. Me abrió muchas puertas.
También me transmitió musicalidad en el piano:
interpretación; y no tanta técnica pues no la consideraba tan importante.
A los 17 años lo primero que me dijo fue que mi único problema era que
tenía mucha técnica, fue muy extraño oírlo siendo tan joven. Por aquel
entonces sólo me preocupaba mejorar mi técnica, tocar rápido y fuerte,
pero me hizo ver que no era tan importante como aquello que se escondía
detrás de esa técnica; todo lo que pudiera transmitir con la música.
¿Qué ha supuesto para usted el premio de Grammophon?
Es siempre algo bueno recibir un premio, es el reconocimiento a tu trabajo
pero no es lo más importante para mí. Lo primordial es la audiencia, el
reflejo de lo que intentas transmitir en los conciertos; la oportunidad de
tocar es más importante que cualquier premio. A la gente le gusta recibir
medallas y premios pero a mí no.
¿La Orquesta de Montreal con Charles Dutoit es su
preferida?
Sí, es una gran orquesta, combina una gran técnica americana con una
sonoridad y estilo europeo. Dutoit lleva con ella 5 años y le ha
proporcionado un estilo diferente, una cultura francesa muy importante
para el repertorio francés.
¿Cuál es su compositor preferido?
No sólo un compositor sino un período. Me encantan los compositores
franceses de primera mitad del s. XX; Faure, Debussy, Satie, Poulenc,
Ravel... es un lenguaje muy especial. Hasta hace poco tiempo escasas personas estaban en contacto con ese lenguaje. Mis
preferencias se deben probablemente a que mis profesores, por ejemplo
Marguerite Long, conocían a Ravel, Fauré, etc. Por tanto, cuando yo era
pequeño me contaban qué decía Debussy sobre algunas cosas, qué decía
tal o cual compositor, etc.
Desde joven me he visto muy atraído por todo el movimiento cultural del
impresionismo, su literatura, su pintura.
Siempre es interesante interpretar un repertorio poco
conocido, todo el mundo toca Chopin, Schumann, Brahms...y pocas personas
tocan Poulenc. Es necesario abrir horizontes y ofrecer a la audiencia
músicas diferentes.
¿Por qué cree que es tan poco usual este tipo de
repertorio?
Porque todavía no es tan popular como el repertorio clásico alemán. Quizás el público carece de curiosidad,
quizás no es música para virtuosos, pero para mí es un
lenguaje natural, me siento confortable, es verdaderamente mi lenguaje, el
más natural.
Debe estar orgulloso de haberse formado en el
Conservatorio de París.
Sí. He tenido muy buenos maestros en mi época de estudiante, los cuales
tenían contacto con grandes
compositores. Mis profesores eran capaces de transmitir la tradición y la
interpretación.Fue una gran oportunidad.
Háblenos de Margerite Long.
Era muy joven cuando toqué para ella, yo tenía 9
años y ella noveinta y algo. Me impresionó. Yo era tímido e impresionable.
Ella era una
persona muy interesante, no sólo como profesora de piano, sino gracias a sus memorias
y las historias que contaba de los compositores. Tuve mucha suerte de
tenerla como maestra.
¿Cuál es su pianista preferido?
Es difícil decir porque hay muchos aspectos diferentes a la hora de tocar
el piano. Destaco
la de Glenn Gould y su estilo tan propio Puede sonar extraño porque no
interpreta
música francesa, pero dotó de personalidad propia a cada interpretación,
es muy diferente. Siempre recordaré lo que decía Gould: No debes tocar
una pieza si no estás seguro de que siempre la tocarás diferente. Es
importante cuando tocas una pieza que aportes algo nuevo, algo especial,
algo tuyo, que la diferencia del resto de las interpretaciones que existen
de la misma pieza. Valoro el transmitir algo nuevo, no sólo tocar bien.
Esta es la razón por la que no toco otro repertorio: no es una cuestión
de técnica, sino de pensar que no puedo aportar nada nuevo tocando ese
repertorio.
Paramos un momento para tomar unos sorbitos de te. El
maestro nos comenta que ama Andalucía porque ha estado en diferentes ocasiones
y le encanta nuestra tierra, en sus propias palabras: "una tierra
preciosa".
¿Qué opina sobre la versión de Alfred Cortot del
Concierto para la mano izquierda de Ravel?
No creo que cada obra esté sujeta a una sola interpretación, sino que
existen múltiples variantes según el intérprete. Siempre es interesante
estar en posesión de diferentes versiones de la misma obra. Suelo
escuchar numerosas versiones aunque no esa en especial. No sé por qué
Cortot lo tocaba tan rápido, deberíamos haberle preguntado al propio
Cortot.
¿Qué pieza ha sido más difícil para usted?
Depende del tipo de dificultad, ya sea técnica, de memorización, de
interpretación, etc. Mozart es el más difícil, por su simplicidad, por su
pureza, tanto en sus obras iniciales como las de madurez. Aunque sea
fácil técnicamente no lo es a la hora de interpretarlo; se esconden
muchas emociones, fraseos, sonoridades, el estilo... Mozart es el más
difícil, requiere una madurez tardía.
En los concursos de piano parecen fijarse mucho en
la técnica y en la claridad de interpretación, ¿qué opina de ello?
No creo en las competiciones. Pueden ayudar a los ganadores pero es
imposible para un jurado evaluar la capacidad interpretativa ya que no
existe una única interpretación posible de cada pieza. Así lo único
que se valora en los concursos es la técnica olvidando otros elementos
imprescindibles en la música.
¿Cree que los concursos le han proporcionado el salto
a la fama?
Los concursos no significan nada para mí. A los 17 años grabé con la
casa discográfica Decca, fue mi primera grabación y mi primer salto a la
fama. Mis premios no me ayudaron. Podemos encontrar cientos de artistas
que son auténticos profesionales sin necesidad de ser respaldados por
ningún premio. Porque Marta Argerich ganara el concurso Chopin no quiere
decir que sea una gran pianista: es una gran pianista sin la necesidad del
respaldo de ningún concurso.
¿En qué medida valora usted al público como
pianista?
Sin público no existiría como pianista. Intento transmitir emociones,
felicidad, sueños... todo lo que la música me transmita a mí. Es un
doble privilegio el que yo siento, por un lado me encanta la música y me
encanta tocar, y por otro lado comparto con el público mis propias
emociones.
¿Ha incluido en su repertorio música contemporánea?
No porque para interpretar una obra primero hay que amarla, hay que
sentirla, transmitir emociones que compartas con todo el mundo. No me
encuentro cómodo en este tipo de repertorio.
¿Se considera un producto del romanticismo?
No he desarrollado una aproximación intelectual a la música, todo lo
contrario. Para mí todo se mueve en el mundo de las emociones y de la
comunicación.
Tocar el piano es como hacer el amor a una mujer, no es
un acto intelectual, es algo que transmite emociones y placer, si no lo
consigues no eres un profesional de la música. Creo que soy un auténtico
romántico.
¿Ha impartido clases de piano?
Sí, algunas. No como profesor regular, sino en ocasiones especiales por
motivo de clases magistrales, en la universidad. He impartido clases en
Londres y en otras ciudades. La experiencia me ha sido muy grata y me ha
gustado ayudar a los alumnos en la medida de mis posibilidades.
¿Qué diría sobre la idea de que hoy todos los
pianistas buscan los mismos objetivos (técnica, rapidez, ...)? ¿Qué cree
que ha cambiado?
Los artistas no reflexionan sobre el mundo que les rodea. Se busca rapidez.
Quizás hoy no exista tanto tiempo para vivir y para sentir. Los jóvenes
pianistas tocan el piano y no hacen nada más. Parecen haber cerrado las
puertas al mundo que les rodea, a las emociones, a los viajes, a las
nuevas experiencias. Es difícil analizar qué ha cambiado.
Mi consejo es disfrutar de cada momento de la vida.
¿Qué consejo puede dar a los jóvenes pianistas?
Esta es la pregunta más difícil que me puedes hacer. No sé qué decir. Si preguntase a mis alumnos por qué su dedicación al piano cada uno me
daría una respuesta completamente diferente y válida. Sólo puedo
aconsejar trabajar duro. El piano es una cuestión de trabajo y de suerte:
Sólo puedes controlar el trabajo, pero no la suerte, o al menos yo no sé
cómo.
Futuros proyectos
Tengo la ilusión de grabar algunas obras de Debussy y explorar nuevo
repertorio. Las grabaciones son muy comprometedoras y me gusta
perfeccionarlas hasta transmitir todo lo que desee.
Thanks, Mr. Rogé.
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