Revista mensual de publicación en Internet
Número 36º - Enero de 2.003


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UN NUEVO VALOR DEL VIOLÍN

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum.

 

Como ocurriera con el monográfico Chopin protagonizado por Yundi Li que fuera comentado en el anterior número nuestra revista, el sentido de este disco no es ofrecer una interesante opción de compra a quien desee tener en casa las obras en él incluidas, sino fundamentalmente -y casi con exclusividad- presentar un nuevo y firme valor musical. Debe de estar muy satisfecho el violinista Ilya Gringolts, ya que debutar discográficamente en el sello amarillo con tan sólo veinte años -nació en 1982, al igual que el pianista chino- va a a abrirle las puertas de las salas de conciertos más prestigiosas y a incrementar sustancialmente su caché, independientemente de que hasta ahora, y en un periodo francamente breve de tiempo, haya tenido la ocasión de incluir en su currículo un nombre como el de Itzhak Perlman, que se ha convertido en su mentor. Tan emblemática figura es precisamente quien empuña la batuta en el presente registro, en el que se incluyen el celebérrimo concierto de Tchaikovsky y el primero de los dos que para este instrumento compusiera Shostakovich, obra con la que Gringolts triunfara en 1998 en el Concurso Paganini.

¿Cuáles son las virtudes del joven violinista? Pues más que un deslumbrante virtuosismo (no se le ve tan seguro como a otros casi tan jóvenes como él, caso del increíble David Garret), lo que ofrece es un sonido bonito, agradable, y sobre todo una manifiesta vena sentimental que no roza la blandura ni la dulzonería. A todo ello habría que sumar su voluntad por dejar a un lado cualquier tipo de excentricidad y plegarse a las situaciones anímicas propuestas por los compositores, si bien su temperamento no siempre logra la deseable sintonía.

Así las cosas, Gringolts despliega sus mejores cualidades en los momentos más líricos, es decir, en los movimientos lentos, que le suenan nostálgicos y evocadores antes que dolorosos o -caso de Shostakovich- nihilistas. Corto se queda, sin embargo, cuando tiene que jugar a la ácida ironía, mientras que en los pasajes brillantes, sin duda muy bien resueltos, se puede echar de menos un sonido más poderoso y un temperamento más abrasador. Sea como fuere, talento no le falta y promete mucho para el futuro.

No podemos decir cosas tan positivas de la dirección de Perlman, que ahora parece haberle cogido el gusto a la batuta (se anuncia en EMI la publicación de un disco en el que dirige, entre otras páginas mozartianas, la Sinfonía Júpiter del salzburgués). Es la suya una labor en todo momento seria y ortodoxa, pero poco imaginativa, carente de una personalidad definida y de plena implicación en las partituras. Por si fuera poco, en la página del autor de El Cascanueces hay más de una seria caída de tensión. El resultado, un Shostakovich muy digno pero superficial y un Tchaikovsky bastante aburrido.

La competencia discográfica es abrumadora como para recomendar este compacto. Sin ir más lejos, recordemos el Shostakovich sensacional que con la misma orquesta ofreciera el propio Perlman -esta vez empuñando el violín- junto a Zubin Mehta (EMI). Por lo que a Tchaikovsky se refiere, es de justicia recordar la reciente aparición en el mismo sello que este disco de Gringolts una notable versión a cargo de David Garret y Mikhail Pletnev, excepcional en la parte solista y correcta en la batuta. Sea como fuere, como advertíamos al principio, el objetivo de este disco es dar a conocer a una promesa en toda regla. Misión cumplida. 

 

REFERENCIAS

TCHAIKOVSKY: Concierto para violín. SHOSTAKOVICH: Concierto para violín nº 1.
Ilya Gringolts, violín.
Orquesta Filarmónica de Israel, Itzhak Perlman. 72'39.
Deutsche Grammophon, 471 616-2

Página web del lanzamiento, con clips de audio y video: http://www.deutschegrammophon.com/special/?ID=gringolts-tchaikovsky