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LA MÚSICA PRENATAL Por
Mª del Mar Gallego G ¿Que es la Música? Difícil sería dar una definición exacta de lo que abarca este amplio campo de la combinación de los sonidos con el tiempo, ya que Arte y Ciencia se hermanan en este concepto. Pensemos por un momento en el último concierto al que hemos asistido,
en el que los maravillosos sonidos ejecutados por diversos instrumentos,
nos deleitaban, bajo la orientación de un director que nos transmitía
sus emociones y sentimientos a través de la batuta. Pero, ¿podríamos
definir cuáles han sido esas emociones y sentimientos? Así es la música;
hay que saber apreciarla
emocional e intelectualmente, hay que aprender a sumergirse en ese mundo
prodigioso y mágico de los sonidos que surcan espacio y tiempo. Si nos remontamos a un
tiempo remoto en la historia, podríamos observar cómo la música era
transmitida de forma oral, al igual que el lenguaje, hasta que se
inventara la escritura musical. Más tarde, algunas civilizaciones
sintieron la necesidad de transformar esos sonidos y plasmarlos gráficamente,
dando forma a un sistema que permitiese definir tanto la altura de los
sonidos como el movimiento rítmico de los mismos. Se atribuye la primera
notación musical a Boecio (480 – 524), quien se valía de
una letra del alfabeto romano para designar cada uno de los grados de
la escala musical. Pero en este artículo no pretendo hacer un recorrido por el tiempo
mostrando la evolución de este Arte, sino que quiero que seáis partícipes
de las más bellas sensaciones que siento ahora que estoy embarazada; le
transmito a mi hija sentimientos y emociones, hasta este momento ocultos,
a través de la música. Porque todo lo que suceda después,
dependerá de lo que yo le transmita durante su gestación. Todos sabemos que ciertas melodías pueden conseguir “alterar”
nuestro estado anímico,
y pasar de la sensación de exaltación que experimentamos al escuchar un
“Allegro” de Vivaldi, a la placidez que nos invade con el “Canon
& Guide” de Pachelbel. De eso se trata precisamente, de buscar
cuantos medios sean posibles para ayudar a nuestros hijos a vivir una
existencia armónica, trabajando para ello aún antes de nacer. Desde las
primeras semanas de gestación, nuestro bebé percibe las vibraciones
sonoras, y, a partir del quinto mes de embarazo, es un ser consciente
capaz de sentir y oír, e incluso aprender. Los estímulos que se reciben durante la etapa prenatal, son fundamentos
determinantes en la formación de la personalidad y las actitudes del bebé
por nacer. Y así, tras el nacimiento, mi hija ya distinguirá la voz
materna, ¡qué hermosa sensación será cuando me identifique, me mire y
me sonría! Nuestra voz, escuchada durante todo el período de gestación,
le transmite confianza y tranquilidad. Tenemos la posibilidad de
contribuir a su formación y bienestar por medio del amor que sentimos
y le transmitimos, así como por
la música. Nuestro vínculo se va fortaleciendo a medida que pasan los días,
y con la música estamos
construyendo un puente afectivo con nuestra
criatura. Me encantaría poder definiros lo que experimento cada vez que acaricio a mi
hija a través de mi vientre, cuando escuchamos juntas la “Sonata Claro
de Luna” de Beethoven o la “Sexta Sinfonía” de Tchaikovsky. Se
establece una armoniosa conexión entre su movimiento y la emoción que
siento. La música nos une, es un contacto íntimo y cercano, que
disminuye nuestra tensión por el hecho del nacimiento, que refuerza
nuestra energía y al mismo tiempo nos relaja. Esta ternura que se
transmite recíprocamente, favorecerá su sensibilidad, su armonía
interna... ¡Es un gran privilegio el poder sentirla, tan pequeñita
dentro de mí, y tan viva! Hasta que no me he sentido madre, no me podía
imaginar esta comunicación existente, si yo estoy nerviosa ella también
lo está, si me siento relajada, ella igualmente me lo transmite... Sheila
Woodward, doctora en Educación Musical y Filosofía en la Universidad de
Cape Town de Sudáfrica, en una de sus más recientes investigaciones,
demostró científicamente la penetración de la música en el ambiente acústico
intrauterino, y la respuesta del bebé por nacer hacia el estímulo de la
música. Ella comenta: "Durante el tercer trimestre, el bebé por nacer es capaz de
recordar un sonido, relacionar el presente sonido con aquel que ha
escuchado previamente, e interpretar su significado”. Así, con
todos estos hallazgos y descubrimientos obtenidos hasta la fecha, se
demuestra la vida intrauterina; literal comienzo de una vida individual y
única. El
oído de los bebés por nacer aparece a los 22 días de gestación, y
obtiene su madurez estructural al quinto mes del embarazo. (Anson &
Donaldson, 1973: Gerber, 1977). Desde este momento, los bebés empiezan
escuchar los latidos del corazón, los movimientos intrauterinos,
la voz materna, los sonidos que se encuentran en el medio ambiente y la música (que
penetra al vientre materno, haciéndole capaz de discernir los
componentes de la música y el lenguaje,
como el registro, la
duración, la intensidad y el timbre). “A través de la voz y la música que escucha, se fortalece y nutre
enormemente la relación madre e hijo, a la par que se ayuda al desarrollo
de las ondas cerebrales y el sistema nervioso conjunto del bebé”.
Pero , ¿qué sucede una vez
que el bebé escucha? Se ha observado, mediante las investigaciones
realizadas, cambios en los patrones de
respiración, movimientos de cabeza, tronco, ojos y extremidades al
escuchar sonidos y voces. Esto es observable en
las ecografías que mensualmente nos realizan a las mamás; en
ellas, sobre todo en las de alta resolución, podemos apreciar los gestos
en sus expresiones faciales. Por lo tanto, se puede afirmar que estas
reacciones conllevan una relación causa – efecto entre las voces y la música
en los bebés. El sentimiento que provoca en mí la música, se lo
transfiero a mi hija, y mientras ella escucha conmigo preludios,
oberturas..., influye en su experiencia la respuesta emocional. "La
música entrena al cerebro para obtener mejores formas de pensamiento”. Como sabemos, el aprendizaje comienza cuando se
distingue alguna actividad física, emocional
o intelectual. Todos los seres humanos nacemos con
un potencial para
aprender. Sin embargo, sólo aquellas personas que desarrollan su
potencial pueden llevar a un nivel pleno sus habilidades. Durante la
infancia, es posible aprender más fácil y rápidamente, ya que el
cerebro de un niño es mucho más activo que el de un adulto. Así, los
pequeños son capaces de procesar música,
además de disfrutarla. A través de su percepción auditiva, visual y sensorial, los niños son capaces de imprimir en su memoria las vivencias emocionales que inician el proceso de aprendizaje. Al repetirse estas vivencias, dan lugar a la memoria. Análogamente, los bebés asimilan, aún cuando están en el vientre de la madre, los sentimientos maternos que, al igual que la música, son determinantes para su formación. Estas huellas de la existencia influyen en la forja ulterior de la personalidad de los niños. Pero, ¿qué relación existe entre la música y lenguaje? Antes que las
palabras, en el mundo del recién nacido hay sonidos. Cuando el bebé
escucha un fonema (ma - má)
varias veces, las neuronas de su oído estimulan la formación de
conexiones en la corteza auditiva del cerebro. Cuando se establecen los
circuitos básicos, el pequeño empieza a cambiar los sonidos por
palabras. Por este motivo, cuantas más palabras escuche, antes empezará
a hablar. Lo
que pretendemos, una vez que nacen nuestros hijos, es educarlos mediante
juegos, cuentos, hablándoles y escuchando cierta música, para así
desarrollar un vínculo afectivo a través del amor que fomentará su
desarrollo cognitivo, social y motor. Cantarles canciones de cuna,
contarle cuentos al bebé aún antes de nacer, estimula su comienzo hacia
el habla. Es una preparación verbal pues, como dice Huttenlocher: "Existe
un enorme vocabulario por ser aprendido, el cual sólo puede hacerse
propio gradualmente a través de la repetición de las palabras”. De
igual modo, las emociones y la música se relacionan. Las líneas
troncales para los circuitos que controlan las emociones se establecen
antes del nacimiento. Cuando se tiene contacto con un bebé a través de
una sonrisa y un abrazo, si él refleja su excitación, sus circuitos de
las emociones son fortalecidos. Por este motivo, podemos afirmar que la música
tiene la capacidad de transformar las emociones convirtiéndolas en amor y
momentos de alegría y ternura, contribuyendo al desarrollo armónico del
pequeño. Hay
realizados estudios en los que se detallan los beneficios de la música en
los recién nacidos. Entre estos beneficios se destaca que se favorece que
coman más, duerman más y lloren menos. Ahora bien, hay que intentar
seleccionar bien la música, ya que promoveremos su inteligencia
emocional, la tranquilidad, asentaremos las bases de su personalidad,
desarrollaremos su creatividad, concentración, coordinación, acelerará
el aprendizaje de idiomas, desarrollará el razonamiento y el gusto para
la música, enriquecerá las emociones... Al escuchar música se estimula el sistema nervioso, pues en el aprendizaje auditivo, rítmico y musical, se apoya el crecimiento y la inteligencia, auspiciando la asociación de sensaciones de placer y seguridad. En
resumidas cuentas, la música ofrece a los bebés amor y atención (aún
cuando están en el vientre materno), creando de modo natural un estado de
relajación alerta, creando una atmósfera de apertura para dar y tomar en
las futuras relaciones, además de proporcionarle la oportunidad de
aprender música. Gordon Shaw, de la Universidad Irvine en California,
dijo: "Al escuchar música clásica,
los niños se estimulan, ejercitan neuronas corticales y fortalecen los
circuitos usados para las matemáticas. La música estimula los patrones
cerebrales inherentes y refuerza las tareas de razonamiento complejo”. En
relación al estilo de música que nos guste a las madres, dependerán los
gustos de nuestros bebés. En mi caso en concreto, me encantan los
adagios. Cuando los escucho con mi
pequeña, aún estando en mi vientre, noto cómo ella se mueve melodiosa y
armónicamente; en cambio, si escucho
allegros, su movimiento es más enérgico. En cualquier caso, las
sensaciones que me invaden son las que les transmito a ella; por ello,
intento que la tónica
sea de tranquilidad, armonía y serenidad (aunque en ciertas ocasiones no
podemos evitar que nuestro
estado anímico se vea mermado por las circunstancias que nos rodeen).
Los
bebés
por nacer y los pequeños no necesitan ningún tipo de música especial
compuesta para ellos. Lo que sí merecen, dentro de lo posible, es lo
mejor, lo auténtico. Se ha comprobado que inmediatamente después del
nacimiento, la música y las voces escuchadas prenatalmente, tienen un
efecto "mágico" en
los bebés, ya que dichos sonidos y voces quedaron impresos en su memoria
y, al escucharla nuevamente, son asociados con sensaciones de placer. ¡Es
una gran responsabilidad la que tenemos hacia nuestros bebés! Aprender
música es escucharla, incluso antes de nacer , para que se imprima en la
memoria de cada persona y fomente el gusto y el deseo hacia ella, que sin
duda debe ser el primer paso hacia un aprendizaje sustentado, sustentable
y gratificante; ya lo decía el gran Berlioz: "El
amor y la música son las dos alas de la vida". Al escuchar la música, debemos pretender:
La música es una de las expresiones más elevadas del espíritu, nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida, consciente o inconscientemente desde que estamos inclusive dentro del útero de nuestra madre. Gracias a ella aumentaremos la conexión con el bebé por nacer fortaleciendo el vínculo prenatal. Por este motivo, os invito a las que podáis, sentir ese sentimiento de unión con vuestro bebé a través de la música, ¡sentimiento que no se puede expresar con palabras!
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