Revista mensual de publicación en Internet
Número 47º - Diciembre 2.003


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

ISMAEL JORDI
Y LA AMENAZA FANTASMA

 Sevilla, Teatro de la Maestranza. 6 de diciembre. Donizetti: El elixir de amor. Mariella Devia, Ismael Jordi, José Julián Frontal,  Pietro Spagnoli, Eugenia Pont-Burgoyne. Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Paolo Arrivabeni, director musical. Favio Sparvoli, director escénico. Producción de la Ópera de Roma .

Por Sir John Falstaff.  

Muchos ya lo veíamos venir: el Elixir de amor ofrecido por el Teatro de la Maestranza va a ser recordado ante todo por el espectacular triunfo del jerezano Ismael Jordi, recientemente premiado como artista revelación tanto por Canal Sur Televisión como por la Revista Ópera Actual, confirmando así estar destinado a convertirse en una de las voces lírico-ligeras más importantes de las próximas décadas. La belleza de su voz, la claridad de su dicción y, sobre todo, su innata y asombrosa musicalidad, a un tiempo elegante y comunicativa, le han empujado en muy pocos años a unas cimas impensables cuando era un jugador de fútbol que acudía a los entrenamientos escuchando cintas de Alfredo Kraus en el walkman. Además, el intenso trabajo los últimos meses en Verona con un nuevo maestro han consolidado sustancialmente su técnica y desenvoltura, a lo que no es ajeno el éxito que alcanzara el pasado octubre en Viena debutando en Martha de Flotow, una función comentada en FILOMÚSICA por nuestro colega Bardolfo allí presente, retransmitida por diversas emisoras de radio y destinada a ser editada comercialmente en compacto.

En Sevilla se presentaba con un papel que le viene como anillo al dedo, pues cuenta con la voz y el físico ideales para Nemorino. Como además escénicamente se muestra ahora muy suelto y desenfadado, redondeó una espléndida actuación que alcanzó su punto culminante en una furtiva lagrima en la que sus acariciantes medias voces arrancaron una tremebunda ovación al respetable. No obstante, para ver cuánto puede dar de sí en esta estupenda creación donizettiana habrá que escucharle de nuevo el próximo abril en Jerez, con el papel seguramente más madurado, en compañía de Mariola Cantarero, Marco Moncloa y Carlos Chausson, y bajo la dirección de Antonio Florio.

Aunque la presencia de la veterana Mariella Devia ha sido un verdadero lujo para el Maestranza, a juicio de quien suscribe su labor no fue del todo convincente. Su Elvira de I Puritani de hace unos años quedó para el recuerdo, pero no podemos decir lo mismo de su nueva visita a Sevilla. Ni que decir tiene que su estilo y su instrumento (no muy bello y algo envejecido, amén de algo corto por abajo) son los adecuados para Adina, que cantó con buen gusto y que ofreció impagables momentos de "bel canto de verdad" que se convertían en verdaderas lecciones para sus compañeros, pero esta señora carece de la frescura y la picardía interpretativas -en lo vocal, porque en lo escénico estuvo muy voluntariosa a pesar de su avanzada edad- que requiere el personaje. Demasiado fría, demasiado sosa.

No era a priori adecuado el muy lírico Pietro Spagnoli para Dulcamara, pero aquí nos encontramos con un artista de los pies a la cabeza que logró sortear sus insuficiencias y hacer suyo el personaje. Joven, atractivo y mucho antes espabilado que bufo, diseñó un personaje del todo coherente en el que, como se dijo en la rueda de prensa, resonaban ecos del mundo felliniano. José Julián Frontal, por su parte, volvió a evidenciar que una voz privilegiada y una buena presencia escénica no bastan para ser una primera figura: a su notable Belcore, adecuadamente chulesco y fanfarrón, le faltó estilo y le sobró tosquedad. Irreprochable Eugenia Pont-Burgoyne como Giannetta.

Por desgracia, lo que podía haber sido un Elixir de alto nivel musical (escénicamente se trataba de una producción más bien discreta procedente se la Ópera de Roma) se vio boicoteado por esa "amenaza fantasma" que, agazapada en el foso, tantas veces echa por tierra los esfuerzos de quienes en ópera sólo atienden a reunir un buen conjunto de voces. Y es que la dirección de Paolo Arrivabeni, no casualmente un nombre habitual en el Festival de Wexford que dirige el actual director de producción del Maestranza, Luigi Ferrari, fue terriblemente flácida, plana y aburrida. Bajos sus órdenes, la Sinfónica de Sevilla firmó uno de los más rutinarios y desganados trabajos que se le recuerdan. Así las cosas, el a un tiempo jovial y poético espíritu de la partitura sólo salió parcialmente a flote gracias a la labor de las voces que se encontraban sobre el escenario. Y no siempre.

¿Cuánto habrá que luchar para que se enteren los responsables de nuestros teatros de que la batuta es tan importante como las voces? En Sevilla se puede venir abajo el Macbeth previsto para marzo, en un principio interesantísimo por la presencia de esos dos monstruos que son Carlos Álvarez y Violeta Urmana, ya que la batuta prevista es la de Daniel Lipton, mediocre director que cosechara las más unánimemente terribles críticas de la historia reciente del Teatro Real de Madrid por su Rigoletto, y que trabaja allá donde actúa el barítono malagueño, a cuya agencia pertenece. En fin, imposiciones, imposiciones y más imposiciones que no hacen sino perjudicar a lo verdaderamente importante: la música.

 

Página del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com

 

Fotografías: Guillermo Mendo