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ISMAEL
JORDI
Y LA AMENAZA FANTASMA
Sevilla,
Teatro de la Maestranza. 6 de diciembre. Donizetti: El elixir de amor.
Mariella Devia, Ismael Jordi, José Julián Frontal, Pietro Spagnoli,
Eugenia Pont-Burgoyne. Coro de la A. A. del Teatro de la Maestranza. Real
Orquesta Sinfónica de Sevilla. Paolo Arrivabeni, director musical. Favio
Sparvoli, director escénico. Producción de la Ópera de Roma .
Por
Sir John Falstaff.
Muchos
ya lo veíamos venir: el Elixir de amor ofrecido por el Teatro de la
Maestranza va a ser recordado ante todo por el espectacular triunfo del
jerezano Ismael Jordi, recientemente premiado como artista revelación
tanto por Canal Sur Televisión como por la Revista Ópera Actual,
confirmando así estar destinado a convertirse en una de las voces
lírico-ligeras más importantes de las próximas décadas. La belleza de su
voz, la claridad de su dicción y, sobre todo, su innata y asombrosa
musicalidad, a un tiempo elegante y comunicativa, le han empujado en muy
pocos años a unas cimas impensables cuando era un jugador de fútbol que
acudía a los entrenamientos escuchando cintas de Alfredo Kraus en el
walkman. Además, el intenso trabajo los últimos meses en Verona con un
nuevo maestro han consolidado sustancialmente su técnica y desenvoltura, a
lo que no es ajeno el éxito que alcanzara el pasado octubre en Viena
debutando en Martha de Flotow, una función
comentada en
FILOMÚSICA por nuestro colega Bardolfo allí presente, retransmitida por
diversas emisoras de radio y destinada a ser editada comercialmente en
compacto.
En Sevilla se presentaba con un papel
que le viene como anillo al dedo, pues cuenta con la voz y el físico
ideales para Nemorino. Como además escénicamente se muestra ahora muy
suelto y desenfadado, redondeó una espléndida actuación que alcanzó su
punto culminante en una furtiva lagrima en la que sus acariciantes
medias voces arrancaron una tremebunda ovación al respetable. No obstante,
para ver cuánto puede dar de sí en esta estupenda creación donizettiana
habrá que escucharle de nuevo el próximo abril en Jerez, con el papel
seguramente más madurado, en compañía de Mariola Cantarero, Marco Moncloa
y Carlos Chausson, y bajo la dirección de Antonio Florio.
Aunque la presencia de la veterana
Mariella Devia ha sido un verdadero lujo para el Maestranza, a juicio de
quien suscribe su labor no fue del todo convincente. Su Elvira de I
Puritani de hace unos años quedó para el recuerdo, pero no podemos
decir lo mismo de su nueva visita a Sevilla. Ni que decir tiene que su
estilo y su instrumento (no muy bello y algo envejecido, amén de algo
corto por abajo) son los adecuados para Adina, que cantó con buen gusto y
que ofreció impagables momentos de "bel canto de verdad" que se convertían
en verdaderas lecciones para sus compañeros, pero esta señora carece de la
frescura y la picardía interpretativas -en lo vocal, porque en lo escénico
estuvo muy voluntariosa a pesar de su avanzada edad- que requiere el
personaje. Demasiado fría, demasiado sosa.
No era a priori adecuado el muy lírico
Pietro Spagnoli para Dulcamara, pero aquí nos encontramos con un artista
de los pies a la cabeza que logró sortear sus insuficiencias y hacer suyo
el personaje. Joven, atractivo y mucho antes espabilado que bufo, diseñó
un personaje del todo coherente en el que, como se dijo en la rueda de
prensa, resonaban ecos del mundo felliniano. José Julián Frontal, por su
parte, volvió a evidenciar que una voz privilegiada y una buena presencia
escénica no bastan para ser una primera figura: a su notable Belcore,
adecuadamente chulesco y fanfarrón, le faltó estilo y le sobró tosquedad.
Irreprochable Eugenia
Pont-Burgoyne como Giannetta.
Por desgracia, lo que podía haber sido
un Elixir de alto nivel musical (escénicamente se trataba de una
producción más bien discreta procedente se la Ópera de Roma) se vio
boicoteado por esa "amenaza fantasma" que, agazapada en el foso, tantas
veces echa por tierra los esfuerzos de quienes en ópera sólo atienden a
reunir un buen conjunto de voces. Y es que la dirección
de Paolo Arrivabeni, no casualmente un nombre habitual en el Festival de
Wexford que dirige el actual director de producción del Maestranza, Luigi
Ferrari, fue terriblemente flácida, plana y aburrida. Bajos sus órdenes,
la Sinfónica de Sevilla firmó uno de los más rutinarios y desganados
trabajos que se le recuerdan. Así las cosas, el a un tiempo jovial y
poético espíritu de la partitura sólo salió parcialmente a flote gracias a
la labor de las voces que se encontraban sobre el escenario. Y no siempre.
¿Cuánto habrá que luchar para que se
enteren los responsables de nuestros teatros de que la batuta es tan
importante como las voces? En Sevilla se puede venir abajo el Macbeth
previsto para marzo, en un principio interesantísimo por la presencia de
esos dos monstruos que son Carlos Álvarez y Violeta Urmana, ya que la
batuta prevista es la de Daniel Lipton, mediocre director que cosechara
las más unánimemente terribles críticas de la historia reciente del Teatro
Real de Madrid por su Rigoletto, y que trabaja allá donde actúa el
barítono malagueño, a cuya agencia pertenece. En fin, imposiciones,
imposiciones y más imposiciones que no hacen sino perjudicar a lo
verdaderamente importante: la música.
Página del Maestranza:
http://www.teatromaestranza.com
Fotografías: Guillermo Mendo
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