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EL ECLECTICISMO DE SAINT-SAËNS
Por
Rubén Flórez
Bande
Siempre es grato
escuchar un nuevo Carnaval de los animales ya que siempre, o casi
siempre, se aportan cosas nuevas a su escucha, muy mala tiene que ser una
versión para que no diga nada en esta obra tan poco ortodoxa del maestro
francés. Esta nueva grabación que nos ocupa está realizada por
instrumentistas jóvenes y de gran ascenso en el mundo interpretativo: los
hermanos Capuçon (violín y cello), Emmanuel Pahud (el gran primer flauta
solista de la Orquesta Filarmónica de Berlín), Frank Braley y Michael
Dalberto a los pianos, otro grande como es Paul Meyer al clarinete,
Beatrice Muthelet a la viola, Esther Hoppe al segundo violín, Janne
Saksala al contrabajo y Florent Jodelet a la percusión.
En esta versión se nos da el típico punto de vista infantil, instructivo,
para que la gente joven, o que se inicia, conozca bien cada instrumento.
Cada solista se expresa a su gusto, y exprime el timbre de cada
instrumento para hacerlo más reconocible; eso sí, sin perder el sentido
irónico y hasta corrosivo de esta partitura, ya no en las parodias de
Rossini u Offenbach, sino en la autocrítica, de todos conocida, que se
hace el propio Saint-Saëns. Excelente la flauta en "Pajarería", o los dos
pianistas en "Pianistas", pura mofa de su oficio, y el cello de Gautier
Capuçon, muy lírico pero sin caer en los muy típicos caprichos.
El resto del disco está dedicado a alguna "rareza" de Camille, que dentro
de su "academicismo conservador" que muchos le critican por no unirse a
las nuevas corrientes modernas (léase Debussy) incluiría, pese a ello,
ciertos exotismos.
La primera de estas obras "raras" es la Fantasía para arpa y violín
Op.124, con Renaud Capuçon al violín y Marie-Pierre Langlament al arpa,
una obra esta que va desde las proto-armonías debussianas a las melodías
de Fauré, pasando por danzas españolas, todo un auténtico crisol, servido
de la una forma elegante, a la francesa, con una compenetración absoluta.
Excelentes, sobre todo, los sonidos estáticos del arpa.
Otra rareza es el Septeto para piano, trompeta, dos violines, viola,
cello y contrabajo, Op.65, que nos lleva a un neo-barroquismo, con
los ataques, las formas (Gavota incluida) y tratamiento de la trompeta,
aquí la del muy correcto David Gurrier, que en sus pasajes, nos hace
recordar los conciertos para trompeta vivaldianos, pero eso sí, sin
hacernos perder la esencia romántica de la obra, una curiosidad.
Las tres últimas obras pertenecen ya al Saint-Saëns puramente romántico,
en su faceta de gran melodista. En estos tres casos, los protagonistas son
el cello de Guatier Capuçon y el piano de Frank Braley.
La primera obra, es la breve Romanza Op.36, escrita
originariamente para trompa y orquesta, que está interpretada con gran
delicadeza, pero que no va más alla, tampoco es que se pueda sacar más de
esta música, al igual que la Oración Op.158 en la que vuelve
haber delicadeza, pero no se puede sacar más. Muy buena la adaptación que
haria Georges Papin del aria de Dalila "Mon coeur s´ouvre à ta voix" del
Sansón y Dalila, única ópera del compositor francés, que nos
acerca la sensualidad y el hedonismo de esta música.
REFERENCIAS:
SAINT-SAËNS: Le Carnaval des Animaux, Septuor - Fantasia.
Varios intérpretes.
VIRGIN 5 45602 2
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