Revista mensual de publicación en Internet
Número 47º - Diciembre 2.003


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EL PIANO DE SOKOLOV 

Por Rubén Flórez Bande

          

El sello Naïve saca de los fondos heredados de "Opus 111" algunos de los (pocos) registros fonográficos del pianista ruso Grigory Sokolov, todos ellos obtenidos de interpretaciones en vivo, puesto que al artista no le gusta pisar los estudios de grabación. El conjunto del álbum son cinco discos que comentamos a continuación:

El primero de ellos está dedicado a Beethoven y lo forman íntegramente las Variaciones Diabelli Op. 120, grabadas en un concierto celebrado en Junio de 1985 en San Petesburgo. Aquí, el piano del que fuera Premio Tchaikovsky en 1966 (a los 16 años) no tiene nada que ver con el intimismo y serenidad de un Arrau, ni con la literalidad de un Serkin y ni siquiera con la ironía y la arrogancia de un Gulda, esta interpretación está más en consonancia con su paisano Richter, con claridad de planos, el fraseo preciso, sutil y contundente a partes iguales, uso moderado del pedal, etc. No tiene la trascendencia de Sviatoslav, ese "algo más", ese toque personal, que conseguía el maestro ucraniano, pero ello no desluce una interpretación, en lo general, muy buena.

Los siguientes dos volúmenes los integran dos sonatas de Franz Schubert, respectivamente la D 894 y la D 960, tomadas en un concierto celebrado en el Festival de Helsinki en 1992.

La Sonata en Sol Mayor nº18 D 894 , de grandes juegos polifónicos, es servida por Sokolov con ese fin, darnos a ver las distintas voces de cada mano y las sutilezas de las distintas frases, algo emborronadas por la rapidez con la que aborda los pasajes más "apasionados" donde se confunde todo con una amalgama de sonidos, dejándonos un sabor algo desagradable. Una interpretación clara y sin pretensiones, en un estilo más mirando al hacia el clasicismo que hacia el romanticismo al que derivaba la música de Schubert. Nada que ver con el puro romanticismo de Arrau.

La otra sonata es la nº21 en Si Bemol, D 960, que en palabras de la autora francesa Brigitte Masin era "el verdadero adiós" de Schubert, su verdadero testamento musical, donde se nos muestra toda la angustia del compositor. Sokolov intenta hacernos escuchar esa sensación, pero sin trascendencia, más preocupado en ocasiones en llegar a los pasajes angustiados, y exprimirlos y diseccionarlos, pero despreocupándose del entorno, con cierta dejadez. Lo mejor, sin duda, es la forma en la que resuelve el "Andante sostenuto" construyéndolo con un misticismo y delicadeza muy notables, pero aun así no redondea la versión, que está a años luz de la agonía y sensación de fin que transmitía, aquí otra vez, Richter... aunque lo intente.

El cuarto volumen es un monográfico Chopin, formado el disco por la Sonata nº2 Op. 35 y los Estudios Op. 25, grabado entre París y San Petersburgo en los años 1992 y 1985 respectivamente.

La Sonata nº2 está magníficamente expuesta y resuelta, sin caer en la superficialidad, Sokolov la construye como una gran obra, quizás peque de trascendental, pero al menos la dignifica sin necesidad de recurrir a los "arrebatos románticos" de una Argerich ni a la "construcción matemática" algo fría de un Pollini. En la versión se respira y se agradece cierta humanidad.

Los Estudios Op.25 están entendidos como una unidad, como un todo, y no desgranados estudio por estudio como si fuesen células individuales; unidad y coherencia que no le vienen mal a las obras.

El quinto y último volumen está dedicado a compositores rusos, como Scriabin, Prokofiev y Rachmaninov, grabado entre 1984-1988 en conciertos celebrados en San Petersburgo.

De Scriabin, Sokolov interpreta la Sonata nº3 y la Sonata nº9 (la "Misa Negra"). En la primera, si bien está más enlazada con el mundo romántico, ya aparece cierta evolución hacia el lenguaje personal de Scriabin, empezando por esa idea de angustia que vuela por toda la obra. En cambio, Sokolov se la toma con cierta ligereza, limitándose a hacernos escuchar una "sensación de preocupación" pero que no va más allá. La "Misa Negra", muy bien construida, con el apasionamiento justo, decae en el último "crescendo", como queriendo pulirla, o darnos una sensación de falta de aliento, pero que a la larga no emborrona la interpretación.

La Sonata nº8 de Prokofiev, la última de las "Sonatas de Guerra", es resuelta por Sokolov, otra vez, con cierta irregularidad; los dos primeros andantes suenan bastante insulsos, como si no se creyera lo que está tocando, en cambio el último suena al más puro estilo Richter, salvaje y amargo a la vez, aunque no sirve para corregir el resultado.

La última pieza, el breve Preludio nº4 Op.23 de Rachmaninov, perfectamente tocado, más sentido que hedonista, nos lleva otra vez al mundo chopiniano.


En definitiva, un álbum con ciertas cosas de interés como el Beethoven y el Chopin, que nos acerca a una de las figuras más huidizas del piano actual.



REFERENCIAS:

"GRIGORY SOKOLOV"
NAÏVE/OPUS 111 30388 (5 CD´s).

Página web:
www.naiveclassique.com